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El doctor De Gásperi tenía una visión diferente sobre las negociaciones y la problemática jurídica de las binacionales Yacyretá e Itaipú. Para él y otro paraguayo que escribió un libro al respecto, el abogado Marcos Estigarribia, estos “tratados” son nulos porque fueron creados y mantienen un perjuicio económico-social contra uno de los Estados signatarios, el Paraguay. Lastimosamente el primero ya falleció y el segundo sufrió las consecuencias de su libertad de expresión. Fue dimitido de la Itaipú, coincidentemente después de la publicación de su libro: “El Tratado de la Itaipú Binacional, el gran despojo a la soberanía paraguaya”.
El negocio energético no lo vamos a resolver aplicando las mismas estrategias y con los herederos políticos que lo causaron; bien lo decía Albert Einstein, palabras más o menos: “No podemos resolver problemas usando el mismo pensamiento que los creó...”.
Es hora de plantear el dilema jurídico de las binacionales en el ámbito del derecho internacional. Esto lo deben hacer avezados juristas y diplomáticos de carrera; pero, simultáneamente, debemos seguir buscando solución en una mesa técnica. Solo debemos cuidar que ambos grupos sean de 50 hertz. Se debe, simplemente, aplicar el tratado y sus anexos y, consecuentemente, revisar los números de la contabilidad, de la auditoría y de la matemática financiera aplicada. Pacta sun servanda, dirían los brasileños.
Dentro de siete años más estaremos llegando a una etapa clave en Itaipú. En Yacyretá ya lo pasamos casi inadvertidos. Se trata de la revisión de los Anexos que disciplinan la “comercialización” de la energía. En ese tiempo, teóricamente, la deuda de Itaipú será cero. Es por ello que se torna urgente la inserción en estos adefesios jurídicos, dos virtudes de la humanidad: la justicia y la equidad. Es hora de romper paradigmas.
Pensar en más de lo mismo es un gatopardismo miserable y una alta traición a la patria. La energía es un bien estratégico, especialmente en un país que depende de una producción primaria asentada en dos actividades: la soja y la carne. La dependencia cuasi enfermiza de las migajas de los gastos sociales, sumadas a los royalties y las escuálidas compensaciones por la “cesión” energética, nos impidió ver el verdadero objetivo de un estadista: el desarrollo.
El uso de la energía disponible en industrias electro-intensivas debe recibir un marketing más inteligente por parte del Ejecutivo. El Legislativo debe acompañarlo con una postura diplomática más firme y el judicial debe ayudar a transparentar las cuentas. Administrativamente, con solo dos acciones: agregar valor a la electricidad, tanto en su uso interno como en su venta, podremos generar miles de empleos y despegar verdaderamente hacia un desarrollo integral.
El Plan Maestro de la ANDE 2014-23, realizado en un escenario pesimista, solo corre detrás de la demanda vegetativa. El consumo residencial corre como una liebre, mientras que el consumo industrial como una tortuga. Las grandes obras de un anillamiento en 500 KV, sumadas a una red remozada y dispuesta para el desarrollo, siguen postergadas. Además de todo esto, las pérdidas de más del 30% del monopolio estatal lo torna inviable. Solo se mantiene por el subsidio de la famosa tarifa complaciente de Itaipú.
El liderazgo energético, aunque piensa, no actúa en un verdadero corredor energético. Esto nos ayudaría en 2023 a lograr la soñada disponibilidad. Se olvida del primer paso, actuar rápido en la EBY, ya que el plazo de la revisión del Anexo C feneció hace un año.
Da la impresión que la urgencia económica-financiera del Estado, nos obliga a seguir recibiendo migajas de ambas binacionales.
Hablando de pacta sunt servanda ¿cómo están las obras inconclusas?
La exclusa de navegación es algo consagrado en el Tratado de Itaipú. Los perjuicios económicos y sociales por su ausencia son incalculables. Hace un tiempo, luego de la firma del Acuerdo Lugo-Lula, hubo una intención de formalizar la construcción recurriendo a “estudios” que determinarían su viabilidad.
Estuve en el evento de presentación de los resultados preliminares. Fue algo histórico. Todos los sectores involucrados, del Paraguay y del Brasil, dieron su voto unánime a dichos resultados que demostraron, no solo la viabilidad económica, sino su gran necesidad logística y su gran potencial en el desarrollo regional.
Dos años después se paralizó el transporte por 20 días en la hidrovía Paraná-Tieté a causa de la merma sustancial de los embalses, aguas arriba de Itaipú. Esto ocurrió porque los reservorios de Tres Hermanos e Isla Soltera no daban condiciones para el calado mínimo. Esto representó una verdadera lucha sectorial; por una lado los productores y transportistas fluviales, y por otro las productoras hidroeléctricas.
Fueron largas y tediosas discusiones y negociaciones que acabaron en una demostración de fuerza del poderoso sector energético. “El uso múltiple de los embalses es una falacia”, dijo un alto ejecutivo naviero brasileño. El hecho es que la poderosa Eletrobrás está al frente de las decisiones.
Otros negocios. Paraguay tiene condiciones para triplicar área forestada en 8 años más
“Si un país como Uruguay, sin siquiera tener bosques pudo forestar más de un millón de hectáreas, convirtiéndose hoy la madera en uno de sus principales rubros comerciales, no tengo la menor duda de que en Paraguay este negocio de la forestación será el siguiente boom de su economía”, dijo un tiempo atrás la especialista uruguaya, Ing. Agr. y Forestal María del Rosario Pou Ferrari durante un seminario organizado por la Universidad San Carlos.
Según Krausmannet, al año 2009 los datos del desarrollo nos dicen impiadosamente que entre 1900 y 2000, cuando la población mundial creció cuatro veces, el consumo de materiales y energía aumentó en promedio hasta diez veces más. El incremento del consumo de biomasa fue de 3,5 veces, el de energía 12 veces, el de metales 19 veces y el de materiales de construcción, sobre todo cemento, unas 34 veces. Este acelerado aumento del metabolismo social, que trajo una aparente prosperidad, ha tenido efectos colaterales indeseados, como el aumento de la corrupción y la pobreza.
Como ustedes pudieron apreciar, la energía eléctrica tiene dos caminos en Paraguay: o nos permite crecer y desarrollamos como Estado; o permite que nuestros vecinos cumplan sus largas pretensiones geopolíticas de expansión y dominio. La “marcha hacia el oeste” del Brasil y la vieja pretensión Argentina de convertirnos en una provincia, solo lo evitaremos en los campos de Itaipú y Yacyretá.
Termino esta exposición con un pensamiento extraído del ciberespacio social y que lastimosamente rige en forma tácita como una ley político-judicial, primitiva y salvaje: “para los sumisos y obsecuentes, se otorgará algo y el congelamiento de sus expedientes”; “para los indiferentes caerá el peso de la ley y la visita de tributación”; y “para los malagradecidos, sequía total y fiscalía”.
Es hora
Es hora de plantear el dilema jurídico de las binacionales en el ámbito del derecho internacional. Esto lo deben hacer avezados juristas y diplomáticos.
(*) Exsuperintendente de Energías Renovables de Itaipú.