El nuevo gobierno se inicia con ideas y perspectivas correctas

Las recientes declaraciones del presidente de la República y del ministro de Hacienda, Santiago Peña y Carlos Fernández Valdovinos, respectivamente, merecen ser destacadas. Pocas veces o mejor dicho al menos no escuché a la fecha a dos funcionarios de más alto nivel del gobierno nacional manifestarse en favor de no aumentar los impuestos y de mejorar el gasto público de modo enfático y muy convencidos.

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Dijeron que se deben bajar los costos de un modelo estatal como el que tenemos y que no responde a las necesidades de un país que requiere crecer.

Ahora bien, para llevar a cabo tan auspicioso cometido pues no hay otro modo que iniciar las reformas que el país necesita. Esto fue lo que faltó en la reciente presentación que hicieron ambos funcionarios.

Reformas que van desde el sistema previsional, las cajas estatales, el sector eléctrico y el mercado laboral que apenas serán el comienzo de algo que tanto el presidente como el ministro de Hacienda concluyen con la frase que expusieron: “Paraguay, el resurgir de un gigante”.

Al respecto, y solo para poner una nota a pie de página, eso de resurgir es una expresión desprovista de contenido histórico, pues lamentablemente nuestro país apenas iniciada su era independiente en el año 1811, tres años después empezó con su primer traspié.

En términos económicos y políticos ese traspié fue provocado por la dictadura del Dr. Francia, quien lamentablemente en lugar de fomentar el camino hacia el desarrollo, hizo que nos detuviéramos en el tiempo, como de hecho sucede cuando un poder centralizado administra o manda en cualquier país y época, y el nuestro no fue la excepción.

Volviendo, luego de esta nota a pie de página, considero que el nuevo gobierno del señor Santiago Peña podría darnos una sorpresa positiva, pues así como se manifestó junto con su ministro de Hacienda, se está ante la posibilidad cierta de hacer bien los deberes para radicar las inversiones tanto nacionales como extranjeras.

Desde luego, no se puede dejar de mencionar que el Estado está compuesto de tres poderes, de modo que si el Legislativo y el Judicial se suman al desiderátum del Ejecutivo, entonces se pueden venir tiempos de bonanza.

Combinación de factores

La combinación de factores y circunstancias que caracterizan a lo que a diario ocurre es la coyuntura, la misma que muchas veces no nos deja concentrarnos en los temas de fondo. Resulta necesario mirar hacia el futuro con elevado sentido aspiracional. Solo de este modo llevaremos a cabo las transformaciones para dar el salto hacia la modernidad. En palabras de Ortega y Gasset: “Solo cabe progresar cuando se piensa en grande, solo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

Para tal menester, el gobierno si en verdad desea mejorar las condiciones de vida de la gente inexorablemente debe dejar que la iniciativa privada haga lo que más sabe. Invertir, producir, comercializar, transportar, contratar y todo lo relacionado a fortalecer la cooperación social. Si se mete el Estado en las citadas tareas, su fracaso será enorme y el daño todavía más.

Es cierto que este año tendremos un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Esto está bien, pero sigue siendo exiguo. El 4 o 5 por ciento del producto es insuficiente.

Nuestro país debe crecer cuanto menos al 8 por ciento anual. Al emitir la señal de que en el Paraguay se puede invertir y realizar mejoras mediante reglas de juego predecibles en el tiempo, atraeremos capitales de amplia y positiva repercusión sobre los salarios de los trabajadores y las ganancias empresariales: estaremos dando un paso nunca antes hecho en nuestra historia. No será el resurgimiento del Paraguay, sino el verdadero surgimiento de un gigante.

El modo

Bajos impuestos, menos burocracia y seguridad tanto física como jurídica en su sentido amplio, en un breve plazo elevará el retorno del capital maximizando la rentabilidad de las empresas en un proceso en el que también se beneficiará el fisco en sus recaudaciones.

Y esto comparado con lo que está ocurriendo en países como Argentina donde el capital empieza a huir por la incertidumbre y las equivocadas medidas de su gobierno, pues aquí en Paraguay esas inversiones son bienvenidas y plenamente garantizadas.

El modo en que se ha venido procediendo en estos años no ha dado el resultado requerido. Es cierto, tampoco lo hicimos todo mal. Y si bien se hicieron algunos cambios que volvieron atractivo al país en un entorno regional adverso para las inversiones –como la estabilidad monetaria y la sostenibilidad fiscal– que, por cierto, los podemos perder si no hacemos los cambios como lo expresado por el presidente y su ministro de Hacienda.

Los hechos hablan por sí solos. El papel de los diferentes gobiernos a la fecha, de un modo u otro, ha sido el de entorpecer y molestar la iniciativa de millones de emprendedores. Esto implica pérdida de tiempo y recursos.

Resulta halagüeño no subir los impuestos. Nada puede ser más perjudicial para la prosperidad de un país que sus dirigentes tengan el propósito de elevar la participación del Estado mediante más impuestos, más regulaciones, más burocracia, disponiendo de más dinero de la gente que, por cierto, tiene que soportar la falta de contraprestación.

Solo el mercado libre

Si el nuevo Ejecutivo desea quedar en la historia como propiciador de un buen gobierno, entonces en ningún modo puede suplantar la iniciativa, el esfuerzo, la inversión y la división del trabajo que solo el mercado libre puede conseguir.

Solo el mercado libre y abierto, sin ningún privilegio para nadie, donde personas y empresas colaboran para disponer de más bienes y servicios es capaz de conseguir el tan ansiado progreso no solo material sino también educativo. El gobierno, cualquiera sea, no cuenta con los recursos y nunca los tendrá a su disposición para eliminar la pobreza, el desempleo o repartir tierras para los ocupantes de propiedades privadas.

En realidad si hay algo que en estos años se ha venido probando es que el Estado como tal no solo no dispone de un solo guaraní que previamente no le haya sacado a la gente, sino que igualmente la sustracción del dinero hecho de modo coercitivo termina en elevar la corrupción y en riquezas malhabidas de aquellos que precisamente “administran” el dinero de otros.

Lo que hoy tenemos es el avance de la consolidación infame de la “industria de la pobreza y la dependencia” de la politiquería. La pobreza y el desempleo no se deben a que el paraguayo es haragán como siguen diciendo los que así les conviene para alzarse con la dirección de esas personas en situación de vulnerabilidad; se debe a que los gobernantes disponen de malas ideas contra sus prójimos para mantenerlos en la mendicidad y la informalidad.

El nuevo gobierno inicia su marcha con ideas y perspectivas correctas. No será fácil mantenerse firmes en esa línea de pensamiento. Muchos son los ciudadanos que prefieren seguir con el statu quo del infame estatismo imperante de privilegios y corrupción.

Costos

Se deben bajar costos de un modelo estatal como el que tenemos y que no responde a las necesidades de un país que necesita crecer.

Línea

El nuevo gobierno inicia su marcha con ideas y perspectivas correctas. No será fácil mantenerse firmes en esa línea de pensamiento.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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