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Así las cosas, aquellos actos de corrupción y el contexto especializado en delito corporativo nos orientan al reconocimiento de (nuevos) fraudes financieros y contables, a partir de una notoria incidencia empresarial en el campo financiero. En dicho sentido, percibimos una “complejidad” que se acarrea desde el injusto de manipulación y adulteración de reportes financieros.
Pues bien, esta práctica ilícita ha perjudicado el flujo de las “transacciones” y la confianza en el mercado financiero, en razón a la lesividad (penal) que se pondera conforme se va ampliando la gama de fenómenos delictivos, como la corrupción privada sea nacional y/o transnacional. Es que, el delito financiero de manipulación de reportes ocupa además otros parámetros, conforme al medio que se emplea, tal como resulta en el ciclo digital a raíz de la utilización negativa de la tecnología para ejecutar estas irregularidades, y así, concretar defraudaciones “manipulando” los datos para (ocultar) el origen de los bienes o para causar una declaración falsa a los inversores y/o controladores.
Dicho lo anterior, toda manipulación de estados (reportes) financieros genera ciertos patrones de fraude al informar situaciones económicas simuladas, lo que promueve un efecto negativo en la confianza de las celebraciones comerciales. Pues bien, estos actos fraudulentos ocupan una declaración intencional y equivocada respecto a la situación (real) financiera de una persona jurídica, con la finalidad de proyectar informes simulados a los órganos de control, y en tal sentido, lograr un beneficio de rentabilidad ajustada bajo un escenario irreal, una distribución del reparto de dividendos ficticios y/o pagos de bonos gerenciales y/o escenarios irreales en el mercado financiero.
En ese orden, se puede inferir en las diversas tipologías, como tal, cada una invierte en una característica propia con base a la técnica contable. Así, podemos determinar la incidencia de la “manipulación de riesgos”, por medio de la cual se inflan los ingresos a través de “ventas ficticias”; es decir, la acción de registrar ventas inexistentes para direccionar un aumento en el ingreso reportado a las entidades de control.
Por consiguiente, existen otras sistemáticas como la “anticipación de ingresos” que resulta en aquel registro antes de que exista reconocimiento, o la “manipulación de la contabilidad de contratos” que busca contabilizar ingresos anticipadamente. En tanto, (también) se puede referenciar a aquella “manipulación de gastos” que se utiliza como táctica ilícita para distorsionar los reportes.
Ciertamente, esta manipulación de gastos se puede abordar desde la capitalización inapropiada de erogaciones, cuando se clasifican dichos gastos como activos para reducir las erogaciones reportadas; o ante la liberación de provisiones en función de la manipulación financiera; o el aplazamiento de registros de gastos. Es que la importancia de estas “acciones” resulta vinculada (según la doctrina) a prácticas empresariales fraudulentas y abusivas para con accionistas, por lo que el desvalor del hecho lesivo se traduce en un (consecuente) perjuicio económico.
Sumado a ello, se puede ponderar la implicancia negativa de la “manipulación contable” que influye en el proceso de elaboración de la información financiera y contable, con el interés de la obtención de un beneficio propio, y que puede producirse cuando los directivos exponen los estados financieros con la finalidad de inducir al “error” a los inversores.
También, se acreditan manipulaciones de valores de los activos y pasivos con el objetivo central de ocultar “acciones”. Esto, mediante la sobrevaluación de activos, inflando o reduciendo el valor de los activos a fin de generar un efecto (simulado) en el balance general.
No obstante, las “transacciones” pueden darse a través de ventas a entidades relacionadas, con transacciones (simuladas) para hacer figurar el aumento de los ingresos y/o transfiriendo activos a entidades relacionadas a precios inflados y/o ocultando los pasivos, reubicando mediante entidades relacionadas, y en dicho efecto, ocultarlos de los estados financieros.
Es sabido que el fraude en los (reportes) financieros representa un peligro para los usuarios de la información financiera, mientras que ocupa importancia la realidad de los sistemas que han sufrido manipulaciones, lo que determina la necesidad de controlar y comparar reportes (actuales) de una empresa respecto de periodos anteriores a los acreedores y a los inversionistas.
Finalmente, la cuestión de los límites político-criminales de la protección penal y las prohibiciones en el sector financiero dan cuenta de una interacción de la “contabilidad creativa”, como una forma de manipulación de la información correcta, para simular por otra, que mejore o desmejore la situación económica de una empresa. Esto último incide en la información financiera, utilizando estimaciones para afectar las cifras y/o cambiando las fechas de cierre del ejercicio para incluir o excluir transacciones específicas y/o a través de la no divulgación de información relevante o (al contrario) proporcionando información engañosa para el camuflaje sobre la situación financiera (efectiva) de una empresa.
Fraudes
Aquellos actos de corrupción y el contexto especializado en delito corporativo nos orientan al reconocimiento de (nuevos) fraudes financieros y contables.
Ilícita
Práctica ilícita ha perjudicado el flujo de las “transacciones” y la confianza en el mercado financiero, en razón a la lesividad (penal) que se pondera conforme la gama de fenómenos delictivos.
Peligro
Fraude en los reportes financieros representa un peligro para usuarios de la información financiera, y ocupa importancia la realidad de sistemas que han sufrido manipulación.
(*) Docente investigador de la carrera de Derecho de la Universidad Americana. Doctor en Derecho. Magíster en Ciencias Penales. Twitter: @MatiasGarceteP