El rol de las virtudes en las organizaciones

Cargando...

Las organizaciones, sean del ámbito privado o público, están constituidas, sustentadas y operadas por personas. El nivel de competencia, contribución y compromiso individual, como colectivo de sus constituyentes, determina la grandeza, o la mediocridad, el avance o el atraso, la productividad o el desperdicio, el éxito o el fracaso, el legado o la insignificancia de sus respectivas organizaciones.  Fundamental para determinar la grandeza, el avance, la productividad de alto valor, el éxito de largo  plazo y el legado para las siguientes generaciones son las virtudes cardinales, ya que fortalecen la libertad, motivan y refinan las acciones humanas.   

Desde la experiencia del CAES de la Facultad de Ciencias Económicas (UNA), hoy liderado por el Profesor Dr. Antonio Rodríguez Rojas, decano, cinco desafíos deben ser enfrentados antes que una aproximación hacia la integridad organizacional pueda funcionar: (1) desarrollar un marco ético de trabajo, (2) alinear la práctica con los principios, (3) superar el cinismo, (4) resolver conflictos éticos, y (5) poner la misión por encima del yo.   

Las virtudes son adquiridas por hábito o practica repetitiva. Los esfuerzos esporádicos no llevan a alcanzarlos. Ellas son alcanzadas por medio del esfuerzo continuo, la constancia de intentarlo cada día. Las personas que habitualmente actúan bien continúan haciéndolo aún cuando confrontan dificultades, ya que las virtudes les sostienen.  "Una persona hace lo que debe hacer a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, ésta es la base de toda la moralidad humana" (John F. Kennedy).

Ser virtuoso, implica tener una disposición firme y establecida de elegir el bien (es decir, hábito de elegir el bien) en una variedad de contextos. Cada contexto diferente define una virtud diferente. Las virtudes morales también funcionan de acuerdo con lo que Aristóteles llamó "el medio de oro" de la razón humana, que es el paso medio que la razón indica entre otros dos caminos que llevan a los excesos o déficits (este "medio" o "mesortes" es la cumbre o pico entre los dos extremos o vicios).

La adquisición o desarrollo de virtudes puede ser comparado con la meta de convertirse en un buen atleta; un desempeño superior depende de la habilidad de evitar demasiado mucho o demasiado poco, y nadie alcanza niveles altos de desempeño atlético sin intensa practica. Los líderes de las organizaciones juegan un rol significativo en el desarrollo o erosión de las virtudes en las personas de sus organizaciones.   

Las virtudes son valores con signo positivo. Milton Rokeach –profesor emérito de psicología social y autor de la obra seminal "La naturaleza de los Valores Humanos"–  define valor ético así: es una convicción o creencia estable en el tiempo de que un determinado modo de conducta o una finalidad existencial es personal o socialmente preferible a su modo opuesto de conducta o a su finalidad existencial contraria. Por casos, justicia (+) vs. injusticia (-), coraje (+) vs. cobardía (-), humildad (+) vs. vanidad (-), generosidad (+) vs. avaricia (-). En concreto, los valores adquieren signos positivos o negativos de acuerdo a la opción existencial de la persona, es decir, dependiendo de su cultura, religión, crianza, educación y experiencia.   

Existen virtudes fundamentales que son esenciales para cualquier toma de decisión ética. Estas son las cuatro virtudes cardinales (del latín "cardo" que significa bisagra): prudencia, justicia, coraje, y dominio de sí. Estas cuatro virtudes son las principales virtudes naturales o morales que coordinan la actividad humana y lo dirige hacia el bien o cumplimiento de una persona. Las virtudes cardinales son la raíz desde el cual todas las demás virtudes crecen porque aquellas perfeccionan las capacidades naturales o adquiridas de una persona en su búsqueda del bien.   

La prudencia (también llamado sabiduría, buen juicio, competencia, razonamiento práctico) es el hábito de reconocer fines nobles y elegir los medios más efectivos y eficientes para lograrlos. El profesional sabio o prudente sabe que vale la pena perseguir y elige los medios necesarios (legítimos).

La persona imprudente puede ver cuáles metas perseguir, pero ella o el no pueden consistentemente encontrar una buena manera de lograr esas metas. Existe una noción que puede ser llamada una "falsa prudencia", que lleva a las personas a buscar solo lo que es útil a su propio bienestar material; ejemplos son la predisposición a la deshonestidad, la hipocresía y el autointerés exclusivo. La prudencia es la más importante entre las virtudes cardinales ya que es central para practicar las demás. La prudencia se puede articular como una ecuación del buen juicio y la razón correcta acerca de las personas y sus acciones.   

La justicia describe una situación o un hábito en el cual uno constantemente da a otros lo que correctamente les corresponde, de manera que puedan cumplir con sus deberes y ejercitar sus derechos y, al mismo tiempo, intenta ver que otros hagan lo mismo. La justicia no lleva a uno a sacar conclusiones apresuradas de carácter ofensivo o destructivo sobre otros. Vivir la justicia es respetar la privacidad de la otra persona que es necesario proteger y no divulgar en público lo que debe ser mantenido dentro de los dominios de la organización. Cada persona e institución tiene el derecho de un buen nombre: la calumnia, el falso testimonio, los rumores maliciosos constituyen serios asaltos de injusticia contra personas y organizaciones.   

El coraje (algunas veces también referido como fortaleza) es el hábito de la moderación de las emociones del miedo o la valentía para lograr una meta racional. Es la habilidad de enfrentar y superar situaciones difíciles, de actuar aun cuando uno está temeroso. En las organizaciones, el coraje puede permitir a una persona superar consistentemente el miedo y apoyar el derecho de otros, de aventurar críticas impopulares, de un gerente de relocalizar empleados incompetentes, proceder con la ejecución de despidos difíciles, de participar en negociaciones que afectan las relaciones laborales con la organización o tomar acciones en proyectos que valen la pena a pesar de los riesgos involucrados.  Contrariamente con la persona de coraje, la persona cobarde exagera el riesgo o el peligro de la situación.

La persona temeraria puede ser insensible a los riesgos y peligros, sufriendo ambos las consecuencias de sus actos. Una persona de coraje no es aquella que nunca retrocede ante el peligro o nunca asume un riesgo, sino más bien es quien cuyo juzgamiento de las situaciones es sólido. Le lleva a ser paciente cuando pasan cosas desagradables a la hora de lidiar con obstáculos, a vencer sus propios caprichos, egoísmo, pereza para enfrentar obstáculos normales del día a día, de evitar desplegar amargura, mal talante, o pesimismo.   

El dominio de sí (también conocido como templanza o disciplina) es la habilidad de tener control sobre las propias tendencias hacia la pereza, la ira, la complacencia, la postergación deliberada de hacer algo que se debe hacer y la renuencia de cumplir responsabilidades. Puede ser definido como la virtud de moderar las emociones trastornadas del gozo o disfrute. Es requerido en las organizaciones, por ejemplo, para vencer presiones de favorecer a alguien en detrimento de otro, de ser excesivamente frugal o desperdiciar dinero en lujos. El dominio de sí es también necesario para mejorar toma de decisiones acerca de la ubicación de recursos escasos.   

Las virtudes son medios poderosos para el mejoramiento personal y colectivamente ayuda a causar reforma social debido a su fuerte apelación a la razón, diluyen la pasión, el prejuicio, la vanidad y el autointerés exclusivo; es una fuerza civilizatoria apra establecer justicia.   

Conducirse como ser humano nunca es fácil. Pero ese es el punto. Las personas virtuosas en la organización virtuosa no son perfectas, cometen errores, y fracasan pero se levantan y retoman el camino correcto y, en el devenir de las cosas difícilmente acepten la idea de que la trivialidad, la mediocridad y la futilidad son metas apropiadas. Están para hacer la diferencia anteponiendo sus misiones al yo, en convergencia con la misión de la organización, sostenidos por la práctica de las virtudes que funcionan como un entramado de tapiz.   

Virtudes. Las virtudes son adquiridas por hábito o practica repetitiva.  Los esfuerzos esporádicos no permiten alcanzarlos.

Líderes.  Los líderes de las organizaciones juegan un rol significativo en el desarrollo o erosión de las virtudes en las personas.

Medios. El profesional sabio o prudente sabe que vale la pena perseguir y opta por  los medios necesarios (legítimos)...

Seguir. Las personas virtuosas en la organización virtuosa no son perfectas, cometen errores, pero  retoman el camino correcto

Superior. Un desempeño superior depende de la habilidad de evitar demasiado mucho o demasiado poco. Nadie llega  sin una   práctica intensa.

(*) Facilitador y consultor del CAES invitado

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...