El costo de la resignación

Este artículo tiene 11 años de antigüedad

La resignación es un suicidio cotidiano (frase de Honoré de Balzac) y ciertamente coincido en que representa acertadamente a miles de trabajadores en todo el mundo. Expresiones como: dado quien soy ya no puedo hacer otra cosa; siendo como soy esto es lo que me toca; no tuve la suerte de poder estudiar así que tengo que conformarme; y otras muchas frases que escuchamos diariamente, tienen en común la autolimitación.

La resignación es una actitud distinta a la aceptación. En la primera existe sufrimiento, conlleva el deseo de que la situación sea de otra manera y no como en la actualidad; sin embargo, no nos movemos en la dirección que deseamos, se queda en el sentimiento de frustración y como mucho se manifiesta a través de la queja, tanto verbalmente como por el lenguaje corporal que denota amargura.

En cambio, la aceptación implica sobrevivir al contexto, asumirlo e incorporarlo. En la resignación convive el sentimiento de compasión por uno mismo; en la aceptación existe el reconocimiento de la realidad, pero con la decisión de aprovechar la experiencia para redirigir la mirada y cambiar positivamente el escenario.

Esto es lo que hay

No debemos permitirnos la confusión entre afrontar la realidad con tirar la toalla, no es lo mismo aceptar lo que nos pasa, que resignarnos a que nos siga pasando. Un manera sencilla de plantearnos el siguiente paso podría ser preguntarnos “qué estoy haciendo que ya no quiero hacer?”, y probablemente la mayoría podrá encontrar por lo menos una respuesta; pero entonces, por qué lo seguimos haciendo?

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En algunos casos, la resignación es vista como una especie de virtud, algo así como una postura estoica, por ejemplo, me llama la atención la mujer que recibe la felicitación por sus 40 años de matrimonio “aguantando” a su marido. En lo personal no veo ningún mérito en ello, al contrario, me resulta muy triste esa escena y no se la deseo a nadie.

Interpretar una situación como impuesta por el destino tampoco es positivo, pues si tu realidad te resulta perjudicial, puedes cambiarla. En mi opinión, el destino no es cuestión de suerte y no hay que esperarlo, es cuestión de decisión y hay que lograrlo, por ello insisto en cambiar la actitud pasiva y hasta sumisa de la resignación por una más valiente y activa.

Por otro lado, hay quienes utilizan el término paciencia en lugar de resignación. Pero la paciencia tiene un fin o un propósito para lograr un objetivo, quizás unida a la perseverancia y disciplina, en ocasiones quizás implique hasta bajar la cabeza o “tragar sapos”, pero teniendo en claro la meta. La resignación es distinta, pues denota renuncia y negación para avanzar hacia un objetivo.

Aceptar una situación está relacionado a la aprobación, dar algo por bueno o no presentar oposición, desde aprender a vivir de los errores aceptando el pasado, para encarar el futuro con una nueva perspectiva, valorando las oportunidades que se presentan para disfrutar de la vida.

La aceptación es dejar la negación, es evitar pelearse con la injusticia del pasado, es entender que lo sucedido influye en quien soy, pero no determina quién seré, el punto de partida no define mi meta. Aceptación es la integración de mi pasado para enfocar de manera positiva mi presente y lograr mi futuro.

La aceptación no tiene relación con peleas, luchas ni rencores del pasado, no tiene que ver con darle ventaja a otros ni hacerme débil; al contrario, trae consigo el perdón a los demás y a mí misma, para poder avanzar de manera más ligera y eficiente hacia quién quiero ser por decisión propia. Puedo no ser culpable de las circunstancias que rodearon mi pasado, pero soy responsable de quien estoy siendo y de quien seré mañana.

Responsabilidad

La resignación tiene un costo alto en nuestras vidas, tanto a nivel emocional como financiero. Al resignarnos nos convencemos de que no nos vemos capaces de cambiar una situación que nos aqueja, por ello está ligada a la frustración y a la pena.

Así nos resignamos a este empleo que no nos agrada y en la empresa donde no nos sentimos valorados, reconocidos o felices, muchas veces simplemente porque no nos consideramos merecedores de algo más, entonces dejamos de luchar por mejorar nuestra propia calidad de vida, porque nos convencieron de que no nos merecemos algo más.

La baja autoestima puede llevarnos a asumir tareas que no deseamos, cargamos así mochilas ajenas y nos consideramos responsables de compromisos que en realidad no nos corresponden, simplemente por creer que algunos roles vienen con una carga emocional que implica la resignación y renunciamiento de prioridades personales.

Una persona que considera una carga su trabajo pero resignadamente asume que no puede cambiar esa situación debido a su baja instrucción, deudas asumidas, compromisos familiares o incluso culpando al destino; será un trabajador malhumorado, con baja capacidad de producción, desatento y poco comprometido con la excelencia.

En ocasiones, funciona preguntarnos que estamos haciendo que ya no queremos hacer, pero a veces al igual que el trabajador del párrafo anterior, sabemos lo que ya no queremos hacer, pero no nos atrevemos a responder una pregunta un poco más incómoda: que sí quieres hacer? O visto de otra forma, que estás queriendo hacer y no te atreves?

Es usual encontrar el enojo, la queja y la frustración detrás de la resignación. Si modificamos la actitud e independiente al resultado de una situación aprovechamos el aprendizaje que nos ofrece, podríamos acercarnos a la armonía de nuestras decisiones desde la aceptación y la construcción de una nueva realidad.

Cerca de la resignación se encuentra el conformismo, que impone adaptarse a cualquier situación dejando de lado los propios derechos o deseos, en este estado de ánimo se aloja la tristeza y tal vez incluso el miedo, nublando la posibilidad de reconocer la capacidad para salir adelante y avanzar.

No soy culpable de la mayoría de las circunstancias que me rodean, pero soy responsable de mis decisiones ante esas circunstancias, yo decido con qué estado de ánimo manejaré mis emociones, con consciencia y desde la libertad podré tomar mejores opciones para mi vida. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

Enojo

Es usual encontrar el enojo, la queja y la frustración detrás de la resignación. Si modificamos la actitud, podríamos acercarnos a la armonía.

Cerca

Cerca de la resignación se encuentra el conformismo, que impone adaptarse a cualquier situación dejando de lado los propios derechos

gloria@ayalaperson.com.py