Itaipú: perdimos una década de crecimiento económico

El Tratado de Itaipú cumple este miércoles 50 años. Sin embargo, a pesar de los años que transcurrieron, muchos paraguayos aún creen que Brasil pagó los costos de la colosal hidroeléctrica y porque consumió alrededor del 90% de toda su producción es el responsable de la generación de esta riqueza y no la fuerza hidráulica del río Paraná. El investigador Miguel Carter enfatiza ese grave error en esta entrevista y reitera las razones por las cuales Itaipú es y debe ser “una causa nacional”.

Dr. Miguel Carter, investigador (*).
Dr. Miguel Carter, investigador (*).Pedro Gonzalez

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Entrevista de Ramón Casco Carreras

Vista parcial de la central hidroeléctrica paraguayo/brasileña Itaipú.
Vista parcial de la central hidroeléctrica paraguayo/brasileña Itaipú.

1.- Itaipú no fue un buen “negocio” para el Paraguay, sus investigaciones probaron esta conclusión inclusive con números. ¿Cuánto perdió el Paraguay en ese extenso período de funcionamiento de la central binacional?

–La represa de Itaipú ha producido más energía que cualquier otra hidroeléctrica del mundo. Entre 1985 y 2021, Itaipú generó 2.831 teravatios hora (1 TWh = 1000 GWh), lo suficiente para abastecer por cinco años el consumo eléctrico de todo el Brasil. Esto creó una riqueza de inmenso valor. A precios de mercado puede ser estimada en US$ 222.400 millones, indexados al año 2016.

De esta suma, Paraguay recibió US$ 33.900 millones en concepto de energía retirada de Itaipú, royalties y compensación por la electricidad exportada al Brasil. La suma es sustancial, pero representa solo el 15% de la riqueza producida en Itaipú. Brasil, por sí solo, se llevó el 85% de esta fortuna.

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Itaipú se estableció como un “condominio de partes iguales, " ...pero en la práctica, Brasil ha sido –en la célebre expresión de George Orwell– mucho “más igual” que Paraguay.

La injusticia sufrida por Paraguay fue instituida en el diseño del Tratado de Itaipú, forjada al amparo de dos regímenes autoritarios. El acuerdo incluye varias cláusulas lesivas para Paraguay, que lo ha obligado a ceder su excedente energético al Brasil a un precio muy inferior a los valores de mercado. Además, el Tratado ha sido invocado para impedir la venta de energía paraguaya a terceros países.

Entre 1985 y 2021, Paraguay exportó 1.164 TWh de su energía en Itaipú al Brasil y recibió una compensación de US$ 6.200 millones (en valores indexados al año 2016). Por la misma energía, a precios de mercado en Brasil, Paraguay podría haber recibido US$ 83.500 millones. De esa forma, el país dejó de percibir US$ 77.300 millones, suma que equivale al valor de toda la economía nacional de los dos últimos años. De haberse beneficiado con estos recursos, Paraguay hoy sería otro país.

Con el ingreso adicional de US$ 77.300 millones, a lo largo de 37 años, podríamos haber duplicado el presupuesto público en salud y educación, y nos hubiera sobrado US$ 29.000 millones para invertir en obras de infraestructura, reducir la pobreza y promover el desarrollo. Estos fondos hubieran dinamizado la economía paraguaya.

Según nuestro estudio, entre 1985 y 2021, el PIB pudo haber aumentado US$ 179.400 millones, un monto similar al PIB de toda la década de 1990.

En Itaipú perdimos una década de crecimiento económico. En vez de propiciar un Paraguay más próspero, el 70% de nuestra riqueza fue expoliada para subsidiar el desarrollo industrial del Brasil.

2.- ¿A qué procedimientos recurrió Ud. para sustentar sus conclusiones?

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–Estas informaciones son el resultado de una investigación científica de casi dos años. Esperamos publicarlos en breve en un libro intitulado Itaipú, Causa Nacional. Se trata de una obra original, realizada en colaboración con 31 expertos nacionales y extranjeros, de diversas disciplinas académicas.

Para calcular el ingreso no percibido por Paraguay en Itaipú, nos basamos en un estudio del economista Jeffrey Sachs, publicado en 2013, que suscitó amplia atención en nuestro país. Sachs realizó estimaciones de un solo año y con un solo precio del mercado brasileño. Nosotros construimos una base de datos que abarca 37 años de producción y comercialización energética. Trabajamos con una canasta de cinco precios de mercado. Todos nuestros datos provienen de fuentes oficiales.

Nuestro análisis contrafactual permite dimensionar el perjuicio sufrido por Paraguay debido a las cláusulas lesivas del Tratado de Itaipú.

3.- Ud. también ha desarrollado investigaciones sobre el costo de Itaipú y su deuda ¿Cuáles son sus principales hallazgos y recomendaciones?

–Un estudio realizado con César Cardozo, exsuperintendente financiero de Itaipú, nos permitió llegar a la sorprendente conclusión de que Itaipú costó US$ 78.300 millones, en valores nominales. Indexados a precios 2016, esta suma alcanza US$ 146.900 millones. Itaipú es la obra más cara del planeta Tierra. Lo dice el proprio Libro Guinness de Récords Mundiales.

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El 85% del costo de Itaipú fue financiero. La usina en sí con sus obras auxiliares y la expropiación de tierras inundadas costaron US$ 12.000 millones, en valores nominales. El costo financiero ascendió a US$ 66.300 millones: 5,5 veces más que el monto invertido en la obra. Estas cifras son insólitas. Precisan ser revisadas con el debido rigor.

Varios factores incidieron en el costo extraordinario de Itaipú. La sobrefacturación de la obra tuvo un efecto crucial. La usina fue construida en una era de opacidad y relaciones prebendarias entre las empresas contratistas y las autoridades estatales. Se estima que el 85% de los contratos de Itaipú beneficiaron a constructoras brasileñas. Cuatro de las cinco compañías brasileñas que integraron el consorcio de obras civiles en Itaipú estuvieron involucradas, años después, en el caso Lava Jato, el mayor escándalo de corrupción en la historia del Brasil. Por lo que se sabe, Itaipú bien pudo haber sido la “escuela primaria” de la Lava Jato.

El excesivo costo la obra, que comenzó con un presupuesto de US$ 1.500 millones y escaló a US$ 12.000 millones, afectó la gestión financiera de Itaipú. Los enormes préstamos contraídos la volvieron más vulnerable a crisis externas y aumentaron el costo del servicio de electricidad.

En 1997, las autoridades de Itaipú tomaron medidas para atenuar la crisis financiera de la entidad. Sin embargo, dos de estas determinaciones elevaron el costo de Itaipú en US$ 25.000 millones, casi un tercio del valor total. Una de ellas asimiló al pasivo de la represa la deuda vencida de empresas brasileñas, que alegaron no poder pagar la tarifa de Itaipú. Esta “deuda espuria” fue ampliamente criticada en Paraguay y declarada “ilegal” por la Contraloría General de la República. La segunda decisión adicionó un factor de ajuste a la dolarización de la deuda, que aumentó el costo de Itaipú en más de en US$ 9.800 millones. El 99% del sobrecosto financiero de US$ 25.000 millones acabó irrigando los cofres de diversas instituciones del Brasil.

Nuestro estudio se basa en datos oficiales de Itaipú. Un ejercicio de simulación nos permitió evaluar el impacto de la sobrefacturación de la usina y su enorme costo financiero. Con una inversión directa de US$ 6.000 millones (la mitad del valor real), la hidroeléctrica hubiera costado US$ 19.000 millones. En conclusión, con el precio de una Itaipú pudo construirse cuatro represas de la misma escala.

Itaipú resultó ser un gran negocio financiero para el Brasil. La revisión del Anexo C del Tratado debe incluir un cuidadoso examen del extraordinario costo de esta represa y su abultada deuda.

4.- En las negociaciones previstas, ¿es suficiente un gobierno nacionalista y un equipo de “iluminados” para que el Paraguay alcance o al menos se aproxime a sus objetivos?

–La asimetría entre Brasil y Paraguay es formidable, incluso en la capacidad de negociación. Nuestra cancillería le pisa los talones al Itamaraty.

Necesitamos líderes íntegros, inteligentes y patriotas. Pero esto no es suficiente. Precisamos mejorar la correlación de fuerzas con Brasil. No podemos enfrentar a Goliat en los términos de Goliat. La Biblia lo explica muy bien. Hay una amplia literatura en las ciencias sociales que avala esta posición. Nos urge aprender de David y generar estrategias alternativas.

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Hay tres puntos que me parecen esenciales. Primero, precisamos diseñar una estrategia más ágil, abierta y participativa. Esta debe dar protagonismo al pueblo paraguayo. Itaipú es y debe ser una causa nacional. Panamá recuperó su canal con la movilización ciudadana. Esta energía social es fundamental para superar nuestro complejo de inferioridad ante el Brasil y fortalecer la posición de los negociadores paraguayos.

Segundo, hace falta construir una narrativa oficial en torno a Itaipú basada en hechos reales. Nos toca ser honestos con nosotros mismos y con el Brasil. Ya lo decía Jesús: “La verdad os hará libres”. Ser sinceros con lo que pasó en Itaipú anima y fortalece la promoción de una causa común. Además, ofrece una gran herramienta para convencer a otros, generar empatía y cultivar aliados.

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Tercero, Paraguay debe suscitar simpatía y apoyo en el exterior. No puede plantarse solo ante el Brasil. El Acuerdo Lugo-Lula del 2009 fue posible gracias a la mediación de diversos estadistas latinoamericanos. Lula se dio cuenta de que sería un papelón para el Brasil no acceder a algunas demandas paraguayas. Panamá obtuvo el apoyo de numerosos países –y de ciudadanos norteamericanos– antes de negociar el canal con el Gobierno de los Estados Unidos. Una narrativa oficial honesta, bien documentada y explicada, nos ayudaría a dialogar con la comunidad internacional, incluyendo un espectro importante de la opinión pública brasileña.

Defender la justicia en Itaipú es defender nuestra soberanía. En el futuro de Itaipú se desentraña también el destino de nuestra nación.

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No podemos enfrentar a Goliat en los términos de Goliat. Nos urge aprender de David y generar estrategias alternativas. Hay una amplia literatura que avala esta posición.

(*) Miguel Carter es director de Demos –Centro para la Democracia, la Creatividad y la Inclusión Social–. Carter es doctor en Ciencias Políticas por la Columbia University de Nueva York, con un posdoctorado en la University of Oxford como investigador del Centro de Estudios Brasileños y St. Antony’s College.

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