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Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la actividad humana está provocando un acelerado proceso de calentamiento climático global, producto de la concentración de gases de efecto invernadero, con los consecuentes impactos negativos sobre la salud de los seres humanos, su seguridad alimentaria, la actividad económica, el agua y otros recursos naturales y de infraestructura física.
Los antecedentes dan cuenta de que el surgimiento de este mercado se había dado dos décadas atrás, con la firma de una convención marco de cambio climático para comprometerse a estabilizar la emisión de gases de efecto invernadero. Esta convención, suscrita en 1992 bajo el nombre de “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”, tenía como principio fundamental que los países tomen medidas precautorias para anticipar, prevenir o minimizar las causas del cambio climático.
En el año 1997 surge el Protocolo de Kyoto, que define la arquitectura del mercado de carbono estableciendo objetivos cuantificados de reducción de emisiones para los países desarrollados, así como los mecanismos de mercado diseñados para aminorar el costo de su implementación. A decir, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), el cual permite que proyectos de inversión elaborados en países en desarrollo puedan obtener ingresos económicos adicionales a través de la venta de créditos de carbono llamados Certificados de Emisiones Reducidas” (CER), al mitigar la emisión de gases de efecto invernadero o secuestrando dióxido de carbono de la atmósfera.
Pero ¿qué son los mercados de carbono? De acuerdo con organismos internacionales como el Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional, los mercados de carbono son sistemas comerciales en los que se venden y compran créditos de carbono. Las empresas o las personas pueden utilizarlos para compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero mediante la compra de créditos de carbono de entidades que eliminan o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un crédito de carbono negociable equivale a una tonelada de dióxido de carbono, o la cantidad equivalente de un gas de efecto invernadero diferente, que ha sido reducido, secuestrado o evitado. Cuando un crédito se utiliza para reducir, secuestrar o evitar emisiones, se convierte en una compensación y ya no es negociable.
En términos más técnicos, un crédito o bono de carbono es una unidad que representa una tonelada de CO2 equivalente absorbida o evitada en la atmósfera. Estos créditos son generados por diferentes tipos de proyectos sostenibles que absorben carbono o evitan su emisión a la atmósfera. Una vez generados y certificados por un tercero reconocido como el Carbon Development Mechanism (CDM), el Gold Standard o Verra, estos créditos pueden ser vendidos a empresas o individuales para la compensación de sus propias emisiones.
En esta edición del Suplemento Económico, la Consultora MF Economía e Inversiones presenta y analiza los alcances del proyecto de ley De los créditos de carbono.