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La cosa iba bien hasta que el contrabando le obligó a mantener en depósito toda su mercadería que había importado recientemente y no logró distribuir ni el 40% en los meses que habitualmente vendía bien, afectando sobremanera su venta. Como si fuera poco, un tiempo después empezó a sentir el efecto de la inflación, el contrabando y el incremento de la moneda norteamericana. Pero lo peor era que tanto el contrabando como la competencia desleal y la competencia local le impidieron subir sus precios, que de por sí ya estaban casi al costo de importación.
Se le presentó así a Juan una “tormenta perfecta”, consecuencia: caída de las ventas, flujo de caja negativo y elevadísimos costos fijos. Era el momento para tomar decisiones. Obviamente los expertos le asesoraron a Juan con lo primordial: bajar los costos! No había tiempo para pensar en buscar otros mercados o bien diversificar en sus líneas de productos, etc.
Como primera medida, atacó sus costos fijos y luego los variables. En algún momento llegó al rubro “seguros”. Una difícil decisión. Podría bajar sus costos, pero al mismo tiempo arriesgar su patrimonio compuesto de edificios, mercaderías en tránsito, stock de productos a distribuir, entre otros, constituía un riesgo muy alto para tener que absorberlo. ¡Pero estaba en la tormenta perfecta! El principal elemento que ponía en duda en ese momento a Juan era nada más y nada menos que la incertidumbre. El impacto de ahorrar en el seguro versus el valor de su patrimonio. Era elegir la certidumbre de la prima a pagar ante la incertidumbre del riesgo.
La decisión final de Juan fue no solamente mantener el seguro, sino que incrementar sus coberturas. Encontró flancos sueltos en los riesgos de robo de valores, cuyas consecuencias podrían afectar sus cobranzas. Aseguró su flota de camiones, ya que cualquier daño a estos podrían significar costos elevados en su reparación y cubrió a sus choferes y operarios más expuestos con un seguro de accidentes personales. Importó todo lo que podía, a precio aún razonable y se estoqueó. Y es que ante la “tormenta” refugiarse y esperar es una opción. Por supuesto tomó otras decisiones como cierre de algunas sucursales y seguir manteniendo sus precios hasta que la tormenta pase.
En esa “espera y refugio” el seguro contuvo los gastos de reparación de su flota por siniestros de circulación. Mantuvo protegido el amplio stock de mercaderías en depósito, lo que le permitió que hoy –aún con poca inflación pero con el aumento del dólar estadounidense– salir a vender con todo superando así a su competencia, que estaba sin stock y mejor aún mantuvo su precio, ya que no necesitó importar gracias al stock suficiente que tenía.
Así, hay cientos de ejemplos como el de Juan, donde la crisis se convirtió en una oportunidad y lo que para algunos el seguro fue un gasto, para otros se convirtió en un aliado estratégico para aguantar la tormenta. Y es que: Crisis y oportunidad, seguro e incertidumbre … van de la mano.
Impacto
El impacto de ahorrar en el seguro versus el valor del patrimonio es elegir certidumbre de la prima a pagar ante la incertidumbre del riesgo.
Crisis
La crisis se convierte en una oportunidad y lo que para algunos el seguro es un gasto, para otros se convierte en un aliado estratégico para aguantar tormentas.
(*) Abogado