El Chaco, una región con mayor dinamismo asociado a producción

Durante las últimas décadas y desde el inicio del Paraguay como Estado independiente, el Chaco paraguayo ha lidiado con la condición de “hiperperiferia”. Lejos de ser un espacio ocupado y controlado, sus límites administrativos permanecieron difusos e inciertos hasta superada la Guerra del Chaco. Asimismo, durante todo el siglo XX, la región Occidental constituía un espacio despoblado y rezagado dentro de un país a su vez aislado y malintegrado a la región y al mundo.

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Según estimaciones de la Dirección General de Encuestas, Estadística y Censos (DGEEC) en 2012, la Región Occidental habría contado con poco menos de 180.000 habitantes, lo que equivaldría al 2,8% de la población nacional. Con una densidad poblacional de menos de un habitante por kilómetro cuadrado (0,73 hab./km²), el Chaco no aparece prioritario en las políticas públicas. Sin embargo, por los desafíos que se le presentan, el diseño de un proyecto estratégico de desarrollo para las diferentes zonas del Chaco aparece absolutamente necesario.

Según la consultora Investor Economía, desde la década de 1980 la agricultura, y sobre todo las industrias lácteas, pilotaron el crecimiento económico del Chaco central, mientras que el resto del espacio se mantenía en reserva, es decir con una muy baja producción ganadera. A partir de mediados de la década de 1990, la ganadería para carne inicia un proceso de intensificación productiva en el Chaco central que luego se expandirá aceleradamente hacia otras zonas, alimentado por los precios de exportación de la carne paraguaya.

Nuevas unidades productivas surgen en el departamento de Alto Paraguay, como resultado de una reorganización de las fuerzas productivas entre los actores agropecuarios de varios países de la región. En efecto, los agricultores argentinos que compraron tierras a ganaderos uruguayos, provocaron la llegada de estos últimos al Chaco paraguayo desde finales de la década de 2000, debido a los precios de la tierra muy atractivos.

Un poco antes, a partir de 2002, son ganaderos brasileños los que comienzan a realizar inversiones en el Alto Paraguay, atraídos por los bajos precios de la tierra. Sin embargo, las nuevas inversiones en el sector inmobiliario se trasladan al sector productivo, donde rápidamente se instalan haciendas ganaderas, facilitadas por una amplia gama de servicios logísticos disponibles en las ciudades de Filadelfia y Loma Plata, permitiendo a los inversores implementar una ganadería semiintensiva. La economía del Chaco no se reduce al dinamismo ganadero que se observa en los últimos años, sino que otros sectores han irrumpido en la región y crecen también a un ritmo prometedor. Las agroindustrias, así como las experimentaciones de cultivos como la soja y el maíz, tanto en Agua Dulce como en la zona de Mariscal Estigarribia, dan la pauta de que el Chaco dispone de diversas oportunidades de integración económica, lo que contrasta con la imagen, casi siempre limitada, de espacio periférico y sin demasiadas opciones de producción. Las transformaciones en curso necesariamente impactaran en la estructura poblacional del Chaco. Además, las exploraciones de hidrocarburos pueden abrir otra nueva ventana de oportunidades pero también de desafíos de gestión.

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