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Finlandia, Suecia y Suiza tienen sistemas económicos y sociales muy distintos al paraguayo. Cuentan con niveles de ingreso “per cápita” significativamente más altos, una robusta red de protección social y alta sindicalización, con una elevada presión tributaria (irrisoria en Paraguay). En cambio, nuestro país tiene una estructura económica más desigual, una cobertura de protección social limitada y una bajísima tasa de afiliación sindical.
En Suecia y Finlandia los salarios son negociados entre los empleadores y los sindicatos. Las negociaciones abarcan desde los salarios hasta las condiciones de trabajo, y tratan de garantizar que cada trabajador reciba un salario con criterios cuantificables según su trabajo, habilidades y sector. Esto suple la ausencia de un salario mínimo.
Paraguay no tiene un marco de negociación colectiva comparable, por lo que esta propuesta dejaría a los trabajadores en una situación de mayor vulnerabilidad ante la eliminación del salario mínimo, que en la mayoría de los casos es máximo. Lo de Suiza es directamente una mentira, pues no existe un salario mínimo nacional, pero sí regulaciones a nivel cantonal. El salario mínimo en Ginebra (CHF 24,32/hora) no es el mismo que en Tesino (CHF 19,00/hora).
Dado el contexto paraguayo, el salario mínimo es una herramienta clave para garantizar un nivel básico de ingreso, especialmente en economías en desarrollo. La eliminación del SM exacerbaría la desigualdad y aumentaría la pobreza, por la sencilla razón de que los trabajadores con menor poder de negociación —la mayoría— enfrentarían mayores riesgos de recibir salarios por debajo del nivel de subsistencia.
La idea de que las empresas competirán por trabajadores en ausencia de un salario mínimo no necesariamente se traduce en mejores salarios. Al contrario, su eliminación puede llevar a una “carrera hacia abajo” con salarios más bajos, especialmente para los trabajadores menos calificados. Sobre todo, cuando investigaciones en países sin salario mínimo han demostrado que la negociación colectiva es esencial para evitar abusos, condición que no está garantizada en Paraguay. Además en América Latina el salario mínimo ha sido un mecanismo efectivo para proteger a trabajadores más vulnerables. Por ejemplo, en Brasil y Argentina los aumentos del salario mínimo se han asociado con mejoras en el poder adquisitivo y la reducción de la pobreza. La eliminación del salario mínimo en Paraguay generará un efecto contrario, ampliando las brechas salariales y afectando a los sectores de menores ingresos.
En resumen, el caso paraguayo no es comparable a los casos de Finlandia, Suecia o Suiza debido a las profundas diferencias estructurales y económicas, y la evidencia sugiere que esta medida podría aumentar la desigualdad, precarizar las condiciones laborales y, sobre todo, perpetuar un modelo de baja productividad. En su lugar, es necesario fortalecer la protección social, promover la negociación colectiva y apostar por un modelo económico con más diversificación y complejidad que impulse un desarrollo inclusivo y sostenible.
El modelo económico y social escandinavo es excepcional y funciona bien, pero esto se debe a que han logrado construir un verdadero Estado de bienestar, no porque no tengan salario mínimo.
Brechas
La eliminación del salario mínimo en Paraguay ampliaría las brechas salariales, afectando a los sectores de menores ingresos.
(*) Senador Nacional.