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Pero el problema de dinero, no precisamente implica que el mismo escasea. La conversación, o muchas veces la falta de conversación, sobre la manera en la que ganamos y gastamos el dinero, suele ser el verdadero problema. Los desacuerdos sobre cuánto, cuando y en qué gastamos obedecen más al ámbito emocional que al financiero, sin embargo, pretendemos medirlos en términos estrictamente monetarios.
Por la taza de la abuela
La causa principal de los divorcios es el problema de dinero, dejando el otro 50% a factores como infidelidad, violencia doméstica, rutina, mentiras, no compartir hábitos sexuales y muchos otros. Cada familia es un mundo aparte, por lo tanto no existe una copia exacta de las situaciones que afectan a un matrimonio.
En ocasiones, hay personas que intentan medir lo emocional a través del dinero, entonces cada discusión termina en un ajuste de cuentas donde uno al otro se arrojan en cara lo que han colaborado económica o financieramente al matrimonio, o lo que cada uno contribuye cada mes. Independiente al origen de la discordia, no falta quien intente que el otro valore lo monetario de su aporte, o que se sienta presionado porque su pareja tiene mayor capacidad económica.
Incluso en los procesos de divorcios, independiente a la causa que ha originado el mismo, el mayor litigio se da por la división de los bienes materiales, buscando que la casa de verano o la taza de la abuela (sea cual sea el listado de bienes compartidos) puedan de alguna manera compensar el daño emocional que el otro ha realizado, lo cual desde luego muy rara vez se logra.
Entonces cuando señalamos al dinero como el gran culpable, pareciera que la situación financiera negativa acarrea estrés y las parejas no lo soportan derrumbando el matrimonio; pero esa sería una simplificación extrema de la realidad.
El dinero es transversal en nuestras vidas, prácticamente cualquier meta o actividad, sea pequeña, mediana o grande, sea a corto o largo plazo, requiere de su uso. Por ello, las decisiones personales o familiares impactan financieramente a la pareja, ya sea definir las vacaciones, la vivienda, la educación de los hijos, las salidas con amigos, la cobertura de salud, el auto, asistir a una boda o cumpleaños, convocarnos en una iglesia, participar de un torneo de fútbol o cualquier otra insignificante o gigante definición, impactará de alguna manera en las disponibilidades financieras presentes o futuras.
Distintas realidades
Analizar los factores que normalmente afectan la continuidad del matrimonio es una de las obligaciones que las parejas deben tener en cuenta, a fin de enfocar esfuerzos en evitar que sucedan. Veamos más de cerca las principales causas de aquello que va albergado bajo el gran paraguas de “problemas de dinero”.
La infidelidad financiera, que implica esconder gastos o compras, una cuenta bancaria, un crédito, mentir sobre la deuda o los ingresos, o guardar efectivo sin que el otro sepa. Estas mentiras u omisiones dañan la confianza en la pareja y permiten dudar sobre todas las demás declaraciones abriendo una grieta difícil de cerrar.
Según un estudio realizado por Kansas State University, las parejas que discuten desde el inicio de la relación por dinero, sea ingresos, deudas, gastos corrientes o patrimonio, corren un 30% más de riesgo de divorciarse que otros matrimonios. El dinero es una herramienta para alcanzar metas, cuando las mismas no se comparten, pareciera que la discusión es por dinero, cuando en realidad no se está reconociendo que no se tiene una mirada común sobre lo que pretendemos alcanzar en la vida. Entonces, el dinero delata problemas más profundos o factores de estrés en la relación.
Las peleas sobre dinero son más largas y por lo general más intensas que otros desacuerdos maritales, pues modificar los hábitos financieros y sus consecuencias (como las deudas) no son posibles solo con arrepentimiento y promesas. Al no ver las modificaciones de manera inmediata, el problema sigue latente y aumenta la presión sobre la pareja. Planificar nuevas metas y consensuar una estrategia para alcanzarlas, podría ser motivo de unión y de asumir una actitud distinta, que nos lleve luego a la acción de lo planificado.
Cuando para una de las personas el dinero representa tener el poder en la toma de decisiones sobre la vida en común y los hijos, entonces la disconformidad del otro puede ser muy alta. El respeto a la forma de pensar y analizar las distintas situaciones según el punto de vista de cada persona, y de tomar decisiones en función a esto, es fundamental para la relación tanto en pareja como con los demás. Cuando se impone la persona que gana más dinero para definir lo que hará la familia, la otra persona se sentirá atropellada en su individualidad.
Los eventos estresantes que enfrentamos cotidianamente en la vida también pueden impactar negativamente a las finanzas. Se requieren de habilidades de conversación y honestidad en la pareja para sortear esos obstáculos momentáneos, como imprevistos de salud, desempleo y otros.
Muchas personas que sufren de ansiedad o baja autoestima, encuentran satisfacción refugiándose en las compras, al principio son personas financieramente desordenadas, pero pueden convertirse en compradores compulsivos (les quema el dinero que tienen en la billetera) y cuando el dinero se acaba, tienden a endeudarse para seguir comprando. Esta adicción a las compras es más que solo un mal hábito que la pareja no aguanta, pues necesitará ayuda profesional para superarla. Detectar esta actitud ante el derroche de dinero o el aumento desmedido de las deudas, puede ayudar a evitar graves crisis matrimoniales.
No existe una receta mágica que garantice que el amor todo lo puede, se requiere también de habilidades financieras para lograr armonía en la pareja, como en cualquier otro tema en el que se precisa un acuerdo entre partes la conversación constante es la clave. El matrimonio implica caminar juntos, las metas son la visión compartida que tenemos de la vida, el dinero es la herramienta que permite alcanzar la mayoría de esas metas. Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.
Pareja
Se requieren de habilidades de conversación y honestidad en la pareja para sortear obstáculos como imprevistos de salud, desempleo, etc.
Mentira
La infidelidad financiera en la pareja implica esconder gastos o compras, una cuenta bancaria, un crédito, mentir sobre la deuda o los ingresos, etc.
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