¿Adónde va mi energía?

El frenético ritmo diario nos deja agotados al final de cada jornada, pero ¿cuánto avanzamos y cuánto producimos? Si lo midiéramos con indicadores objetivos que nos permitan visualizar el nivel de productividad quizás nos sorprendería encontrar cuánto del esfuerzo va dedicado a resolver conflictos y problemas que no deberían existir.

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Usualmente, la reiteración constante de inconvenientes similares que no terminan nunca de resolverse se da justamente porque no disponemos de tiempo para realizar los cambios adecuados que modifiquen profundamente ya sea la situación, el proceso o la metodología utilizada o, en ocasiones, porque no nos atrevemos a enfrentar el problema que surge con determinada persona.

Conducta antieconómica

Héctor Hernández estaba sentado frente a su jefe, explicando su situación financiera y pidiendo un aumento de salario pues sus ingresos no le alcanzaban para sostener dignamente a su familia. Sus argumentos sobre su necesidad eran muy válidos, mostraba a su jefe su presupuesto mensual bien detallado y resultaba evidente que no existía ni un solo gasto que se pudiera evitar, podríamos afirmar que estaba en el límite de sobrevivir mensualmente.

Para Héctor los lujos eran algo que no existía, su modesta casita era compartida por los 5 miembros de la familia, alimentos y pasajes diarios llevaban prácticamente todo el ingreso mensual, sin quedar espacio para educación, distracciones, vestimenta y mucho menos para gastos extraordinarios.

La necesidad de Héctor era real. Pero, ¿eso justifica un aumento de salario? Definitivamente no.  Aunque produzca empatía y hasta preocupación en su jefe, mientras su trabajo no incremente el valor de la producción de la empresa, no se justifica un aumento de costos en salario.

Imagínense que todos los trabajadores de una fábrica estuvieran en la situación de Héctor y la empresa accediera a aumentar los salarios porque ellos necesitan mayores ingresos. Probablemente esa empresa quebraría perjudicando aún más a todos aquellos quienes dependen de ella.

Entonces, no se trata de un problema ajeno. Héctor no puede trasladar su problema a la empresa ni responsabilizar a otros de su situación financiera, sino que debe tomar el control de sus finanzas y para ello es fundamental asumir su responsabilidad en la generación de nuevos ingresos.

La pregunta sería: ¿qué valora la empresa y qué debo hacer para justificar un mayor ingreso? La respuesta usualmente va acompañada a mayor y mejor capacitación. El mercado –las empresas, los clientes– precisan soluciones a sus necesidades, por ello en la medida que estemos capacitados a brindar soluciones importantes, mayor será el ingreso que podremos obtener.

En lugar de perder tiempo lamentándonos por la situación en la que estamos, podemos observar qué sucede en nuestro entorno y capacitarnos para brindar las soluciones que se requieren. Un ejemplo que se puede aplicar a cualquier área sería el siguiente: hay un aumento de construcciones y de obras de infraestructura, se precisa de albañiles, plomeros, electricistas, carpinteros, pintores, técnicos en refrigeración y otros oficios.

Entonces vemos que la especialización empieza a tener un valor agregado importante, como por ejemplo profesionales para el manejo de grúas y montacargas. Esas nuevas viviendas, oficinas y fábricas precisarán también de amueblamiento, refrigeración y demás comodidades, las que luego requerirán de mantenimiento, seguridad y limpieza permanente.

Entonces, cuando se activan las cadenas productivas se abren oportunidades, pero solo pueden ser aprovechadas por aquellas personas que estén preparadas para ofrecer soluciones y tengan la actitud profesional de responsabilidad, disciplina y perseverancia, valores que se demuestran no solo laboralmente sino también en la aplicación a la capacitación que se requiere.

En la medida que el trabajo que realiza Héctor esté centrado en su capacidad como mano de obra que pueda ser reemplazada por cualquier otra persona sin ninguna instrucción ni capacitación especial, estará sujeto a percibir un salario mínimo. Cuanto mayor valor agregado proporcione con su capacidad intelectual o conocimiento, entonces podrá también acceder a mejores ingresos pues estará solucionando problemas y esto se reconoce económicamente.

Prioridades

Pero, ¿en qué momento y con qué dinero Héctor podría capacitarse? La falta de tiempo es la excusa más común de nuestro tiempo, nadie tiene tiempo mientras que todos tenemos el mismo tiempo, es decir, para todos el día tiene 24 horas, pero algunos las utilizan más sabiamente y otros las desperdician.

El cansancio por el trabajo físico que realiza Héctor no tendrá fin pues, al no mejorar su capacitación, tampoco podrá optar por mejor calidad laboral. Deberá analizar sus prioridades y dedicarles el escaso tiempo libre al estudio, a la capacitación, a la “milla extra” que se requiere para que sea capaz de obtener ingresos superiores.

La única manera de salir del círculo vicioso de falta de dinero, trabajo pesado diario sin mejor retribución y nuevamente la falta de dinero seguida del mismo trabajo diario no va a parar a menos que él decida que tiene derecho a una vida mejor y la responsabilidad de brindar mejores oportunidades a su familia.

Para ello, será fundamental un análisis de las prioridades personales y familiares, con las capacidades actuales seguirá produciendo lo mismo, para aumentar la capacidad productiva requiere hacer cambios que implicarán profundas modificaciones a la situación presente.

Este esfuerzo de Héctor por mejorar verá también un impacto superior si fuera acompañado por su familia en la medida de las posibilidades, por ejemplo su señora puede también capacitarse en alguna actividad que pueda desarrollar desde su hogar.

Ahora bien, una llamada de atención a los empresarios radica en su responsabilidad social sin ser irresponsables económicamente. Movimientos empresariales con una mirada social crítica y efectiva como “Empresas sin Pobreza”, que está liderando la ADEC, y otras numerosas iniciativas en el marco de la responsabilidad social empresarial son sin duda disparadores claves en el mejoramiento de la calidad de vida de nuestra población.

Pero no nos engañemos mirando el caso de Héctor como algo aislado que solo le ocurre a él. En una u otra medida, la gran mayoría de las personas estamos sufriendo de esta incapacidad de acción, que atribuimos a la falta de tiempo y nos vamos dejando para más adelante las decisiones y cambios que precisamos enfrentar.

Fijémonos adonde está yendo nuestra energía diaria, porque debería estar encaminada a aquellas tareas y esfuerzos que nos cambien la vida para estar mejor y, sin duda, esa debe ser nuestra prioridad. Si no les dedicamos atención, tiempo y energía a nuestras prioridades, será imposible alcanzar nuestras metas de vida. Sigamos hablando de dinero, porque así aprendemos a manejarlo mejor.

Círculo

La única manera de salir del círculo vicioso de falta de dinero, trabajo pesado diario sin mejor retribución, es decidir a tener derecho a una vida mejor.

Cambios

Será fundamental un análisis de las prioridades personales y familiares, hacer cambios con profundas modificaciones a la situación presente.

gloria@cadiem.com.py

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