Comprendiendo las cadenas de valor avícolas y el auge de las exportaciones

Tradicionalmente el sector avícola paraguayo se orientó a satisfacer la demanda interna de carne y huevo. Los sistemas productivos fueron evolucionando y modernizándose constantemente durante la última década, donde se observa una concentración muy marcada pero comprensible de la producción y la industria en contadas empresas. Al igual que en otros sectores, el principio de economía de escala rige los principios de inversión. De esta forma, tanto la producción de pollos parrilleros como de huevos es realizada, al menos industrialmente, por contadas firmas que implementan sistemas diferenciados de producción.

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El periodo de mayor crecimiento del mercado interno se produjo entre las décadas de 1980 y 2000, donde también se produjeron las inversiones más importantes y se lograron avances tecnológicos que permitieron ganar competitividad y eficiencia. Antes de la década de 1980, los pollos engordaban hasta llegar a un peso de 2,3 kilogramos en casi tres meses. Actualmente, llegan a los 2,4 kilogramos de peso, en solo 38 días, debido al mejoramiento genético, la alimentación y el manejo.

La cadena de valor avícola dispone de varias potencialidades de expansión e intensificación, debido a que Paraguay es productor de los granos necesarios para convertir proteína y carbohidrato de origen vegetal en proteína animal, agregando valor, generando empleo y participando del crecimiento del sector y de la economía en su conjunto.

Empresas competitivas

La exportación surge entonces como la opción para generar mayor valor agregado, ante el crecimiento limitado del mercado interno. Las empresas han ganado competitividad y se encuentran en posición de insertarse en los mercados internacionales.

Para la próxima década se espera que al menos el 40% de la proteína animal que se consuma provendrá de carne de aves.

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la producción de carne de aves se incrementará en un 20% para los primeros años de la próxima década.

En los diferentes eslabones de la cadena avícola participan alrededor de 3.000 personas de forma directa e indirecta, incluyendo a los productores, agricultores, transportistas, empleados, técnicos, entre otros.

La cadena de valor de la carne avícola

El funcionamiento de esta cadena tiene una forma piramidal y centralizada. Las empresas que industrializan, es decir, las que realizan la faena de pollos y los comercializan, implementan un esquema productivo integrado, que se compone por varias unidades de cría de las aves, en diferentes lugares y con tamaños homogéneos.

El proceso se inicia con la importación de aves reproductoras, que son criadas durante cinco meses, periodo en el cual comienzan a producir huevos que terminarán por convertirse en pollos parrilleros.

Los pollitos son criados en las granjas integradas, que pertenecen a distintos actores que se encargan de alimentar, sanitar y administrar la logística productiva.

Las empresas madres proveen a las granjas del alimento balanceado, básicamente soja (proteína) y maíz (carbohidrato) y brindan asistencia técnica. Al finalizar el proceso de engorde, las aves son transportadas para la faena hasta los frigoríficos de las empresas madres donde se industrializan.

Las firmas deben contar con silos para almacenar los granos y distribuirlo a cada granja proveedora, así como brindar el servicio de transporte de pollitos, balanceado y aves terminadas.

Las empresas incorporan proveedores nuevos, aunque generalmente dan prioridad a las inversiones de unidades productivas ya establecidas, pues estas disponen del conocimiento y la práctica suficiente para intensificar el negocio así como las herramientas para cumplir con las exigencias sanitarias.

La distancia entre la granja integrada y el frigorífico de cada empresa es crucial para determinar la incorporación de nuevos establecimientos. Por lo general estos deben encontrarse en un radio de entre 40 y 50 kilómetros de la planta de faena.

La oferta de pollos del país se completa con la que ingresa de contrabando, especialmente de Brasil y que se comercializa en las ciudades de frontera como Ciudad del Este, Hernandarias y Presidente Franco, aunque también llegan hasta puntos más alejados como Caaguazú y Encarnación.

La cadena de valor del huevo

En la producción de huevos también existen grandes empresas que han realizado inversiones en tecnología, lo que les permite disponer de funcionamientos a escala.

Una particularidad se observa en la producción de huevos industrial, la misma ha surgido por iniciativa de migrantes orientales, tanto japoneses como coreanos, logrando una posición sólida en el mercado.

Actualmente Yemita y Nutrihuevos cuentan con más de 1.000.000 de aves ponedoras por día cada una, además de las aves en recría, es decir las que entrarán en producción en el futuro.

La producción de huevo requiere de inversiones en tecnología que permitan controlar la cantidad de luz que reciben las aves, pues de esto depende la producción de huevos, así como de la temperatura y el manejo. Atendiendo que esta tecnología será muy costosa si se reproduce en diferentes unidades productivas, las empresas han optado por expandir su propia producción.

Al igual que las empresas que producen carne, las de huevo precisan granos, silos y logística para elaborar el alimento para las aves.

Una diferencia con las empresas de carne es que las industrias de huevo no tienen granjas integradas sino que concentran la totalidad del proceso.

Alto nivel tecnológico

Los niveles de uso de tecnología son muy altos. La empresa Granja Avícola Maehara ha incorporado un sistema de transporte, donde los huevos pasan de los galpones de producción a una clasificadora automatizada que selecciona los huevos y los clasifica en seis tipos, realizando la ovoscopía para el control de calidad, para posteriormente envasarlos.

Las empresas de menor porte tienen en producción un promedio que ronda entre 200 y 1.000 ponedoras, siendo muy grande la brecha entre las grandes compañías y las pequeñas, lo que impacta en la cantidad, calidad, controles sanitarios y sobre todo en la participación en el mercado. Una de las debilidades de las empresas pequeñas es la dificultad de producir en invierno cuando disminuyen las horas de luz natural, perdiendo capacidad productiva.

En contraste, las grandes empresas al contar con tecnología, no tienen esos inconvenientes. Las gallinas necesitan unas 18 horas-luz para producir huevos, ya sea esta luz natural o artificial. Durante el invierno se tienen unas 12 horas promedio de iluminación natural, mientras que necesitan unas 5 horas más para producir huevos. Al ocurrir esto, las gallinas se atrasan en poner huevos.

La exportación de carne y menudencias de pollo

La producción de carne avícola del país se orienta fundamentalmente al mercado interno. Sin embargo, el incremento de la capacidad productiva, tanto industrial como de producción de granos para el alimento de las aves, no se ha reflejado en el aumento del consumo local. Por esta razón las empresas han iniciado los procesos para comercializar sus productos en el mercado internacional. A finales del año 2015 se volvió a exportar pollos luego de cuatro años sin envíos, con una modificación importante en el destino.

Si en 2010 Venezuela era el principal destino de la carne y las menudencias paraguayas, hoy Rusia es el principal destino. La diversificación de los mercados tiene limitaciones para la industria nacional ya que, por ejemplo, para el mercado asiático Paraguay aún no tiene las condiciones para exportar, pues se exigen productos con características específicas (pollos chicos de 1,450 kilogramos como máximo). Para satisfacer estos mercados se deben adaptar los procesos de faena, debido a que esta demanda requiere de cortes específicos, exigiendo a su vez nuevas inversiones.

Los desafíos del sector avícola se centran principalmente en el mercado interno, donde tanto el consumo de carne como el de huevo pueden incrementarse. La Asociación de Avicultores del Paraguay (Avipar) trabaja en campañas de información y facilitación del consumo de sus productos.

En cuanto a la exportación, los desafíos son aún mayores. En este caso la estrategia debe orientarse a identificar y capturar los nichos de mercados más convenientes y sobre todo compatibles con la capacidad productiva, medida en volumen, así como en las especificaciones del comprador.

* Para la próxima década se espera que al menos el 40% de la proteína animal que se consuma, provendrá de la carne avícola. Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), esta producción aumentará 20% para los primeros años del decenio venidero.

* Los desafíos de esta producción se centran principalmente en el mercado interno, donde tanto el consumo de carne como el de huevo pueden subir. El gremio del sector, Avipar, trabaja en campañas de información y facilitación de consumo de los alimentos.

* Con respecto a la demanda de huevos, se estima que el consumo “per cápita” por año de Paraguay es de 30 huevos, muy por debajo de los 250 de Argentina, por ejemplo. En el caso de este alimento, la industria debe luchar también contra algunos mitos que fueron instalándose en los consumidores.

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