División versus unión

Marcos vino un poco a la defensiva a mi oficina, acompañando a su mamá, quien me explicaba su preocupación, pues Marcos, de 18 años, está terminando la secundaria y ya debería saber qué carrera va a seguir, afirmaba Teresa. Sin embargo, yo observaba que Marcos prefería mirar hacia abajo y negar con la cabeza, no tenía intención alguna de abrirse con una extraña y mucho menos delante de ella, miraba a su mamá incluso con rabia, quizás por la presión que ella ejercía sobre él para que tomara una opción.

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Decidí pedir amablemente a Teresa que se mantenga en silencio y que si tuviera opiniones, preguntas o sugerencias las anotara para hacerlas al cierre de la entrevista, pero que me permitiera conversar con Marcos sin interrupciones. Por lo visto eso sorprendió gratamente a Marcos, supongo que pensaba “qué bueno, un punto a su favor, hizo callar a mi mamá”, no sé realmente qué pensó, pero cambió su actitud, me miró a los ojos y sonrió asintiendo.

Objetivo estratégico

Le pedí a Marcos que se imaginara con 80 años y me dijera cuál sería su legado, cómo se acordaría la gente de él, de lo que hizo en la vida. En silencio analizó un par de minutos la pregunta y luego me dijo muy seguro: ¡Lograré mejorar la vida de la gente de mi país!, menuda sorpresa me dio el aplomo del joven tímido y renuente que entró a mi oficina, se había transformado para convertirse en un líder nato.

Le pregunté cómo lograría algo tan grandioso, me dijo que él quería ser político para poder cambiar el país, pero que se daba cuenta de que para eso requeriría mucho dinero y que él no lo tenía; además, no le gustaba para nada el manejo prebendarista y clientelar del sistema por el cual estaban poseídos los partidos políticos.

Conversamos un poco sobre la inequidad social y la economía, sobre las carreras de transformación personal y comunitaria, como trabajo social, sicología, sociología y otras; pasamos a carreras de análisis y lógica donde el impacto en procesos e infraestructura podrían ser claves para el desarrollo del país como análisis de sistemas, ingeniería, arquitectura; luego dialogamos sobre la importancia de la medicina, veterinaria, agronomía y otras carreras.

Pero fue evidente que sus ojitos brillaban cuando se percataba de que cualquiera sea la decisión, él podía ejercer influencia en el cambio positivo que deseaba para su comunidad, influir desde el sector privado (empresarial o social) en las políticas públicas era algo totalmente posible y donde se necesita esa claridad de visión estratégica.

Divisiones que lastiman

La conversación se volvió algo tensa cuando le pedí que evaluara sus posibilidades económicas ante las alternativas de carreras que no le permitirían trabajar mientras estudiaba. No tenía pasión determinada por ninguna carrera, pero sin embargo note que sentía dolor al darse cuenta de que no podía seguir algunas profesiones, como si estuviera sintiendo una pérdida. Este fue un momento intenso, porque así son las decisiones importantes en la vida entera definir un camino implica decidir que no recorreremos otros miles de senderos que quizás fueran maravillosos.

Entonces, Teresa compartió su experiencia de cuando decidió seguir la carrera de odontología y que, si bien al principio tuvo sus dudas, pronto logró concentrarse en la meta y sintió un alivio cuando pudo comprobar que su decisión la llenaba de pasión y que por lo tanto se borraban las dudas que alguna vez rondaron por su cabeza. Marcos tomó a bien el comentario de su mamá, incluso advertí cierta admiración hacia ella, quizás por el coraje que tuvo ella al tomar una determinación tan fundamental y a su misma edad.

Volvimos a su motivación, hacer algo por el país, le pregunté qué estaba haciendo él ahora en su rol de joven comprometido hacia esa meta. No le gustó para nada la pregunta, me dijo que él pensaba hacer algo cuando fuera mayor y ya fuera un político reconocido, no pensó en la posibilidad de cambiar algo desde su situación actual. Pronto hicimos una lluvia de ideas sobre cosas que podría él encarar con sus compañeros de colegio y amigos, se sorprendió de que con tan poco podía hacer tanto y eso lo entusiasmó.

Le sugerí que las ideas se concentren en una meta y esboce un proyecto con objetivos y costos que podría implicar cada caso, también le propuse que converse con el profesor de metodología y con sus compañeros del centro de estudiantes. Si bien al principio lo vi entusiasmado, noté ciertas dudas en sus expresiones cuando escuchaba estas últimas sugerencias, pero preferí no decir nada al respecto.

Más tarde llame a Teresa, apenas le comenté sobre mi percepción, me confirmó que Marcos le dijo que él quería hacer el proyecto solo, que sus compañeros y amigos le sigan, pero quería sentirse dueño del resultado y del logro, que ser líder era estar solo en la cima y que los demás obedezcan.

Me resultó muy claro ver que nuestro entorno condiciona a pensar en algo así, es lo que se observa en el liderazgo político y empresarial, porque encontramos más fácilmente los puntos de división en lugar de los puntos de unión, asumimos que el líder debe ser uno solo y no nos percatamos que ello resulta estéril, pues no se logran los resultados esperados, y se pierden excelentes ideas que podrían haber hecho más grandioso el objetivo y enriquecer el proceso. Cuando todos se sienten dueños de una meta, se logra cohesión social y es más probable lograr compromiso en los esfuerzos.

Los intereses particulares usualmente riñen con las ideas y propuestas de los demás, por eso lograr una meta óptima para todos solo será posible con la suma de las fortalezas y liderazgos; para conseguir algo que realmente vale la pena necesitamos unirnos en el objetivo estratégico, aunque en momentos pareciera que nos estamos dividiendo. Esto es clave para el país, pero también para las empresas y para la comunidad. Muchas veces no logramos la utilidad en una empresa, porque los colaboradores no están comprometidos con la gestión, y obviamente esto influye en la creación de nuevos puestos de trabajo y en la posibilidad de un aumento de ingresos para los actuales trabajadores.

No hay un líder único, todos somos líderes de la transformación, solo tenemos distintos estilos y a veces estamos confundidos sobre la mejor manera de lograrlo, no permitamos que nuestros malos hábitos permeen en la juventud, hagamos un esfuerzo por dejarles un mejor legado a través de nuestro comportamiento ético y cívico. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

Utilidad. Muchas veces no logramos la utilidad en una empresa, porque los colaboradores no están comprometidos con la gestión.

Líder. No hay un líder único, todos somos líderes de la transformación, solo tenemos distintos estilos y a veces, estamos confundidos.

Unirse. Para conseguir algo que realmente vale la pena, necesitamos unirnos en el objetivo, aunque pareciera estar dividiendo.

Presidente de Cadiem Casa de Bolsa
gloria@cadiem.com.py

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