Emisiones netas “0” en 2050

De manera casi desapercibida en el mundo, representantes de 190 países están negociando esta semana en Ginebra un borrador de acuerdo sobre el clima, que servirá de base y será clave para la conferencia de París a fin de año.

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Antes de estas negociaciones, junto a un grupo de directores ejecutivos de las mayores empresas del mundo y líderes de organizaciones sociales, incluyendo Sir Richard Branson y Muhammad Yunus, hicimos un llamamiento a los líderes mundiales para que demuestren liderazgo y alcancen una meta de emisiones netas cero en 2050, incluyendo este objetivo en el acuerdo de París.

Esto es necesario para limitar el aumento de la temperatura media a dos grados centígrados por encima de los niveles previos a la Revolución Industrial, evitando consecuencias catastróficas provocadas por el cambio climático. Dejar de actuar crearía un planeta más caliente y volátil, más vulnerable a padecer graves sequías e inundaciones, afectando a personas y empresas por igual.

Estamos ya padeciendo los efectos del calentamiento global. Las Naciones Unidas, por ejemplo, estima que las pérdidas económicas provocadas por desastres naturales desde el año 2000 alcanzaron los 2,5 billones de dólares, un 50% más que las previsiones internacionales anteriores. Esto es solo el comienzo.

Las empresas globales y los inversores han comenzado a tomar medidas. Más de un cuarto de las 200 mayores empresas del mundo han establecido objetivos de reducción de carbono en línea con el objetivo de reducción de un 6% anual, mientras que 150 de estas empresas se han marcado objetivos sociales y medioambientales.

Asimismo, alrededor de la mitad de los activos institucionales gestionados (45 billones de dólares) han suscrito al principio de ceñirse a inversiones responsables, y la gestión de riesgos climáticos debe formar parte ahora del deber fiduciario de los inversores.

Pero necesitamos que gobiernos lideren este proceso para que el cambio sea duradero.

Nuestros líderes tienen que dejar claro que se decantan definitivamente hacia una economía inclusiva y sustentable en vez de una desfasada e intensiva en uso de carbono basada en quemar combustibles fósiles. Para ir más allá, nosotros en las empresas necesitamos que establezcan herramientas y reglas financieras bien estructuradas que nos den estabilidad y seguridad. Esto impulsaría una ola de inversión en todo, desde alternativas de energía limpia a infraestructura inteligente a tecnología agrícola.

Deberían darse cuenta y aprovechar la bajada en el precio del petróleo y los bajos tipos de interés en países desarrollados para dejar de derrochar 600.000 millones de dólares cada año de dinero de los contribuyentes para subvencionar combustibles fósiles contaminantes, lo cual suele beneficiar a los más ricos quienes consumen más energía. En vez de esto, deberían de canalizar este dinero hacia inversiones en energías renovables y apoyar la innovación. Esto no solo beneficiaría al medioambiente, también ayudaría a reducir la inequidad social. Este es tan solo un ejemplo que cómo la agendas de lucha contra el calentamiento global y desarrollo de retroalimentan.

Intereses poderosos en las empresas intensivas en uso de carbono se están oponiendo desesperadamente a estos cambios, usando datos científicos de dudosa procedencia, o afirmando que es demasiado complicado, muy caro o sencillamente no es necesario actuar. No permitan que les engañen.

La Comisión Global sobre la Economía y Clima que dirige el ex presidente mexicano Felipe Calderón, y de la cual soy miembro, publicó un informe el año pasado demostrando que el crecimiento económico sostenible puede ir de la mano de una reducción de emisiones de carbono.

El mundo invertirá cerca de 90 billones de dólares en infraestructura en urbes, uso de la tierra y sistemas de energía en los próximos 15 años y la Comisión –que incluye líderes empresariales, gubernamentales y del mundo académico, incluyendo dos premios Nobel– concluyó que una inversión más inteligente de estos fondos generará mejor calidad de crecimiento y un mejor clima.

Construir nuevos sistemas de transporte por ejemplo reduciría la polución y generaría un ahorro de más de 3 billones de dólares en los próximos 15 años. Además restaurar apenas el 12% de las tierras agrícolas degradadas y hacerlas productivas ayudaría a alimentar a 200 millones de personas más y aumentaría los ingresos de los agricultores en 40 billones de dólares, sin necesidad que quemar y destruir nuestros preciados bosques.

En India donde estuve la semana pasada, el gobierno se da cuenta que es su propio interés actuar. El Primer Ministro Modi ha propuesto que su país se convierta en líder en energía solar para cubrir el rápido crecimiento de la demanda energética, aprovechando que seguramente los costes de energía renovable bajarán mientras que importar carbón del extranjero será más caro, tal como reveló la Comisión este mes.

La mitad de las 30 ciudades más contaminadas del mundo están en India y, considerando que se espera que el índice de urbanización aumente un 50% en los próximos 15 años, la única estrategia urbanística inteligente es desligar el crecimiento económico del consumo de combustibles fósiles.

Los progresos en India tienen lugar poco después de los históricos pronunciamientos de China y Estados Unido sobre este tema. Existe ya un movimiento global al que se puede sumar cualquier país o empresa.

Pero acciones puntuales de empresas globales y países no evitarán el calentamiento global. Necesitamos una acción internacional colectiva urgente. Los negociadores reunidos esta semana en Ginebra deben de ser valientes y demostrar liderazgo político. Que sepan que para ello contarán con el apoyo del creciente número de empresas progresistas en el mundo.

Meta

Hicimos un llamamiento a los líderes mundiales para que demuestren liderazgo y alcancen una meta de emisiones netas cero en el año 2050.

(*) Paul Polman en director ejecutivo de Unilever y miembro de la Comisión Global sobre la Economía y Clima dirigida por el expresidente de México, Felipe Calderón.

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