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Verdades y falacias
Casi todos ya deben haber escuchado afirmaciones, por lo general de personajes, o mismo de autoridades del país de nuestros socios en las binacionales, según las cuales en la construcción de las represas (de Itaipú o de Yacyretá) el Paraguay puso el agua y el Brasil, o la Argentina, puso todo lo demás; estrictamente hablando sobre recursos para la construcción puede ser una verdad, pero, sin el agua no se podría viabilizar las centrales generadoras, o sea, el Paraguay contribuyó de hecho con el 50% de lo que es necesario para su construcción. En conclusión es una afirmación, falaz, ignorante y mal intencionada.
En el mundo de los negocios y las finanzas existe una regla básica, por lo general indiscutible, salvo dentro de un ámbito de la solidaridad, esta regla establece: mayor riesgo de capital, probabilidad de mayor ganancia o equivalentemente menor riesgo implica probabilidad de menos ganancias.
A mi entender, al tratado y sus anexos, sea el vigente como posibles modificaciones futura, se los deben analizar, por lo menos, bajo estos dos aspectos: participación y riesgo. Concuerdo que es más fácil y tal vez populista decir, nos despojaron de esto, nuestras autoridades son antipatriotas, etc., pero en un análisis objetivo y honesto se deben considerar todos los aspectos envueltos.
Hago esta salvedad para resaltar que la realidad del mercado energético de hoy es muy diferente al que existió 40 años atrás. Si se pacta sobre el pasivo de la deuda, el riesgo se minimiza, por no decir que desaparece, y con participación igualitaria corresponde beneficios iguales.
El tratado y actual Anexo C
Fueron firmados casi 40 años atrás y la pregunta clave para su análisis seria: en el instante de la rúbrica ¿cual era la situación de riesgo que afectaba a las Altas Partes Contratantes? Tenemos que resaltar que era una obra de grandes dimensiones, que demandaría miles de millones de dólares, donde el estado del arte de la tecnología no estaba totalmente dominado para equipos de las dimensiones requeridas.
No tenemos duda en afirmar que se trataba, en la época, de una obra de altísimo riesgo, pero lo que queremos analizar aquí es, sin pasiones, el riesgo que corrió el Paraguay con esta firma.
El primer riesgo, la integración del capital inicial, estoy casi seguro de que hasta los días de hoy el Paraguay no terminó de integrar los 50 millones que debió integrar. Además, el monto integrado lo hizo a través de préstamos del banco del gobierno Argentino. Realmente fue una vergüenza, ni siquiera este compromiso inicial lo cumplieron nuestras autoridades (de la época), de haberlo hecho por lo menos tendríamos más potestad en cualquier reivindicación. Conclusión, en este primer acto el Paraguay no corrió riesgo.
Conforme el articulo IX y X del Tratado, los demás recursos deberían ser aportados por las Altas Partes Contratantes u obtenidos por Yacyretá por operaciones de créditos. En esta segunda opción, las Altas Partes Contratantes deberían dar a Yacyretá las garantías para las operaciones de crédito. Aquí tampoco Paraguay tuvo participación, luego podemos decir que tampoco corrió ningún riesgo.
Un cierto riesgo para el país está en las condiciones de abastecimiento del Anexo “C”, donde la ANDE debería entregar a Yacyretá un cronograma de utilización de la potencia instalada por ocho años y sobre la cual tendría la responsabilidad de pago, utilice o no la energía correspondiente. Existen alternativas para evitar que este punto, por ejemplo, ceder la parte contratada, pero que no será utilizada; pero para ceder la otra parte debe necesitar, por suerte esto siempre sucedió y la ANDE, nunca necesitó ni siquiera presentar este cronograma.
En lo demás, el Anexo “C” es una descripción de procedimientos donde se definen y describen costos y beneficios para ambas Altas Partes Contratantes. De entrada se puede ver que los beneficios no estarían asociados a la generación y sí al consumo de la energía. En el caso paraguayo, como su estimativa de consumo era mínima, era de esperar bajos beneficios; ya para la Argentina los beneficios serían significativamente mayores debido a ser el principal consumidor.
Todos saben de la ejecución desastrosa de obra, los atrasos de más de una década, donde prácticamente el Anexo “C” dejaba de tener aplicación, pero ¿qué paso con el riesgo? Podemos decir que en todo este descalabro el Paraguay no tuvo más riesgo que el de dejar de recibir los beneficios que le correspondía.
Buscando algún riesgo para el país podemos citar la gran parcela de tierra que iba siendo inundada y no estaba siendo adecuadamente compensada a medida que se elevaba la cota del embalse, pero, bien o mal, a esto fue estipulado una compensación y ya formaba parte de lo acordado en el Tratado. También aquí no puedo definir si hubo realmente riesgo por el atraso, lo que sí sabemos es que creó una nueva casta de poderosos ciudadanos.
El nuevo Anexo “C”
Este nuevo documento se debe redactar y acordar bajo condiciones totalmente distintas, hoy, transcurridos 40 años de la firma del Tratado, ya se sabe que Yacyretá es una obra viable y mismo con todo el desajuste financiero que tuvo, puede llegar a ser una empresa rentable y atractiva. Ya no existe el riesgo tecnológico; si correctamente gerenciado, ya no existe riesgos económicos, esto último considerando que la energía cuenta con un mercado creciente que debe impulsar cada vez mejores tarifas.
La actualización tecnológica puede llevar a las unidades generadoras a operar a valores nominales, recordar que son piezas que pueden ser sustituidas y el cuidado de su embalse puede que lo mantenga funcionando como mínimo por 50 años más. Pensar en proponer que se mantenga un Anexo “C” semejante al actual, es casi un atraso, un despropósito, una ignorancia, los riesgos de 40 años atrás ya no existen y los beneficios que puede suministrar la central debe ser creciente. Es decir, el nuevo Anexo “C” ya debe proporcionar beneficios iguales a ambos países
Conclusión
En la redacción del nuevo Anexo “C” se deben negociar acuerdos equitativos para ambos propietarios, Paraguay debe abandonar esa actitud de estar “llorando” siempre por nuevas migajas. La realidad hoy es otra, conocemos perfectamente todo lo envuelto en la gestión de una central generadora, somos un país con coraje para enfrentar nuevos desafíos, mismo corriendo riesgos, si bien que en este caso será mínimo.
En nuestra siguiente entrega haremos propuestas para la construcción de una nueva central y, en la última, cerraremos con sugerencias que deben estar redactadas en el nuevo Anexo “C”.
Agua
Sin el agua no se podría viabilizar las centrales generadoras, o sea, el Paraguay contribuyó de hecho con el 50% de lo que es necesario para su construcción.
(*) Ex director de Yacyretá