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Los intermediarios desempeñan el papel básico de transformar los activos financieros, básicamente lo que hacen es financiar inversiones de largo plazo con ahorros de corto plazo; en otras palabras el banco transforma activos ilíquidos en activos líquidos. Con esto, transfieren bienes y recursos para facilitar la adquisición de bienes y servicios por medio del crédito y la búsqueda de mejores rendimientos. Además, expanden la frontera de posibilidades de consumo de las personas por medio del consumo intertemporal.
Por otro lado, los intermediarios reducen los costos de transacción porque, a diferencia del público en general, estos pueden aprovechar las economías de escala, ya que cuentan con una infraestructura para ello. Las instituciones financieras poseen un gran número de sucursales, que permiten un importante ahorro de tiempo y distancias; además de cajeros automáticos que proporcionan comodidad y liquidez. Este aumento de eficiencia contribuye también a un mayor crecimiento de la economía.
La vinculación entre el sector financiero y la actividad económica real es sumamente estrecha, por lo que se requiere de un sistema financiero que cumpla sus funciones de manera adecuada y eficiente. La intermediación mejora el bienestar y promueve el desarrollo de la sociedad, ya que crea oportunidades y es un importante vínculo entre actores de varios niveles y localidades dentro y fuera del país.