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Desde 1989 surgen demandas específicas de campesinos, mujeres, jóvenes, así como una nueva Constitución, y una inserción internacional que permitió salir al mundo y vincular al país con los compromisos internacionales, en el marco de los derechos humanos, apuntó. “Si miramos los datos, son contundentes en ese sentido. Los años promedio de vida aumentaron en alrededor de cinco en estas décadas; la mortalidad materna disminuyó en dos tercios; la participación económica de las mujeres se duplicó de la mano de sus mayores niveles educativos y de la menor tasa de fecundidad”, comentó.
Todo esto implicó políticas públicas que permitieron aumentar los niveles de educación, de acceso a la salud, de mayor protección social. No obstante, remarcó que estos avances no deben impedir que se apunte a mejorar las condiciones de vida.
Paraguay debe aspirar a conseguir en el mediano plazo al menos las condiciones de bienestar y de igualdad del promedio latinoamericano, y ojalá se llegue a los niveles que ya alcanzaron países como Uruguay, Chile o Costa Rica, insistió.
A pesar de que se están cerrando brechas territoriales (urbano-rurales) y de género (hombres-mujeres) todavía existen desigualdades inadmisibles para este momento de la humanidad, como es el acceso a la tierra, de género, entre áreas urbanas y rurales, por citar algunos.