El pan nuestro de cada día

Hay frases que me encantan por la expresividad que han logrado significar con tan pocas palabras. La de "cada niño viene con un pan bajo el brazo" implica unos razonamientos realmente interesantes.

Desde que los bebés, en realidad, no comen pan, hasta ojalá trajeran pañal, crema y ropas en lugar de pan, son solo algunas consideraciones que se suelen realizar. Pero el significado real de esta bienvenida a cada recién nacido, siempre, aunque las circunstancias financieras no sean las más deseables, constituye un deseo, una esperanza, una afirmación, una sentencia, tan firme como si fuera la verdad absoluta.   
   
Así también rogamos por el pan nuestro de cada día, como si solo de pan viviera el hombre, cuando en realidad los alimentos que consumimos se elevan de precio o disminuyen nuestros ingresos y, por ende, no podemos consumir lo que deseamos. También precisamos de alimento espiritual y, desde luego, de sabiduría para administrar "el pan" en nuestro presente y para nuestro futuro.   
   
Hace unos días les decía a un grupo de jóvenes que el problema financiero de "mi futuro yo" es que las decisiones de consumo las realiza "mi yo presente", el cual es egoísta y absolutamente irresponsable ante el sufrimiento de "mi futuro yo". Pedimos, trabajamos y nos esforzamos por el pan de cada día, descuidando las necesidades que tendremos en el futuro, cuando la voluntad sea de hierro para seguir produciendo, hasta que la dura realidad nos coloque ante la más fría de las situaciones: la vejez que simplemente no nos permite hacerlo.   
   
Nuestro trabajo, nuestra responsabilidad, nuestro derecho.  

Los padres normalmente les damos todo a nuestros hijos, eso implica preocuparnos por su educación, alimentación, salud, seguridad, comodidad, etc.; pero si bien esa es la responsabilidad que nos toca a los padres, no tiene sentido invertir en la educación de los hijos mirando el futuro promisorio que les queremos legar, si al final ellos deberán, a su vez, no solo pensar en sus hijos, sino también en mantenernos a los padres.   
   
A veces creemos que nuestros hijos deben cumplir nuestros sueños o ser la esperanza de nuestro futuro. No estoy de acuerdo con esta forma de pensar. Creo que los padres debemos cumplir con nuestra responsabilidad de educar de la mejor manera a nuestros hijos, pero lo hacemos para el futuro de ellos. A su turno les tocará cuidar con responsabilidad a sus propios hijos. Por ello, no les corresponde hacerse responsables del cuidado económico de sus padres, sino de disfrutar de su compañía con amor y respeto.   
   
Pero entonces, ¿quién se encargará de mi mantenimiento cuando ya no pueda trabajar?, pues esa es responsabilidad de "mi yo actual". Mi "yo actual" tiene que trabajar para cumplir con los deberes y obligaciones de hoy, previendo el cumplimiento de los deberes y obligaciones de "mi yo futuro", quien también tiene derecho sobre mis ingresos actuales.   
   
Por lo tanto, hoy tengo que recibir mi pan de cada día y saber administrarlo de tal forma  que su consumo alcance hasta mis futuros días. Para comprender el punto, evaluemos con objetividad cómo transcurre la vida económicamente activa de una persona de nivel social y económico promedio en el Paraguay.   
   
Les presento a Pedro, aunque seguro que ya lo conocen.  

Tomemos el caso de Pedro Pereira, joven profesional del derecho con 31 años de edad y 7 años de ejercicio independiente de la profesión, casado desde hace 2 años con Laura, es padre de Sarita de 8 meses. Su patrimonio está compuesto por una casa valorada en G. 450 millones, sobre la que pesa una hipoteca que le carga una cuota de G. 2.750.000 al mes, también posee un auto año 2001, de marca europea. Su esposa odontóloga recién recibida está con planes de instalar un consultorio odontológico, donde la inversión necesaria sería de unos US$ 50.000.   
   
Por otro lado, Pedro está consciente de que el tiempo pasa rápido y Sarita precisará en poco tiempo ir a la guardería y luego ya vendrán las cuotas del colegio. El sueño de Pedro es que su hija vaya a un colegio bilingüe, pues conoce la importancia del dominio del idioma inglés. Pero tampoco es ajeno, junto a su esposa, al sueño de conformar una familia con 3 niños. Así que en lugar de mirar a tan largo plazo la educación de Sarita, también deberá ver cómo se presentan las cosas si vienen más niños y las decisiones también dependerán, en gran medida, del éxito que pudiera alcanzar el desarrollo de la profesión de Laura.   
   
Así Pedro se encuentra con su "yo actual" debiendo tomar decisiones importantes que implican el uso de todos sus ingresos e incluso el comprometer los mismos durante mucho tiempo en el futuro. ¿Cómo podemos ahorrar para nuestro futuro si no nos alcanza para vivir nuestro presente?
   
En realidad, el problema de fondo es que los seres humanos somos insaciables, pues el 42% de la población paraguaya estaría de acuerdo en señalar que Pedro es el hombre más afortunado del mundo y que vive como rico.   
   
Pedro en cambio se sabe feliz de contar con tan linda familia, pero se siente presionado por las deudas y angustiado por  los nuevos desafíos que debe hacer frente y que implican más presión financiera sobre sus ingresos.   
   
Entonces, ¿qué nos pasa?  

Lo que sucede es que si Pedro ganara un salario mínimo tendría otro tipo de preocupaciones y otra conformación de gastos, convencido de que un aumento de G. 200.000 solucionaría todos sus problemas. Pero quien gana G. 2 millones está convencido de que un aumento de G. 500.000 sería lo ideal. Increíblemente, quien gana G. 5 millones considera que si ganará solo G. 2 millones más ya podría estar mejor con sus cuentas.   
   
Pero la verdad es que si ganáramos G. 100 millones tampoco nos alcanzaría, porque somos campeones en desear algo nuevo todo el tiempo. Cuando por fin hemos podido comprarnos la moto, queremos el auto, cuando lo tenemos, queremos un auto nuevo y cuando lo tenemos, nos damos cuenta de que en realidad necesitamos una camioneta para los fines de semana. Entonces, no se trata de cuánto ganamos, sino de cuánto gastamos.   
   
Para que nuestro pan de cada día nos permita vivir hoy y ahorrar para mañana, necesitamos gastar menos de lo que ganamos, independiente de cuánto sea ese monto. El que no puede administrar lo poco, tampoco sabrá administrar lo mucho.   
   
El problema real está en que si solo superamos el día a día, estaremos dejando una carga pesada a nuestros hijos. El mantener a nuestro "yo futuro" no solo será un problema para nuestros hijos, quienes deberán mantenernos a nosotros y a sus hijos, sino también será un grave problema para nosotros, que nos sentiremos incómodos viviendo de la caridad de nuestros hijos.   
   
Pero, volvamos a nuestra realidad  

Sé que es difícil ahorrar, podés estar seguro de que me cuesta tanto como a vos, pero tenemos que hacerlo por nuestro bien y el de nuestra familia. Te doy un consejo, por lo menos a mí me sirve, si al igual que yo sos una persona a quien le cuesta ahorrar, pero honra sus cuentas a lo que  dé lugar, entonces te servirá el consejo: cuando cobro mi salario, hago una lista de todos los gastos que tengo y en esa lista coloco un depósito en una caja de ahorro (trato de que siempre sea por lo menos el 10% de mis ingresos), y al pagar mis cuentas asumo que esa caja de ahorro es una cuenta a pagar tan real como el consumo del agua o la electricidad, la pago sin dudar.   
   
Aunque el resto del mes tenga que pedalear para llegar, no uso el dinero de esa cuenta (así como no me iría a pedirle a la ANDE que me devuelva una parte de la cuenta que pagué). Cuando en esa caja de ahorro llego a un monto que me permita invertir en algún activo financiero que me dé mayor rentabilidad que la caja de ahorro, lo hago, por ejemplo llegó a G. 10 millones y entonces compro un bono. Dejo en la caja de ahorro lo correspondiente al último mes y continúo con mi aporte como siempre. De a poco, mis inversiones me irán dando intereses que  depositaré a mi caja de ahorro en forma de aportes extras.   
   
Una vida trabajadora se merece una vejez digna, por ello no dejemos al egoísta "yo actual" que coma todo el pan hoy, obliguémosle a guardar algo, aunque sea iniciando con pequeñas migajas, para que nuestro "yo futuro" también pueda disfrutar de nuestro trabajo actual. Yo lo hago, porque me merezco gozar de mi jubilación futura y lo más importante, mis hijos se merecen disfrutar de mi compañía y de la responsabilidad de criar a sus hijos sin que el mantenerme sea una carga. No se olviden, al fin y al cabo, cada niño trae el pan bajo el brazo, ¿no?

Gloria Ayala Person.
Presidenta de Cadiem Casa de Bolsa   
gayala@cadiem.com.py
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