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Uno de los aspectos de mayor trascendencia para las políticas públicas y para las iniciativas privadas es la transición demográfica, caracterizada por un proceso sostenido de evolución, es decir, de contar con niveles altos de fecundidad y mortalidad. La actualidad se presenta con una disminución de ambas variables, lo que termina moderando el crecimiento demográfico y en, cierta forma, volviéndolo más lento.
La mayoría de las sociedades de países denominados “de Primer Mundo” ha experimentado dicha transición, que suele asociarse también a dinámicas de modernización de las prácticas culturales y de las mejores condiciones de vida.
El crecimiento económico de la última década en el Paraguay –que puede ser observado no solo en la disminución de la pobreza, sino también en el ensanchamiento de la clase media– terminó impulsando igualmente el consumo de productos y servicios.
Uno de los bienes que anteriormente tenían escasa demanda era la vivienda, pasando a constituirse en los últimos años en uno de los acervos más deseados por los diferentes estratos de la sociedad.
Conforme a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares de 2016 realizada en el Paraguay, de los más de 1.000.000 de personas encuestadas, el 74% sostuvo que cuenta con casa propia, en proceso de pago o en condominio, mientras que el 17,1% vive en un alquiler y el 8,6% en una vivienda cedida.
Además, se debe considerar que las proyecciones de población indican que para el año 2032, los habitantes en el Paraguay serán de alrededor de 8,5 millones de personas, donde una mayor parte –más de 6,2 millones– vivirán en las zonas urbanas, mientras que en el sector rural habitarán solamente 2,3 millones de personas.
El mayor crecimiento se dará indiscutiblemente en las áreas urbanas, que en poco menos de dos décadas deberán recibir a 2,2 millones de ciudadanos más.
En el mismo contexto, en nuestro país, y según estimaciones de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), el déficit habitacional afecta a más de 1.000.000 de viviendas en el Paraguay, número que se distribuye en diversos tipos de demanda: “nuevas viviendas”, “ampliación”, “mejoramiento” y demandas de “ampliación y mejoramiento”.
En el caso de que no existiera un cambio trascendental en la política pública, en el 2020, el déficit a nivel local afectaría a más de 1.500.000 viviendas.
Considerando todo lo anterior, la naturaleza de la vivienda también ha cambiado.
Si antes el formato tradicional era una vivienda, entendida como un lote o una propiedad de 12 metros por 30 metros, jardín y patio, se pasa a al menos tres esquemas habitacionales: la casa, el dúplex y el departamento, donde aparecen nuevos atributos en función a las necesidades y usos de las familias.
Por ello, el surgimiento del sector inmobiliario, específicamente, los edificios corporativos y de departamentos de alta gama, mostró el camino de nuevas inversiones, aunque las mismas deberán necesariamente orientarse al segmento de mercado más numeroso: la clase media.