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Así como la dieta que empezaremos el próximo lunes, solemos tener una tendencia a dejar para el futuro el inicio de aquello que queremos y anhelamos y cada vez que llega ese momento, simplemente lo volvemos a tirar al frente, como si nuestra vida fuera un partido de fútbol y las decisiones fueran pelotas que devolver al destino.
Responsabilidad
Moverse no es lo mismo que avanzar, agota de igual manera, pero deja una sensación de frustración al no alcanzar ningún logro aún tras mucho esfuerzo. Así, es común escuchar a personas de 50 años diciendo: ¡hace 30 años que trabajo y no tengo nada! Como si la responsabilidad de ello la tuviera el destino o la injusticia de la vida.
Claro que quienes pronuncian esa frase generalmente tienen excelentes explicaciones del motivo o los motivos por los cuales están en esa situación. Algunas típicas excusas son: lo que pasa es que no tuve suerte y por eso no pude estudiar; tuve que hacerme responsable de cuidar a mi mamá enferma y eso me llevó demasiado dinero; gano muy poco luego; mi jefe siempre me envidió y por eso no me dejó avanzar; en esta empresa si no tenés un padrino nadie te apoya, etc.
A mi criterio, existe una diferencia importante entre la culpa y la responsabilidad. La culpa es una actitud formada por emociones y pensamientos que nos lleva a una sensación de autodevaluación; cuando nos sentimos culpables realizamos una calificación negativa de nosotros mismos, nos sentimos mal y de alguna manera nos indica que nuestra conducta no ha estado en armonía con lo que nosotros consideramos adecuado.
La culpa no sirve de nada, ni a nosotros ni a la persona a quien hemos lastimado o fallado de alguna manera. Lo importante es asumir la situación, sea resultado de nuestros actos o de acontecimientos externos (culpa de otra persona o de un evento fortuito que nos ha perjudicado) y hacernos responsables de enmendar hasta donde sea posible la condición existente.
Usualmente tenemos la expectativa de que la persona que tenga la culpa se haga responsable de la solución. Esto no siempre se dará y quien saldrá nuevamente lastimado o quedará atrapado en el plagueo serás vos; por ello, esperar que el culpable se haga responsable, en muchas ocasiones es pérdida de tiempo e incluso de dinero.
Salir de la zona de la culpa para reaccionar con responsabilidad es la única estrategia válida para quien quiera llegar al éxito en sus metas y a través de ello lograr satisfacción. Esta última palabra vale la pena analizarla desde su etimología, pues satisfacción está relacionada con el verbo latino “facere” (hacer) y el adverbio “satis” (suficiente), es decir, satisfacer significa hacer, conseguir o dar lo suficiente como para quedar contentos.
Entonces, si quieres lograr satisfacción, tendrás que salir de la zona de confort, de la simple catarsis contra otros culpables y en vez de ello levantarte, hacerte responsable y hacer lo que sea necesario a fin de alcanzar la felicidad en tu vida.
Manos a la obra
Estamos terminando nuevamente el año, es momento de concentrarse para poder quitar el máximo provecho al año que estamos por estrenar en pocos días más. Es por ello que estoy realizando el balance anual de mi vida.
Utilizaré el recuento de lo actuado en el año 2013 para poder tener una base de mis logros en los aspectos económico, financiero, espiritual, familiar, emocional, salud, social e incluso de disfrute. En un intento por ser objetiva, evitaré encontrar explicaciones sobre el motivo por el cual no voy al gimnasio o justificar el porqué pasé más tiempo trabajando que disfrutando de la compañía de mis hijos o leyendo un buen libro o simplemente descansando. Todos tenemos problemas pero, en ocasiones, pareciera que estamos haciendo competencia de si mis dificultades son más grandes que las tuyas o viceversa. A efectos de avanzar, eso no tiene ninguna utilidad.
Las geniales excusas no me sirven en este momento, necesito poner una calificación al lugar donde me encuentro ya que, conocer mi realidad es fundamental para poder definir luego las metas que quiero lograr en cada área de mi vida, es la única manera en que podré trazar un plan para alcanzarlas. A efectos de no cometer un “sincericidio”, compartiré contigo el cuadro que elaboré para mi propio análisis, pero sin mostrarte mis calificaciones y mis apuntes personales; el mismo te servirá de modelo, pero no pretendo, bajo ningún concepto, que sirva de ejemplo de cómo calificar tus propias prioridades.
Justamente, uno de los puntos clave en el balance anual es la evaluación de las prioridades, las cuales varían de persona a persona, dependiendo principalmente de nuestras experiencias de vida y nuestras expectativas de futuro. Lo concreto es que, independientemente a que lo visualicemos en nuestras metas, la mayoría de ellas tendrá un impacto en lo financiero, pues necesitamos dinero para realizar nuestras actividades, por ello debemos prepararnos, planificar y proyectar adecuadamente. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.
Culpa
La culpa es una actitud formada por emociones y pensamientos que nos lleva a una sensación de autodevaluación cuando nos sentimos culpables.
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