¿Cómo cerrará el año agrícola para el maíz y el trigo? Moderación y adaptación

El año agrícola paraguayo tradicionalmente se inicia en el mes de julio, quizás porque históricamente los cultivos más importantes se sembraban en un año calendario y se cosechaba en el siguiente. Desde esta perspectiva el año económico-agrícola se organiza en función a los momentos de cosecha, es decir, cuántas cosechas e ingresos se generarán en un año. La economía agrícola paraguaya tiene como rubros principales, en términos de extensión de superficie, envergadura de cadena y sobre todo de ingresos a la soja, el maíz y el trigo.

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La zafra de soja, sembrada en 2015, culminó de manera positiva, al menos en términos de volúmenes de producción por rendimientos relativamente altos, pero con precios bajos en los primeros meses del presente año. Los resultados de este cultivo definieron en gran parte el desempeño de la agricultura del año 2016. El buen comportamiento de la soja, inclusive con precios bajos, oxigenó al sistema financiero, debido a que existieron condiciones que obligaron a renovar, refinanciar y reestructurar las deudas del sector agrícola con los bancos de plaza, mediante una resolución específica del Banco Central del Paraguay. Finalmente, los agricultores pudieron pagar una buena parte de sus deudas y esperar la próxima zafra de soja, pues los márgenes del maíz y del trigo eran muy poco favorables.

El cultivo de maíz, que actualmente se encuentra en periodo de cosecha, no generaría márgenes considerables a los productores, debido a que la reducción del precio de venta al inicio de la zafra no motivó a los agricultores a cultivar maíz. Se estima que de las casi 840.000 hectáreas sembradas el año pasado, en el 2016 se sembraron alrededor de 100.000 hectáreas menos.

De igual forma, los insumos productivos se mantuvieron en sus niveles normales, pues tampoco se aplicaron paquetes tecnológicos que hubiesen asegurado una mayor productividad. Solo el cultivo de la soja amerita realizar apuestas importantes en términos de semillas mejoradas y certificadas, así como paquetes tecnológicos específicos que aseguren una mayor productividad que se traducirá en un mejor desempeño económico. Sin embargo, cuando el precio del producto se encuentra relativamente bajo, no genera señales positivas a los productores.

Debe recordarse que una gran parte del maíz producido de forma mecanizada se realiza entre zafras, es decir, en un periodo o “ventana productiva” que no es la más apropiada en términos técnicos, porque se prefiere a la soja como cultivo de verano. Se estima que la productividad promedio caerá de forma significativa, de 6.000 a solo 4.500 kilos por hectárea, es decir, a los niveles normales de productividad. Las heladas de los primeros días del mes de junio provocaron daños que aún no fueron contabilizados pero que afectarán no solamente el volumen sino también la calidad. La cotización del maíz también mejoró en las últimas semanas, aunque no de forma significativa como para que genere ingresos suplementarios.

Se insiste en que el precio es solo uno de los factores de análisis, puesto que, aunque existan precios relativamente altos, el resultado económico depende de cómo se comportó la producción, es decir, de la productividad por hectárea. Con el escenario actual, el mejoramiento del precio de venta del maíz no redundará en una mejor situación financiera del agricultor. Aquellos productores que cultivaron maíz y no perdieron dinero, pueden considerarse como satisfactorios. El maíz no es un cultivo que permita generar ingresos, al menos en los últimos años. Cálculos preliminares indican que el maíz, en promedio, generaría una pérdida de tres dólares por hectárea.

En cuanto al trigo, cultivo de invierno por excelencia, se espera que el área sembrada se reduzca considerablemente, pasando de 530.000 hectáreas en 2015 a solo 365.000 hectáreas en el presente año. La razón principal de la disminución se encuentra en los bajos precios así como en los elevados índices de stock en silos, señal clara de dificultades de comercialización, inclusive con mayor capacidad industrial.

Se recuerda que Paraguay ha pasado de ser un país importador de trigo, especialmente de Argentina, a disponer de una producción nacional creciente que inclusive permite la exportación, haciendo que Paraguay, un país subtropical, produzca y exporte productos agrícolas de climas templados. La producción de trigo del presente año será sensiblemente menor al anterior debido principalmente a la reducción del área cultivada, aunque se espera que la productividad se incremente de 2.100 a 2.200 kilos por hectárea.

El mercado principal para el trigo paraguayo es Brasil, con lo cual el margen de maniobra ante dificultades y limitaciones es muy estrecho. La depredación del real frente al dólar hizo que el precio pagado por Brasil por el trigo sea muy bajo. Se estima que en algunos silos de las regiones de producción aún se pueden encontrar cereales cosechados hace dos años y que aún no habían podido comercializarse en condiciones normales.

Sin embargo, la industria harinera paraguaya se ha expandido y sobre todo diversificado. De producir y exportar solo harina de trigo, las apuestas industriales han posibilitado el crecimiento de la producción de fideos e incluso la fabricación de galletitas destinados al mercado interno y últimamente también a la exportación.

Se estima que los productores trigueros en promedio pierdan 12 dólares por hectárea en el año 2016. Es importante aclarar que aquellos productores de trigo especializados y que aplican paquetes tecnológicos recomendados pueden obtener márgenes considerablemente mayores.

Por último, el arroz, que también fue afectado por una disminución en su valor de venta, también muestra signos de recuperación, pero que no podrán ser aprovechados este año debido a que se ha llegado tarde al mismo. Por otra parte, casi la totalidad del arroz paraguayo es exportado e industrializado en Brasil. Urge una diversificación de mercados que libera de la dependencia del cliente único.

En cuanto a los precios de los commodities, especialmente la soja y el arroz, se puede considerar que el aumento de las últimas semanas no modificará el escenario económico ni productivo para el año en curso, puesto que la soja ya había sido vendida en gran proporción cuando el precio aún estaba bajo, fenómeno similar al experimentado por el arroz.

El precio de cualquier bien es una información sobre el mismo y representa una señal que influirá en las tomas de decisiones de los agricultores. En este contexto pareciera que ya debe pensarse en el próximo ciclo agrícola, el de 2016/2017, donde todas las fichas de los agricultores se focalizarán sobre el cultivo de soja, pues solo este puede generar ingresos mayores en condiciones óptimas o estables. El maíz y el trigo no modificarán la situación, delicada para algunos productores, sino más bien cumplirán con su función biológica de constituir el esquema de rotación de cultivos bajo el modelo de siembra directa.

La próxima zafra de soja (2016/2017) se encontraría con mejores precios que la anterior, pero con el contrapeso de un escenario climático de La Niña, con menos lluvia, por lo que los agricultores tendrán que ser cautelosos y precisos a la hora de realizar inversiones.

Zafra con buen resultado

La zafra de soja, sembrada en 2015, culminó de manera positiva, al menos en términos de volúmenes de producción por rendimientos relativamente altos, pero con precios bajos en los primeros meses del presente año. Los resultados de este cultivo definieron en gran parte el desempeño de la agricultura del año 2016.

Sin mayores márgenes

El cultivo de maíz, que actualmente se encuentra en periodo de cosecha, no generaría márgenes considerables debido a que la reducción del precio al inicio de la zafra no motivó a los agricultores. Se estima que de las casi 840.000 Ha. sembradas en 2015, en el 2016 se sembraron alrededor de 100.000 hectáreas menos.

* Las heladas de los primeros días del mes de junio provocaron daños que aún no fueron contabilizados, pero que afectarán no solamente el volumen sino también la calidad. El precio del maíz también mejoró en las últimas semanas, aunque no de forma significativa como para que genere ingresos suplementarios.

* El mejoramiento del precio de venta del maíz no redundará en una mejor situación financiera del agricultor. Aquellos productores que cultivaron maíz y no perdieron dinero pueden considerarse como satisfactorios. El maíz no es un cultivo que permita generar ganancias, al menos en los últimos años.

* Ya debe pensarse en el próximo ciclo agrícola, donde todas las fichas de los agricultores se focalizarán sobre el cultivo de soja, pues solo este puede generar ingresos mayores en condiciones óptimas o estables. El maíz y el trigo no modificarán la situación delicada para algunos productores.

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