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Esa es la conclusión y la alerta lanzada por un grupo de diplomáticos y analistas, en el marco de la cumbre ministerial de la OSCE, la organización creada en 1975 justo para reducir las tensiones del mundo de los bloques y encontrar un espacio de diálogo común.
“La situación en Europa es más incierta y precaria (que en aquel entonces). La anexión por la fuerza de Crimea (por parte de Rusia) es una acción sin precedentes en la Europa de la posguerra”, resume un informe presentado por un grupo de expertos ante ese foro.
Un estado de tensión que, según este documento, requiere reducir el riesgo y poner la seguridad y la cooperación en una base más estable.
El documento sigue tres narrativas distintas para explicar cómo se ha llegado a la actual situación.
Por un lado, la perspectiva occidental, en la que el fin de la Guerra Fría y la disolución de la URSS trajo la liberación a los países de Europa Central y del Este del dominio soviético.
Algo que, dice el texto, no fue una victoria de Occidente sino la libertad y la victoria.
En este escenario, los países recién liberados pudieron unirse a la OTAN y a la Unión Europea (UE) y transformar sus sistemas económicos y políticos, mientras que desde el enfoque ruso se destaca la expansión de Occidente a expensas de Rusia.
Así para ese país la entrada en la Alianza de los antiguos satélites comunistas amenaza la seguridad rusa, al tiempo que su integración en la UE, quita mercados a Rusia y el espacio Schengen restringe la libertad de movimientos de los ciudadanos de esa nacionalidad.
Reglas rotas
También apunta a que con la intervención en 1999 de la OTAN contra Serbia, aliado de Rusia, se rompieron las reglas y se actuó unilateralmente, y recuerda que luego vinieron la invasión de Irak y el uso de la fuerza para cambiar regímenes, una estrategia que ha mantenido en la Primavera Árabe, con la intervención en Libia.
El tercer punto de vista es el de los países que quedaron en medio, como Georgia, Moldavia y Ucrania, que se mueven lentamente hacia sistemas democráticos, pero ven a Rusia como una amenaza, dice el documento.
Otros Estados han aceptado la preeminencia rusa en la región o han decidido no optar ni por Occidente ni por Moscú.
Sin valorar qué interpretación histórica es la correcta, el estudio advierte de que la consecuencia ha sido que la situación hoy día es “la más peligrosa desde hace varias décadas”.
“El escenario ha sido marcado por actos de fuerza militar; la diplomacia ha sido hasta ahora ineficaz o se usa como cobertura de acciones militares”, dice el reporte.
Robusto proceso político
La respuesta que da ese documento sería poner en marcha un robusto proceso político y diplomático para superar la actual situación, pero del que advierte que no será fácil y llevará tiempo. “Sería genial si pudiera hacerse presionando el botón de reseteo. Desafortunadamente, no creo que en la actual situación haya un botón de reseteo que simplemente se pueda pulsar”, indicó al respecto el presidente del grupo que ha realizado el trabajo, Wolfgang Ischinger, en declaraciones a la prensa.
Por ello, el diplomático alemán recomendó tomar medidas a corto plazo, simplemente para evitar peligros y riesgos mayores, y otras a más largo plazo para reconstruir el sistema de Helsinki (el acuerdo del que surge la OSCE) para tener de nuevo reglas que todo el mundo cree que pueden, deben y van a cumplirse” .
Al respecto, Friedrich Tanner, un asesor de alto nivel de la OSCE, recordó que todas esas reglas se han roto y que hoy se ven en Europa movimientos militares y tomas de territorio.
“Estamos 25 años después del fin de la Guerra Fría. Todos deberíamos estar haciéndolo mejor”, consideró.
Anexión
“La anexión por la fuerza de Crimea (por parte de Rusia) es una acción sin precedentes en Europa de la posguerra”, resume un informe.
Difícil
Se requiere poner en marcha un robusto proceso político y diplomático para superar la actual situación, pero del que se advierte que no será fácil.