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De la naturaleza, de los deberes y de las atribuciones:
“Se establece una Banca Central del Estado, en carácter de organismo técnico. Ella tiene la exclusividad de la emisión monetaria, y conforme con los objetivos de la política económica del Gobierno Nacional, participa con los demás organismos técnicos del Estado en la formulación de las políticas monetaria, crediticia y cambiaria, siendo responsable de su ejecución y desarrollo, preservando la estabilidad monetaria”.
Para comprender mejor estas atribuciones conferidas desde nuestra ley fundamental considero hacer énfasis en varios temas, de los cuales, en esta ocasión, desarrollaré solo algunas por cuestiones de espacio.
La misma se refiere a que la banca central en su misma esencia es un contrasentido, y si bien no tiene reparos por la férrea defensa del pensamiento mainstream que hoy prevalece en el campo de la economía y la política, ello no significa encontrarse exenta de una mirada diferente y consecuente critica. Y este es el motivo de esta nota.
En efecto, y para una breve introducción fijémonos de lo que se deduce del mismo texto constitucional. Que la banca central del Estado tiene el monopolio de la emisión monetaria del país. Que su misión es preservar y velar por la estabilidad del valor de la moneda, promover la eficacia y estabilidad del sistema financiero.
Para tales facultades expresadas en la citada normativa, la banca central dispone de medidas a llevar a cabo con un objetivo importante: la estabilidad de los precios. Como se notará, el hecho de que alguien o algo se encargue de la estabilidad de los precios es desde ya una contradicción en términos que no resiste análisis ni lógica alguna.
Los precios no son más una señal del mercado que surgen de las valoraciones que de un modo subjetivo hacemos las personas al intercambiar nuestros deseos, necesidades y hasta caprichos por comprar o vender un bien o servicio determinado.
Precios
Lo que determina el precio es el resultado de los juicios de valor de la gente que asigna según su derecho de propiedad. Todavía más, cada persona que compra algo o no lo hace, está influyendo en la formación de los precios.
Es muy importante aunque parezca algo muy elemental decir que el precio expresa –no mide– el valor de los bienes en el mercado. Es subjetiva esa apreciación porque dependerá de cuánto y cuándo necesitamos lo que deseamos comprar o vender.
Por ejemplo, si como productor ofrezco un kilo de arroz en el agro abasto a un precio determinado, supongamos diez (10), ello no significa que lo venderé a 10 y además que medio kilo se venderá a la mitad, a cinco (5).
Como vendedor mi deseo es vender mi producto al precio más alto y el comprador de adquirirlo al precio más bajo. Por tanto, el precio expresa una valoración de los que participan y cooperan en el mercado. La palabra cooperación que del mercado surge solo puede darse en libertad y libre discernimiento, lo que conlleva a la paz social y para que ello ocurra pues la propiedad privada es su fundamento.
Oferta y demanda
Lo que se conoce como la ley de la demanda y de la oferta expresadas en sus respectivas curvas es sencillamente una forma sintética de decir que se dan intercambios entre las personas. No significa que el precio será tal, sino que existe una tendencia a ello.
Por ejemplo, en la ley de la demanda se dice que cuando sube el precio de un bien (y se mantiene todo lo demás constante – ceteris paribus) los compradores tienden a comprar menos. Cuando baja el precio, la demanda aumenta.
La ley de la oferta, por su parte, es la relación entre el precio y la cantidad que los productores están dispuestos a producir o vender. Aclaro que la expresión “ceteris paribus” no tiene sentido alguno, puesto que los demás factores no están quietos sino en permanente cambio.
Dicha expresión la usó Alfred Marshall en su modelo de equilibrio parcial para estudiar por separado cada sector económico, considerando que los demás permanecían sin cambios, situación que no es tal. Este análisis de Marshall provocó errores que por cierto siguen permaneciendo.
Entonces, aquí viene una pregunta: ¿De qué estabilidad en los precios es a lo que se dedicará el Banco Central? Si el principal objetivo de la política monetaria es alcanzar dicha estabilidad, pues entonces desde el vamos estamos ante una premisa equivocada.
¿Los precios hacen las personas o lo puede corregir y hacer el Estado mediante el banco central? Como hemos visto, son el resultado del intercambio entre las personas, oferentes y demandantes.
Sin embargo, el banco central se atribuye algo que no puede hacer a menos que produzca daño o efectos no deseados. Y es lo que hace. La banca central es una entidad que, escondida tras el velo de los técnicos convertidos en tecnócratas, viene a influir sobre las decisiones de las personas (físicas y jurídicas), las únicas que pueden formar los precios.
El daño es grande cuando dejamos que el Estado se encargue de los precios. Si establece un precio por encima del mercado, esto es, el precio mínimo, entonces se crea sobrante que ocurre por ejemplo en el mercado laboral (desempleo). Y si, por otro lado, se le ocurre al Estado un precio por debajo del mercado, entonces tendremos escasez, por ejemplo, cuando se pretende colocar un precio a un producto o servicio determinado, como puede darse con una ley de alquileres.
Instrumentos de política monetaria
Si la estabilidad de los precios es la función de la banca central, la instrumentación es clave en este tema. Y alguien o algunos se van a encargar de tan importante función, por cierto, que no tiene sentido alguno ni económico ni de justicia, pues el que lo haga estaría metiéndose en las decisiones de las personas que mejor saben sobre cómo cooperar en la sociedad, los individuos.
Pero la banca central lo hace. Es la política monetaria. Mediante la acción o inacción de ciertas operaciones modifica la cantidad o el costo del dinero, que no es otra cosa que el tipo de interés. Esta notable y perniciosa influencia de modificar las tasas de interés desde luego que no es gratis ni quizás tan fácil de entender para el público.
Al respecto, la tecnocracia ha venido a convertirse en un feudo de los seudointelectuales donde los que no están muy enterados en materia de “política monetaria” y de lo que pasa, entonces no deben decir nada ni tan siquiera atreverse a opinar, según ellos.
La realidad es que la banca central concede a los bancos créditos que es una forma de financiación cobrándoles un interés. Así mismo, les ofrecen sus depósitos pagando una tasa determinada. Si el banco central desea inyectar liquidez en el sistema financiero, lo que hace es incrementar los créditos a los bancos y para ello reduce el tipo de interés cobrado y entonces se vuelve más barato el costo del crédito o del dinero. Ejemplo, esto fue lo que sucedió durante la pandemia. Se les fue la mano y crearon inflación, como de hecho solo lo puede hacer el Estado.
Ahora bien, si la banca central desea bajar la liquidez del sistema financiero, entonces extrae dinero del mercado. ¿Cómo lo hace? Pues elevando las tasas de interés de la política monetaria. De esta manera se reduce la cantidad de dinero en el sistema financiero. El crédito se vuelve más caro. Esta medida recae sobre la producción, el comercio, la industria y más sobre las familias más pobres.
En este momento los bancos centrales, percatándose de cómo está la economía mundial, han subido las tasas de interés de la política monetaria para bajar la inflación y la recesión que ellos mismos crearon. Un círculo vicioso que se repite y repite. La gente; el pueblo pierde y mucho. El Banco Central es un gigante inadvertido capaz de destruir.
Tasas
En este momento los bancos centrales percatándose de cómo está la economía mundial han subido las tasas de interés de la política monetaria para bajar la inflación y la recesión que ellos mismos crearon.
Daño
El daño es grande cuando dejamos que el Estado se encargue del precio. Si establece por encima del mercado, esto es, el precio mínimo, entonces se crea sobrante que ocurre por ejemplo en el mercado laboral (desempleo).
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.