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a. Cuando la ficción supera a la realidad ABC Color publicó el 19 de julio del corriente año que el Gobierno de Brasil impide que se compre energía paraguaya de Acaray.
En efecto, desde el 2012, la comercializadora de energía Mercosul Energy realiza gestiones ante el Gobierno brasileño para importar energía eléctrica de la central Acaray. A la firma, que ofrece pagar el precio de mercado al Paraguay, le es denegada la autorización con la excusa de que se podría alterar la energía disponible de Itaipú.
No obstante, la empresa comercializadora Mercosul Energy ratificó su intención de importar la energía paraguaya de la central de Acaray con la finalidad de venderla en el mercado brasileño.
El director presidente de la firma, Sergio Paulo Soares, explicó que las tratativas en nuestro país se iniciaron el 13 de marzo de 2012. Todo ello, en la sede de la ANDE con presencia de la viceministra de Minas y Energía Mercedes Canese y el titular de la ANDE Carlos Heisele.
Los términos de precio serían definidos cuando Mercosul Energy tenga la autorización de importación del Ministerio de Minas y Energía del Brasil. Antes sería imposible definir el precio habida cuenta de los cambios en el mercado.
Es importante señalar que el empresario mencionó que los precios del año pasado, en el mercado Spot, eran unos R$ 822 el megavatio hora (240 US$) y este año están en R$ 322 el megavatio hora (118 US$). También Chile y Uruguay tenían interés en comprar el excedente de la energía paraguaya generada en Itaipú.
A comienzos de 2011 Paraguay logró conseguir el visto bueno político de Argentina para vender energía de Yacyretá a Chile y a Uruguay, aunque infructuosamente, por la falta de autorización técnica. Sin embargo, la Argentina le vende energía a Uruguay por unos US$ 300 millones anuales (ABC 21 de enero de 2011). También es conocido que en Garabí argentinos y brasileños se intercambian energía de Yacyretá y de Itaipú.
El exdirector general paraguayo de Itaipú Gustavo Codas decía que desconocía qué precio quieren pagar los dos países interesados por la energía paraguaya, aunque sería muy superior a los que actualmente se recibe como compensación por cesión de energía (ABC 21 enero 2011). Antes de Itaipú, a inicios de 2002, Codas fue nombrado asesor financiero de la Central Única de Trabajadores brasileña. En el área de relaciones internacionales de la misma entidad asumió João Vaccari Neto, consejero de Itaipú, tesorero del Partido de los Trabajadores y actualmente en prisión por el caso Petrobras. Oportunamente, Codas quedó como encargado de relaciones internacionales y Vaccari como asesor financiero. “Tanto Vaccari como Codas son amigos y compañeros de causa” (Hoy digital, 16 de marzo de 2015).
Es importante señalar que en Itaipú la energía paraguaya es cedida gratuitamente a la multinacional Eletrobrás. Una minúscula compensación, unos US$ 9 el megavatio hora desde mediados de 2011, que paga el Tesoro brasileño desde 1986, en vez de Itaipú, en substitución del precio justo acordado en el Acta Final de Foz de Yguazú de 1966.
b. Cuando la realidad supera a la ficción
Es imposible que Brasil devuelva su electricidad, unos 38 millones de megavatios hora anual, al Paraguay. Mientras no consiga otra fuente que lo substituya, el socio condómino no apagará su luz para que podamos encender la nuestra. Tampoco la ANDE podrá comercializarla en el mercado brasileño, como lo hace ilegítimamente la Eletrobrás. La realidad nos señala que la soberanía energética paraguaya en Itaipú, estipulada en el Tratado de 1973, sigue siendo un mito.
“Fue pintoresco cuando el canciller Celso Amorim se pasaba gritando a los paraguayos ‘pacta sunt servanda’ (los tratados se respetan) en uno de los frecuentes conflictos sobre Itaipú, pues los herederos de Tordesillas siempre carecieron de los escrúpulos que le impidieron firmar tratados solemnes con el explícito propósito de nunca cumplir su parte” (Caballero Aquino, Ricardo. Las causas de la guerra. Ajedrez del diablo. Ed. El Lector. 2013).
El Tratado de 1872, “acordado” en presencia de las tropas de ocupación; la “redemarcación”, impuesta por el Protocolo de 1930, para incorporar el Salto de Guairá a la margen brasileña; el desacato del acuerdo del 19 de enero de 1964, entre João Goulart y Alfredo Stroessner, para la explotación conjunta del Salto del Guairá; la inopinada invasión a Puerto Renato, territorio nacional, en 1965 y el Tratado de Itaipú, que reconoce al Paraguay el derecho de adquisición de la energía no utilizada, son muestras de que Brasil –aprovechando una vez más la diferencia de magnitudes– no va a retornar al Paraguay su secuestrada energía hidroeléctrica generada en Itaipú.
Todo discurso, sea político o económico, que pretenda sustentar el desarrollo del Paraguay en función a su disponibilidad energética, proveniente de Itaipú y de Yacyretá, es una mera expresión de deseos (el mismo fenómeno acontece en Yacyretá).
A decir verdad, una mentira piadosa insostenible por el imperio de la realidad.
Ya que el Brasil no está dispuesto a retornar a su legítimo dueño la energía, al igual que los archivos nacionales que contienen la memoria histórica del país, solo cabe de momento exigir un precio justo o de mercado.
Entonces, entre las alternativas posibles –hasta que un gobierno patriota aborde el camino de la demanda internacional, para enmendar la profanada buena fe del objeto y fin del tratado, según la tesis de Gustavo De Gásperi, jurista paraguayo de feliz memoria– solo resta reclamar el precio justo.
Sin posibilidad de la cogestión paritaria de la represa, formalmente binacional; con patriotas de fachada, solo cabe esperar, en coincidencia con Mateo 6:34, que el 2023 venga con sus propios afanes.
US$ 9
Es importante señalar que en Itaipú la energía paraguaya es cedida a Eletrobrás por una minúscula compensación, unos US$ 9 el MWh.
juanantoniopozzo@gmail.com