Conservación del agua solo se logra con el manejo de las cuencas (2)

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La conservación de la renovabilidad del agua no puede lograrse tratando de manejar el agua en forma independiente de los demás recursos naturales. Normalmente, suele confundirse la buena gestión de los sistemas de suministros de agua como equivalente a la conservación del agua. Por ejemplo, como medida de conservación de este recurso se recomienda economizar al máximo el agua entregada por los sistemas de provisión de agua potable.

Se trata de un error conceptual, porque la renovación del agua solo se produce a través de los procesos hidrológicos que se verifican dentro del ciclo hidrológico, en especial aquellos que forman parte del subciclo de escorrentía, que engloban los fenómenos que ocurren desde el momento en que la lluvia entra en contacto con la superficie del suelo en la cuenca y vuelve a salir de ella como escorrentía y evapotranspiración.

Las cuencas hídricas son áreas colectoras de agua y se clasifican en superficiales y subterráneas. Las superficiales son conocidas como cuencas hidrográficas. Una cuenca hidrográfica consiste en un área drenada por una corriente o un sistema de corrientes, cuyas aguas concurren a un punto común de salida. De acuerdo al uso predominante de la tierra en las cuencas, se las clasifican en rurales (agrícola, ganadero y forestal) y urbanas. Las cuencas subterráneas están conformadas por los acuíferos y otras formas de almacenamientos de agua existentes en el subsuelo.

Conservar el potencial de la renovabilidad del agua requiere la implementación de planes de manejo de las cuencas hidrográficas, vinculadas a acciones que conllevan a la conservación de los almacenamientos de agua subterránea (acuíferos), que contemplan medidas técnicas aplicadas estratégica e integralmente al espacio geográfico de las cuencas. Los beneficios logrados, además de los del orden hidrológico, se manifiestan en la concreción de sistemas de producción agropecuaria-forestal sustentables, redes viales en buen estado y conservadas a bajo costo, y mejoramiento general del ingreso económico de los habitantes, entre otros.

Todo plan de manejo de cuenca hidrográfica debe enfatizar las acciones orientadas a la recuperación y/o conservación de la calidad del agua, el rendimiento hídrico y el régimen de escorrentía de la cuenca afectada. Los emprendimientos que no tengan esta orientación no constituyen planes de manejo de cuencas y pueden ser implementados en cualquier otro ámbito geográfico (calles, barrios, municipios, etc.).

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La recuperación y/o conservación de la calidad del agua, el rendimiento hídrico y el régimen de escorrentía de la cuenca constituyen las estrategias técnicas centrales de todo plan de manejo de cuenca hidrográfica. Cualquier medida técnica aplicada tiende a beneficiar de una u otra forma estos tres aspectos de la renovabilidad del agua. Pero, existe un proceso hidrológico que resulta beneficioso a todas ellas, que está dado por las medidas técnicas que estimulan la maximización de la infiltración y el almacenamiento del agua en el suelo.

El deterioro de la calidad del agua adquiere el estado de contaminación cuando presenta alteraciones que pueden causar daños a la salud humana.

En las cuencas rurales, el deterioro proviene del aporte de sedimentos provenientes de las áreas cultivadas, con prácticas agrícolas inadecuadas, las redes viales e incluso los caminos internos de las fincas, residuos de agroquímicos, excrementos de animales, etc.

Las medidas de solución aplicables son muy complejas e incluyen acciones de corrección de torrentes o cárcavas, si fuera el caso, conservación de suelo y agua, que engloban la aplicación de medidas agronómica-culturales y estructurales, entre las cuales se ubica la adecuación de caminos vecinales e internos al sistema de manejo de la tierra en la cuenca, la instalación de abastecedores comunitarios de agua, protección de las márgenes de nacientes y cursos de agua, instalación de estercoleras, etc.

Debe quedar claro que la sola protección de las márgenes de nacientes y cursos de agua no equivale al manejo de una cuenca hidrográfica. Se trata de una medida efectiva para garantizar la estabilidad de los sectores más sensibles de una cuenca, pero por sí sola no garantiza la recuperación de la calidad, el régimen de escorrentía y el rendimiento hídrico, puesto que los procesos hidrológicos, que conforman el subciclo de escorrentía, se producen en toda la extensión y profundidad de la unidad hidrográfica.

Una protección efectiva de las márgenes de nacientes y cursos de agua solo se logra bajo la cobertura de la vegetación nativa (sea bosque, pradera u otra comunidad vegetal), puesto que ella ha evolucionado por millones de años en armonía con el sistema hidrológico de la cuenca.

El restablecimiento de bosques protectores mediante la reforestación, tal como establece la Ley Nº 4241/10, conforme a los principios de la hidrología forestal, no es la medida más eficiente, puesto que implica la limpieza del terreno, preparación del suelo, control de plagas y otras medidas que pueden generar impactos hidrológico-ambientales, aunque sea temporalmente. La experiencia demuestra que la inducción de la regeneración natural de la vegetación secundaria es la más conveniente, puesto que tiene costo cero y no genera impacto ambiental alguno. Al igual que la reforestación, requiere la instalación de alambradas perimetrales. Si se desea enriquecer el sitio con especies que producen frutos comestibles para la fauna silvestre (incluye la íctica), el trabajo se realiza cuidadosamente y en forma bien dirigida.

Los beneficios aportados por la protección de las márgenes de los cauces hídricos quedan reducidos cuando el ganado desciende a las nacientes y cauces hídricos para beber agua, causando compactación del suelo con el pisoteo (hasta el desecamiento de las nacientes), o abriendo surcos de erosión en las márgenes. Este problema se soluciona con la instalación de alambradas perimetrales a la red de cauces y elevadores de agua para proveer al ganado este líquido en lugares estratégicos de la cuenca.

La erosión hídrica del suelo, el transporte de sedimentos y la sedimentación son fenómenos hidrológicos, porque se producen al interior de las unidades hidrográficas y se rigen por los principios hidrológico-hidráulicos.

El control de la erosión hídrica del suelo sometido a cultivos agrícolas y pasturas, como también la originada en las redes viales públicas e internas de las fincas, solamente puede lograrse en forma eficiente cuando se lo encara como componente de un plan de manejo de cuenca hidrográfica. En ausencia de acciones de esta naturaleza, para retirar los sedimentos y lodos que se depositan en los lechos fluviales y lacustres suele recurrirse al dragado. Pero esta acción solo constituye una medida paliativa, cuyo efecto benéfico puede durar poco tiempo, puesto que al no controlarse el aporte de sedimentos a los cuerpos de agua, la problemática continuará con igual o mayor magnitud.

La alteración del régimen de escorrentía de las cuencas hidrográficas constituye una problemática más compleja que la contaminación del agua. La pérdida de la estabilidad temporal de la escorrentía se manifiesta en el desecamiento de miles de nacientes y pequeñas corrientes de agua, tanto en las áreas urbanas, como rurales de nuestro país. Normalmente, va acompañada de la alteración del régimen de escorrentía espacial, causada el cambio de uso de la tierra, especialmente la construcción de todo tipo de infraestructura, que modifica el patrón de movimiento superficial y subsuperficial del agua, que en asociación con la erosión del suelo, provoca la colmatación de los cauces hídricos y las planicies de inundación. Esta problemática impide o reduce las posibilidades de aprovechamiento económico-recreativo de cualquier cuerpo de agua.

Las medidas correctivas aplicables para la recuperación de la estabilidad del régimen de escorrentía, mayormente, coinciden con las citadas para la corrección de la calidad. Pero, en este caso, adquiere mayor relevancia la maximización de la infiltración del agua, puesto que de esta forma se mejoran los procesos de almacenamientos en el suelo y subsuelo, se minimiza el escurrimiento, se logra el aumento del flujo subsuperficial y del flujo subterráneo y, en consecuencia, la estabilidad de la escorrentía.

La alteración del rendimiento hídrico sobreviene como consecuencia de la transformación de la cobertura vegetal nativa de las cuencas. Este parámetro hidrológico adquiere mayor transcendencia en las zonas semiáridas, donde la evapotranspiración potencial anual es superior a la precipitación.

Las condiciones ambientales de estos sitios determinan la formación de una vegetación nativa compuesta por especies vegetales de bajo consumo hídrico, hecho que permite la disponibilidad de cierta cantidad de agua capaz de convertirse en escorrentía.

La política de uso de la tierra, para estas situaciones, debe consistir en la conservación de la vegetación nativa en proporción adecuada con cultivos agrícolas, pastos y árboles, de tal forma que se garantice la estabilidad del suelo, sin comprometer el rendimiento hídrico de las cuencas. En este sentido, la implantación de cultivos agrícolas y forestales de alto consumo hídrico, como la caña de azúcar o la reforestación con especies de rápido crecimiento, pueden significar decisiones riesgosas.

La conservación de ecosistemas naturales, como los humedales, que necesariamente forman parte de alguna unidad hidrográfica y, en particular, el aseguramiento de los caudales ecológicos, solo es factible cuando el manejo del territorio y de las áreas protegidas se ajusta al enfoque de manejo de cuencas hidrográficas.

Solo

Recordemos que la renovación del agua solo se produce a través de los procesos hidrológicos, que se verifican dentro del ciclo hidrológico

Requiere

La conservación del potencial de la renovabilidad del agua requiere la implementación de planes de manejo de las cuencas hidrográficas...

Énfasis

Todo plan de manejo de cuenca hidrográfica debe enfatizar acciones orientadas a recuperar y/o conservar la calidad del agua, el rendimiento hídrico y...