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El grueso de la tarea de cuidados en todo el mundo es realizado por cuidadoras y cuidadores no remunerados, en su mayoría mujeres y niñas pertenecientes a grupos socialmente desfavorecidos. El trabajo de cuidados no remunerado es un factor clave para determinar si las mujeres acceden al empleo y permanecen en él, así como la calidad de los trabajos que desempeñan.
Números: Las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres.
Las cuidadoras y cuidadores no remunerados satisfacen la gran mayoría de las necesidades de cuidado en todo el mundo. Sin embargo, este trabajo no remunerado sigue siendo mayormente invisible, no reconocido, y no se tiene en cuenta en la toma de decisiones.
Los cambios en las estructuras familiares y el envejecimiento de las sociedades apuntan a un aumento del número tanto de mujeres como de hombres que se enfrentarán a un conflicto potencial entre el trabajo de cuidados no remunerado y el empleo remunerado. Como consecuencia, debería preverse más apoyo a la igualdad en los roles de género y a su puesta en práctica. Este cambio de actitud y de práctica probablemente se traduzca asimismo en políticas de cuidado transformadoras.
El trabajo de cuidados no remunerado constituye el principal obstáculo para la participación de las mujeres en los mercados de trabajo, en tanto que la distribución más igualitaria del trabajo de cuidados no remunerado entre hombres y mujeres se asocia a niveles más elevados de participación laboral femenina.
Las mujeres adultas que tienen un empleo y cumplen a la par con responsabilidades familiares tienen más probabilidades de trabajar menos horas a cambio de una remuneración o beneficio que los hombres adultos y las mujeres adultas que no son madres. Las mujeres con responsabilidades de cuidado también tienen más probabilidades de trabajar por cuenta propia y de estar ocupadas en la economía informal, y menos probabilidades de cotizar al régimen de seguridad social. Es en relación a todos estos datos, cifras y la propia realidad en la que se desarrollan las mujeres, la necesidad urgente de contar con una ley que permita reglas claras para una mejor distribución con equidad y justicia social entre hombres y mujeres en el deber de cuidado.
(*) Abogada laboralista.