Bandidos

Bandido o bandida define al ladrón que asalta a una persona o a un grupo cuando se halla de viaje o se encuentra en lugar despoblado. También así se caracteriza al perverso, al canalla, al truhán o al fugitivo de la justicia. Se dice también del rufián, persona cruel que tima o defrauda a otros como un negocio habitual de bandidos.

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Sin embargo, la expresión coloquial bandido de guante blanco hace referencia a aquellos delitos que cometen estos bandidos sin mancharse las manos. Son delitos que se cometen sin intimidación, amenazas, uso de la fuerza, de armas o métodos violentos y no supone ninguna tipificación penal concreta.

Los delitos de guante blanco, también conocidos como de saco y corbata, tienen como característica el daño contra el patrimonio de las personas y de la nación. Suelen tener una cierta sofisticación en el método empleado para cometerlos.

Ejemplo de los delitos de guante blanco son los hurtos, algunos robos y normalmente las estafas. En ocasiones se tienen en cuenta otros delitos más específicos como el lavado de dinero o la apropiación indebida.

Este tipo de delitos no es ajeno al Paraguay y notablemente perjudiciales para los habitantes del país al afectar su educación, su salud y sus posibilidades de acceder a un techo digno para vivir. Los niños de la calle son su principal consecuencia.

Según publicaciones de la prensa, de cuarenta y tres denuncias a la Justicia por el Poder Ejecutivo, por daños ocasionados al Estado paraguayo entre el 2008 y 2013, en treinta y tres casos no hay un solo imputado.

Al campear la impunidad, los atracos al tesoro público, perpetrados por los servidores involucrados en su administración, son escasamente investigados por la Justicia y los organismos pertinentes de control. Estos bandidos, con guantes manchados de impudicia, sin freno alguno a causa de la falta de sanción, causan zozobra a la ciudadanía, que penosamente los solventa con sus impuestos.

La tolerancia cero a la deforestación, al contrabando, a la contaminación ambiental, a los transportes chatarra, a la inseguridad, a la extorsión y al chantaje, acaban siendo solo discursos proselitistas para obtener un puesto público solventado por los contribuyentes. Al no formar parte del genuino interés de las autoridades responsables erradicarlos, son apenas fachadas para camuflar pingües beneficios.

Las inéditas denuncias del Ejecutivo para recuperar las rapiñas ocasionadas a las arcas públicas en el ejercicio anterior, más de cincuenta millones de dólares, que “involucran a altas autoridades de los gobiernos anteriores” (ABC Color 6 de abril de 2014), traen un hálito esperanzador a una ciudadanía expectante. Pero los reclamos causarán más satisfacción cuando sean incluidas en las investigaciones las cuentas de Itaipú y Yacyretá, riquezas negadas al acceso de su genuino copropietario, el pueblo paraguayo.

No obstante, las publicitadas denunciadas, sin el apoyo y acompañamiento de los demás poderes estatales, solo servirán como los empedrados del camino que conduce al cielo: un conglomerado de buenas intenciones.

Impunes

De 43 denuncias a la Justicia que hizo el Ejecutivo por daños al Estado paraguayo entre el 2008 y 2013, en 33 casos no hay un solo imputado.

juanantoniopozzo@gmail.com

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