Confiar en los demás

Está terminando el séptimo mes del año, ayer era Semana Santa y ya estamos llegando ¡a Navidad! Vivimos cada día en un frenético ritmo, donde el tiempo vuela para no volver; generalmente, elegimos los temas urgentes que solucionar cada día, dejando lo importante para después, relegando situaciones, decisiones y hasta relaciones.

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Así, día tras día, corriendo tras los guaraníes, se nos va el tiempo trabajando arduamente. Pero, ¿no era acaso el trabajo un puente para poder lograr una mejor calidad de vida? entonces, ¿en qué momento hipotecamos el poco y valioso tiempo de compartir con quienes amamos a cambio de dinero?

Nos gustaría lograr el equilibrio entre el éxito laboral, financiero y profesional, sin sacrificar los sentimientos, las emociones y los afectos. Pero, hoy en día, pensar que esto es posible parece una utopía. ¿Acaso una madre debe dejar de trabajar o de estudiar para poder cumplir con sus hijos? Por ejemplo, considero que debemos poder desarrollar nuestras capacidades sin postergar otras áreas de nuestra vida.

Fórmula mágica

A menos que seamos como Samantha, de la película Hechizada, no se trata simplemente de mover la naricita para solucionar los problemas y tener todo impecable e inmaculado, manteniendo siempre la sonrisa y elegancia. Sin embargo, existe una fórmula casi tan efectiva como la magia, pero que pocos se atreven a utilizar: desarrollar la confianza en los demás.

Confiar en otras personas implica un proceso que empieza por renunciar a las excusas que justifiquen el por qué no lo hacemos, debemos crear las soluciones para los problemas e inconvenientes que todos conocemos.

Decir: ¡No es fácil conseguir personas capacitadas! es algo que hacen todos. Cambiar eso por un: Capaz que otro incluso lo pueda hacer mejor que yo, ¡sería excelente!; pero para ello se requiere desarrollar una capacidad que pocos tienen.

Es bastante común que me pregunten cómo puedo cumplir con todas mis responsabilidades tanto en el ámbito familiar, profesional, laboral, comunitario y social. En realidad, yo no me siento superpoderosa ni tampoco estresada por las actividades que tengo, lo hago de forma natural y me siento feliz al poder desarrollarlas, pues a través de ellas logro mi realización como profesional, como mujer y como mamá.

Pero tengo que reconocer que solo puedo lograr coordinar mis tareas y asumir las responsabilidades gracias a las personas que me rodean. Me siento bendecida por estar rodeada de personas increíblemente capaces, a quienes admiro por su inteligencia, dedicación y entusiasmo en realizar las tareas que cada día desarrollan con pasión y entrega.

Pura suerte…, ¿será?

Tengo metas personales que considero importantes, como el estudio constante, viajar, emprender nuevos desafíos, participar de grupos de acción en la transformación social y otras cosas más. El apoyo y la contención afectiva que recibo de mi familia son la piedra angular que me permite seguir soñando, planificando, proyectando y alcanzando la siguiente meta.

Nicolasa es la secretaria multifacética de mi hogar, empezó a trabajar en mi casa hace 23 años, hoy casi se ha convertido en la abuela postiza de mi hija menor, que con sus 6 años recibe diariamente toda la dosis de atención y malcrío que se merecen los niños a esa edad. Indudablemente, la atención que ella le brinda a mi familia no tiene precio, yo no podría viajar, trabajar ni capacitarme permanentemente sin tener la tranquilidad de que ella está pendiente de mis hijos.

Obviamente, no puedo delegar en otra persona el amor, la atención y el tiempo que mis hijos precisan de mí, la responsabilidad de mamá es indelegable pero, en mi opinión, eso no debe implicar dejar mi vida en suspenso hasta que mis hijos crezcan, las oportunidades de hoy ya habrán desaparecido y yo quiero dejar huellas cada día como si fuera el último, quisiera que mis hijos sepan que cada minuto es una bendición que debemos valorar a través de nuestras decisiones y por eso merecen ser vividos a plenitud. Eso no lo puedo transmitir con palabras, debo hacerlo con vivencias y con el ejemplo diario.

Por eso, considero que puedo delegar tareas y permitir a otros la toma de decisiones operativas, pero mi responsabilidad tanto en la familia como en la empresa es indelegable. El éxito y el fracaso son productos de nuestras decisiones y ese resultado es responsabilidad del rol que desempeñamos.

Hace 21 años, trabajando en el proyecto de apertura de la Bolsa de Valores de Asunción, conocí a Liliana y a César. Un par de años después, conocí a Elías y en el 2002 tuvimos la oportunidad de desarrollar juntos un proyecto. En noviembre del 2003, el grupo de los cuatro mosqueteros estaba consolidado para dar arranque a la Casa de Bolsa, que venía de la transformación de Cadiem Consultora, empresa que había fundado en el año 1995.

Estos muchos años de amistad y compañerismo, forjaron un equipo de trabajo, donde el consenso suele ser difícil porque tenemos criterios y opiniones diferentes ante cada alternativa. Sin embargo, ese debate que se genera antes de la toma de una decisión nos sirve de ejercicio para crecer y fortalecernos profesionalmente cada día.

Nuestra esencia no está en el conocimiento académico y la experiencia que cada uno tiene, sino en los principios que comulgamos; podemos equivocarnos, pero estoy segura de que ninguno tendrá mala intención ni obrará de mala fe. Lo más importante son los valores éticos y son estos los que definen que podamos confiar el uno en el otro.

Este equipo y un plantel de eficientes colaboradores me permiten desarrollar actividades que me apasionan; sin ellos, yo sería una esclava de la gestión del día a día de la empresa y no podría crecer en las otras áreas que hacen tan rica mi experiencia de vida.

Sin las personas que me apoyan tanto en mi casa como en la empresa, así como en las organizaciones a las que pertenezco, simplemente no podría avanzar y no me sentiría tan plena cada día. Esto no ha sido producto de la suerte, se deben desarrollar estrategias en las cuales fluya el respeto, pasión, entrega, compromiso, coherencia, confianza recíproca, y dedicación.

He aprendido a confiar en los demás y esta es para mí una estrategia válida, pues me ha servido para multiplicarme y lograr objetivos que sola no hubiera podido alcanzar. Para ganar dinero, utilizo la misma estrategia, es decir, me multiplico a través de los demás, invierto en bonos y acciones de empresas; así, mientras yo disfruto de mis actividades, los empresarios ejecutivos de esas empresas siguen trabajando en lo que ellos conocen y dominan, y mientras ellos ganan dinero… ¡yo también!

Es importante aprender a crecer sin que ello implique tener que dividirnos en mil partes, porque si pretendiéramos hacerlo podríamos perder lo más importante, nuestra felicidad. Por ello, considero que es más útil e inteligente aprender a multiplicarnos en base a la confianza en los demás.

Sigamos hablando de dinero, así aprendemos a manejarlo mejor.

Pasión

Se deben desarrollar estrategias en las cuales fluya el respeto, pasión, entrega, compromiso, coherencia, confianza recíproca, y dedicación.

Crecer

Es importante aprender a crecer sin que ello implique tener que dividirnos en mil partes, porque se podría perder lo más importante, nuestra felicidad.

gloria@ayalaperson.com.py

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