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El estudio de informalidad mide, a través de tres métodos indirectos, el tamaño de la economía subterránea, que es más amplia que la economía informal pues incluyen actividades que no son susceptibles de legalización como por ejemplo el narcotráfico, y se realiza en forma anual.
Cuenta con tres métodos de medición: el mercado laboral, que compara el total de la Población Económicamente Activa (PEA) con toda la fuerza laboral ocupada y declarada; el enfoque monetario, que está basado en el tradicional esquema de demanda de dinero o circulante para incluir la carga tributaria que pueda propiciar la economía informal y controlarlo por otras variables como el ratio de la participación salarial en el ingreso; y, por último, el insumo físico: este método consiste en relacionar la producción del sector eléctrico con el PIB total de la economía.
La metodología parte del supuesto que el consumo de electricidad y el producto presentan una elasticidad unitaria. Esto implica que el cociente entre el consumo y el producto se mantiene constante en el tiempo. Una vez obtenidas las tres cifras se promedia y así se obtiene el porcentaje en relación al PIB al que asciende la economía subterránea, explican.
Tres enfoques científicos
Esta aproximación al tamaño de la economía subterránea en términos globales, por medio de tres enfoques científicamente probados y que corresponden al método indirecto, puede considerarse como un avance muy significativo para orientar nuevas investigaciones que permitan desagregar, por un lado, qué porción de los US$ 11.652 millones corresponden a actividades relacionadas con delitos como el contrabando, falsificación piratería y otros susceptibles de potenciar las recaudaciones fiscales y en otro orden, qué porción corresponde a actividades relacionadas a la criminalidad como el tráfico de drogas prohibidas o el lavado de dinero. Los tres enfoques arrojan resultados bastante aproximados, en cuanto a la magnitud de la economía subterránea a través del tiempo.
Evolución
En este sentido, de acuerdo con el estudio, el tamaño de la economía subterránea es creciente en los últimos años, pasando de 30,7% en 2008 a 38,1%; en 2009 llegó al 38,1%; en 2010 a 37,9%; en 2011 asciende a 39,0; va al 40,2% en 2012; en 2013 se verifica un descenso hasta 38,2%. En 2014 subió a 39,7%; luego hubo pequeña caída en 2015, hasta 39,6%, y en 2016 trepó a 40,1%. Actualmente, se sitúa en 38,6% del PIB. Es muy importante repetir que estos porcentajes se obtienen realizando un promedio de los tres métodos utilizados para estimar la economía subterránea en Paraguay. Al ser un fenómeno estructural, los niveles oscilan alrededor del 40% y no se verifican grandes variaciones.
El elevado tamaño de la economía informal, sin dudas, es el resultado de factores estructurales, entre los que se destaca la debilidad institucional que se manifiesta en escasa rigurosidad en los controles para el cumplimiento de las obligaciones empresariales.
Esta debilidad se fortalece por la deshonestidad convertida en corrupción, tanto del sector público como el privado y una sociedad indolente, entre otros puntos, como el de amplias zonas fronterizas altamente vulnerables, etc..