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El problema no es sentir miedo, sino que debemos desarrollar coraje para avanzar a pesar de ello y no quedarnos congelados. Por otro lado, cabe destacar que el temor a lo desconocido, a los cambios, al ridículo, a la burla de los demás, a perder a quienes amamos o los bienes y comodidades conseguidos, entre otros podría relacionarse con el gran miedo que en general tenemos a fracasar.
El fracaso
El temor a realizar algo que tenga un resultado negativo pareciera ser uno de los mayores males de nuestro tiempo y resulta que es como sentir miedo a vivir por el peligro de morir.
La única forma de asegurarnos de no fracasar es no haciendo nada, pues cada vez que hacemos algo, corremos el riesgo de equivocarnos, esto se cumple en todas las áreas de la vida, desde el amor hasta los negocios. Para alcanzar una meta debemos intentar avanzar y ello implica un desafío, pues nadie puede asegurarnos el logro de un resultado.
El tener un sueño o una idea pero no permitirse llevarlo a cabo por la posibilidad de enfrentarse a un fracaso paraliza a muchas personas, por eso la mayoría de las grandiosas ideas solo se quedan en eso y jamás se concretan, perdiéndose con ello una oportunidad maravillosa tanto la persona dueña de ese sueño como también las que podrían haberse beneficiado si se atrevía a correr el riesgo.
Así, los emprendedores que, a pesar de no tener seguridad sobre el éxito de su negocio, se atreven a avanzar y crean fuentes de empleo, compran de proveedores, entregan servicios y bienes a la comunidad, pagan impuestos, es decir, cuando la idea se concreta genera un círculo virtuoso capaz de generar y distribuir riqueza.
Muchas personas sienten un gran temor a salir de su zona de confort, porque al salir de lo conocido se pierde la estabilidad, incluso aunque no nos agrade el espacio en el que nos encontramos actualmente, el pasado es lo único que conocemos y asumir los cambios en el futuro genera angustia porque implica necesidad de amoldarse y aprender algo nuevo cuyo resultado es incierto.
Esto aplicado a un cambio de sistemas o procesos en las empresas resulta realmente traumático, pues la predisposición ante el cambio es clave para el avance positivo y propositivo de lo que se pretende impulsar. También suele darse esta aversión al cambio cuando se trata de incorporaciones de nuevas personas o salidas de otras en el grupo de trabajo, lo que resulta en perjuicio de los resultados esperados.
Solución: excusas para no hacer
Así, aparecen en escena las excelentes excusas y justificaciones del por qué no deberían realizarse los cambios. Esto nos deja exactamente en el lugar donde estamos, muchas veces hasta recibimos felicitaciones por lo estoica de la actitud de “aguantar la situación”.
El trabajo sacrificado, esforzado, sufrido parecería ser una virtud para algunos que no se atreven a capacitarse para cambiar a un escenario de mayor comodidad. Pero claro, es fácil decirlo pero hacerlo implica moverse, no llegar al mismo horario a la casa, atreverse a relacionarse con nuevas personas, exponerse a las críticas de los demás.
“Así como soy no podría hacerlo” es una de las justificaciones más comunes. Por ejemplo: ya tengo 50 años, cómo voy a ir al colegio otra vez; para qué voy a ir al gimnasio ahora, se van a reír de mí; toda mi vida fui empleado, a esta edad acaso me voy a ir a estudiar para ser un técnico independiente; si apenas uso la computadora, cómo voy a aprender a usar un Excel, imposible! Todas estas excusas tienen en común el creer que en tu ADN hay algo que establece que como sos ya no podés cambiar, nada más alejado de la verdad.
A la mayoría de las personas no nos gusta estar solas, somos seres sociables por naturaleza, la soledad también nos puede aterrorizar y por ello muchas veces preferimos aguantar relaciones tóxicas por temor a que no nos amen o acepten.
En ocasiones, el atreverse a progresar depende del apoyo de la pareja, pues si se reciben desánimos y motivos fundamentados en la incapacidad (vos no podés luego, quien te va a comprar a vos, pero de dónde quitás que vos podrías tener tu negocio, etc.) se producen quiebres profundos en la autoestima que impiden tomar el coraje que requiere vencer el miedo y avanzar a pesar del mismo.
Sin embargo, quien expresa estas hirientes frases probablemente sea quien sufre de una tremenda baja autoestima y su agresividad es justamente producto de su temor a quedar expuesto como inútil ante la capacidad de brillar que manifiesta su pareja.
El no saber qué nos depara el destino y la vida, no saber si lograré lo que quiero y para lo cual con tanto esfuerzo me dedico diariamente, no saber si se hará realidad alguna vez el sueño para el cual me estoy preparando, ese temor al futuro se cura matando la posibilidad de soñar con excusas donde incluso otro puede ser el culpable, mientras que honestamente sabemos que el único responsable de nuestro destino somos nosotros a través de las decisiones personales.
El enfermo de “excusitis crónica” es un muerto en vida que incluso puede resultar tóxico para quienes le rodean, para él nada se puede hacer ni lograr, su temor a lo probable y desconocido es tan alto que entonces prefiere no hacer nada, pero tampoco quiere que su entorno cambie, por ello boicotea a los demás. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.
Sueño
El tener un sueño o una idea pero no permitirse llevarlo a cabo por la posibilidad de enfrentarse a un fracaso paraliza a muchas personas.
Ideas
La mayoría de las grandiosas ideas solo se quedan en planes y jamás se concretan, perdiéndose con ello una oportunidad maravillosa.
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