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El lobo de Wall Street
Una ilustrativa película reciente de Martin Scorsese es el retrato autobiográfico de Jordan Belfort, representado por Leonardo Di Caprio, quien posteriormente se volvió famoso como orador motivacional, realizando giras por todos los EE.UU. para reembolsar a las víctimas de su fraude financiero. Belfort fue a la cárcel por el delito de lavado de dinero y fraude con títulos por estafa de mas de US$ 200 MM a través de su firma Stratton Oakmont Inc. con sede en Long Island, NY. La empresa fue clausurada por la Comisión de Valores – SEC en 1998 y fue sentenciado a cuatro años de prisión.
Uno de los hechos interesantes al inicio de su carrera fue trabajar en las casas de bolsa pequeñas, poco reguladas, en la zona gris, que comercializaban acciones a bajo precio, conocidas como penny stocks. Las compañías pequeñas que no venden sus acciones en el mercado principal, Nasdaq, las venden allí. Los corredores de estas casas cobran sus comisiones en dinero en efectivo. Las acciones son especulativas y se venden a centavos de dólar por acción, en compras pequeñas al principio. Las comisiones para el intermediario que opera en Wall Street no pasan de 1%, en el penny stock iban hasta el 50% por el valor de la acción.
El lobo razonaba: estoy vendiendo basura a recolectores de basura … El secreto está en buscar a los que quieran comprar esas acciones, convencerlos de que los necesitan “para la innovación” y posicionarse para hacer el acuerdo. Como el mercado es extrabursátil y no se puede hacer seguimiento, cuando los inversores vean las malas noticias ya será tarde. “Les estaba vendiendo humo, pero sus dineros estarán mejor en mis bolsillos … Yo sabía cómo gastarlos mejor”.
Otro secreto está en mezclar la venta de acciones seguras, como Coca Cola por ejemplo, que generan solo una comisión del 1%, con los riesgosos penny stocks y venderlos conjuntamente con estrategias agresivas, con lo que se consigue generar las comisiones hasta el 50% del valor de la inversión.
Otra llamativa lección es que no existe la mala publicidad. Luego de que la conocida revista Forbes que le describía como “un Robin Hood perverso que les roba a los ricos para dárselo a sí mismo y a su banda de corredores”, se quintuplicaron las ofertas de personas que querían trabajar en la empresa al escuchar de las altas comisiones que los empleados ganaban.
Esto era el principio, pero el futuro era amplio pues luego vendrían otros productos como venta de obligaciones de deuda garantizada, venta de acciones por internet, instrumentos no regulados y otros productos “innovadores”, hasta el punto en que las ganancias exigían un proceso para blanquearse.
Lujos, excesos, lavado y finalmente las inevitables peleas y traiciones
El problema se dio para el Lobo en cómo ocultar el dinero ganado con tanto “esfuerzo”. La solución fue abrir cuentas en Suiza a nombre de prestanombres, como la tía que vivía fuera de EE.UU. en Inglaterra.
La compra de mansiones, yates, autos de lujos como Ferraris y hasta aviones fueron medios para invertir el dinero. La película nos muestra cómo llevaban una vida de lujos, drogas, sexo sin límites, diversiones con sus mejores amigos y con los agradecidos corredores que trabajaban para ellos. Cuando el Gobierno comenzó a investigar, el Lobo primero trató de comprar a los investigadores del Gobierno. Luego comenzaron las acusaciones de violación de la ley de valores, manipulación de acciones, operaciones fraudulentas, lavado de dinero, pero todos los flancos están bien cubiertos.
Pero todo tiene su final. ¿Dónde se corta la cuerda? En el lugar menos pensado, la del socio de toda la vida, que compartió con él todas las mieles, pero que para salvar el pellejo y reducir su pena entregó y delató al FBI a todos sus exsocios con todos los registros, quienes fueron cayendo uno a uno, con el final para el Lobo relatado al inicio de este artículo. Hasta el banquero de Suiza cayó en la redada, recuperándose luego parte de los fondos para beneficio de los incautos inversionistas.
Inicio de la investigación de Cajubi
La divertida historia tiene mucho de semejanza con la Caja que nos ocupa en lo referente a los esquemas de alto rendimiento, altas comisiones, supuestas cuentas en Suiza, mansiones y Ferraris, peleas entre intermediarios y finalmente la rendición de cuentas ante la justicia, en nuestro caso en proceso.
A inicios de 2010 la situación en la Cajubi permanecía invariable, con las mismas autoridades en funciones, hoy todos ellos procesados. A pedido del directorio de Itaipú, la Dirección Financiera inició una investigación interna de la situación real de la Cajubi y posteriormente la contratación de expertos internacionales para un diagnóstico, sistematización de la información, recomendación de inversiones, manuales, etc., y estimar las pérdidas, desconocidas en ese momento. Ese año y no sin numerosas trabas internas contrataron a través de Cajubi a destacados expertos uruguayos y argentinos, cuyo trabajo, extenso y responsable, sirvió como guía de la investigación judicial, para que los abogados presenten una demanda por el perjuicio. La demanda fue presentada ya en el mandato del tercer director de Itaipú del período 2008-2013. La demanda tiene el seguimiento de las actuales autoridades de Itaipú con la intención de recuperar los fondos. Previamente, un combativo representante de los jubilados había presentado una demanda que curiosamente fue desestimada, medida que amerita un análisis posterior.
Se publicó semanas atrás la excelente serie de artículos periodísticos en ABC de Armando Rivarola sobre el intermediario guatemalteco que vive en Canadá, Eduardo García Obregón, hoy con orden de captura. En los artículos se explica claramente gran parte del proceso de colocaciones en Canadá de aproximadamente US$ 57 M, hoy prácticamente desaparecidos.
Debo reconocer que en ese momento recibimos toda la información institucional solicitada y la colaboración de las autoridades de Cajubi, teniendo acceso a todas las carpetas de las inversiones requeridas, así como a los correos y comunicaciones con los intermediarios de Canadá. Obviamente no accedimos a los correos de negociación de las comisiones “de la otra punta” del 12% que denuncia García Obregón, es decir, las coimas disfrazadas de comisiones que habrían sido repartidas entre los gestores locales.
La justificación teórica de la aplicación de la Teoría del Portafolio y la diversificación del riesgo (no poner todos los huevos en una canasta) para obtener la rentabilidad actuarial de IPB+6% estaban siempre presentes para tratar de explicar lo inexplicable y justificar la colocación de parte de la cartera en inversiones de riesgo, algunos de ellos tipo penny stocks o inversiones en acciones de bajo valor y altas comisiones. Lo cierto y concreto es que, con base en la interpretación de una política de inversiones ambigua, se realizaron inversiones en productos no convencionales y fuera de la supervisión de las bolsas internacionales, legales en los papeles en muchos de los casos, aunque en otras claramente en infracción.
Resulta difícil de entender (aunque para otros está muy claro) cómo aprobaban las inversiones y disponían del dinero tan ligeramente. Se olvidaron de que una caja de jubilaciones está estatutaria y moralmente obligada a precautelar el capital de los aportantes de manera que pueden acceder a una jubilación digna en su vejez. Si las autoridades locales lo hicieron por la ilusión óptica de obtener rentabilidad para la Cajubi, para quedarse con las altas comisiones o para distribuirse parte del capital, es algo que la justicia determinará en el juicio que se inicia, aunque se huelan lobos en Cajubi.
Próxima publicación: Cajubi en boca de lobos
(*) MBA, Columbia University