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Esta escuela se constituye en uno de otros varios antecedentes del pensamiento económico moderno. Fue fundada por varios exponentes entre los que se encuentra Thomas Reid.
En efecto, en la Sociedad Filosófica de política y economía de Aberdeen se puso énfasis a la necesidad de que se lleve a cabo una línea de comunicación para llegar a la mayor cantidad del público, muchas veces renuentes a los cambios.
Mediante una serie de ideas y propuestas de avanzada conocidas como investigaciones sobre el espíritu humano según los principios del sentido común, allá por los años 1764 y adelante, esta escuela expresa lo que es natural en el sentido común que muchas veces termina por convertirse en el menos común de los sentidos.
Relacionada a la ilustración con David Hume, John Locke, Adam Smith y otros, sus exposiciones contienen una proficua producción intelectual, científica y cultural. No es vano gran parte del movimiento revolucionario especialmente de la independencia norteamericana como también de su constitución, encuentran en esta escuela y exponentes sus fuentes de inspiración.
En el siglo XX y en el presente siglo XXI renombrados economistas y pensadores en la política han sido y siguen tomando como fundamento las conclusiones expresadas en su línea de pensamiento: Karl Menger, Von Mises, F. Hayek y otros son algunos de esos líderes de ideas que nos iluminan y advierten sobre los desvaríos de poner en práctica ideas contrarias precisamente al sentido común.
Como aquello de no gastar más de lo que se recauda o que la inflación es un fenómeno monetario, ya fueron expresadas incluso antes que el mismo Milton Friedman, Nobel de Economía en el año 1976.
De la misión y a la visión
Asumida la presidencia, el señor Peña y tal como dice nuestra Constitución serán sus funciones las de representar al Estado y dirigir la administración general del país, cumplir y hacer cumplir la Constitución nacional y las leyes así como de participar en la formación de las leyes, promulgarlas y hacerlas publicar, reglamentarlas y controlar su cumplimiento.
El país se encuentra en pleno proceso de recuperación en cuanto a los niveles del Producto Interno Bruto (PIB) que podría llegar al 5%. Pero así como puede subir el PIB con sus efectos beneficiosos, también puede ralentizarse.
Esto es, no crecer lo suficiente como suele darse, solo que esta vez tenemos un elevado endeudamiento de casi el 39% con un déficit fiscal de casi el 6% del PIB.
Existen por supuesto otras variables a mencionar. Pero a tenor de lo expresado para este espacio considero suficiente. Es cierto, no deberíamos ser pesimistas porque eso nos llevaría a la resignación, una actitud más bien propia de aquellos que prefieren seguir igual antes que explorar nuevas oportunidades. De ahí que considero que el nuevo gobierno debe partir desde lo que la realidad de hoy nos está diciendo.
Esto no se puede negar. La economía crecerá pero supeditada a la vigorosa producción agropecuaria que permite que hasta un poco más de la tercera parte de la riqueza nacional se encuentre en el campo. Las expectativas son optimistas para nuestro país.
Vuelve el crecimiento. No obstante, limitado fuertemente por elementos endógenos y supeditado a seguir en lo mismo puesto que bien podríamos crecer (¿por qué no? al 7 y 8% anual. Sin reformas no hay posibilidad alguna de escapar del casi eterno mal llamado efecto rebote que no hace más que generar un placebo momentáneo a un enfermo que requiere de tratamiento más efectivo y menos doloroso.
Mucho en juego
Jugando bien nunca se pierde. Y si hay mucho en juego pues significa que se está con la brillante oportunidad de hacer lo que nadie se atrevió antes. Tomar “al toro por las astas” y hacerse cargo de los cambios en un trabajo mancomunado con el Congreso para así elevar las perspectivas de certidumbre y generar expectativas de crecimiento continuo.
Pocas cosas pueden ser mejores para los mercados nacional e internacional que un gobierno firme con ideas claras y propuestas concretas en la plena garantía a la vida, la libertad y la propiedad. Esta es la forma de crear las condiciones para el ahorro y la inversión, el empleo y el ascenso en la movilidad social de miles de familias que todos los días hacen el mayor esfuerzo para mejorar sus condiciones de vida desde la pobreza a un estadio de mejor ventura.
Pero así como está la aceleración, también existe la desaceleración. El aumento de las tasas de interés de los bancos centrales presagien un ambiente de enfriamiento de las economías a nivel mundial.
Es como una espada de Damocles sobre las cabezas del mismo gobierno y desde luego sobre los individuos, las familias y las empresas privadas. Una caída de la economía global es un descenso en las ventas y en la producción nacional, con sus efectos sobre el empleo.
El desempeño económico seguirá supeditado a los buenos precios internacionales de las materias primas. Esto afecta favorablemente a nuestros “commodities”. Ante este escenario, al presidente Santiago Peña le atañe la economía del sector exportador tanto como presidente y como político, como ocurre en cualquier administración gubernamental del mundo.
No caer en la tentación
Si el presidente Peña insiste en las políticas de endeudamiento y no corrige el déficit mediante reformas así como el de llevar a cabo la política de crear un torrente de crédito hacia el mercado privado para mejorar la economía, entonces habrá caído en la tentación. Le durará unos meses la panacea. Luego vendrán tiempos riesgosos. Se equivocará y caerá en una conocida trampa.
La inyección de recursos vía estatal es una trampa que continuamente los gobiernos tienden a caer, aquí en Paraguay y en otras partes. Los ministros de Obras Públicas, el de Industria y Comercio y el de Agricultura y Ganadería podrán inyectar dinero como parte de un plan de dinamizar la economía, pero no lograrán el auge esperado.
Probablemente hasta podría contar el gobierno con todo un programa de medidas pero si están basadas en el financiamiento estatal habrá de cometer error de consecuencias previsibles si tomamos en cuenta lo que a la fecha aprendemos de lo que ocurre, por ejemplo, aquí con nuestro hermano país Argentina. El presidente Peña debe hacer algo diferente. Y no le queda otra.
Los recursos para crear puestos de trabajo, hacer uso de tecnología de punta en el sector agropecuario y dinamizar la economía provienen del ahorro —insisto— del ahorro de las empresas y de las familias. Los emprendedores y propietarios de empresas que crean puestos de trabajo piden prestado dinero que es el resultado del ahorro de una persona que, a su vez, pide algo a cambio.
Este sencillo esquema de relacionamiento es lo que se llama mercado crediticio. Para que los ahorros lleguen a los emprendedores ciertamente se hace necesario que exista un canal de comunicación, fácil y seguro. Este canal que permite dirigir los ahorros a los proyectos son los agentes denominados financieros, los bancos privados que deben actuar en un ambiente de libre competencia sin injerencias del Estado.
Si el sistema financiero representado por los bancos es eficiente, el ahorro llegará mejor —menos costoso— hacia los proyectos empresariales y para los individuos en general.
Desafortunadamente el llamado crédito proveniente del estímulo estatal sigue teniendo un protagonismo que no se merece. El presidente Peña no debe perder la oportunidad de crear las condiciones institucionales que, entre otras cosas, hacen y facilitan la creación del ahorro interno así como también la radicación del ahorro externo que se lleva cabo en forma de inversión extranjera. Hoy en pleno siglo XXI y ante las fortalezas y amenazas propias en el gobierno de una nación, el sentido común será el mejor de los asesores para el presidente de la República.
Práctica
El Presidente electo tendrá la oportunidad única de poner en práctica su propuesta condensada en la frase: “Vamos a estar mejor”.
Sentido
El sentido común será el mejor de los asesores para el Presidente de la República, en la expresión proveniente de la filosofía, política y economía de la escuela escocesa.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.