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Mucha gente viene beneficiándose del actual régimen de ideas y prácticas. Estamos cada vez más lejos del beneficioso orden de la libertad política y económica.
Factores externos
Desde la propia Naciones Unidas (ONU), el Fondo Monetario Internacional (FMI, el Banco Mundial (BM) y los gobiernos locales hacen y deshacen a su antojo las delicadas manecillas del reloj de la economía libre y del republicanismo liberal porque a esas organizaciones les conviene el desorden, donde solo supuestamente los tecnócratas son capaces de resolver los problemas que, por cierto, ellos mismos se han encargado de crear y de incentivar políticas de más intervencionismo estatal como si fuera el único modo de promover el progreso.
La situación actual no solo afecta a nuestro país sino que tiene ribetes a nivel mundial, se caracteriza por endeudamientos sin límite alguno con gastos extravagantes por decir lo menos.
Lo que no parecen entender sus propiciadores desde los mismos gobiernos o mejor dicho no desean mirar de otro modo el problema con el cual nos enfrentamos es que el actual sistema estatista mercantilista nos lleva a un proceso de continuo deterioro. Más temprano que tarde colapsará y causará todavía mucho más daño.
A la fecha, la caída del empleo, de la producción y la productividad, de los salarios de los trabajadores así como de los ingresos empresariales, son los síntomas de aquel modelo. Sin embargo, para cambiar esto es necesario hurgar en la economía, la política y en especial en la filosofía. En efecto, en el nacimiento de lo que se conoce como socialdemocracia que ocupó su lugar luego de la puesta primeramente del liberalismo, los países habían acumulado capital por varias generaciones, lo que había elevado el nivel de vida en una magnitud significativa.
Una forma de soborno
Esto proporcionó un fondo aparentemente inagotable para que los políticos sobornaran a los votantes, otorgándoles como “regalos” en forma de beneficios de jubilación sin tomar en cuenta el plazo de tiempo de las prestaciones, pagos de asistencia social, obras llamadas públicas sin calidad muchas de ellas y financiadas de nuevo con empréstitos con intereses que llegan a más de lo prudencial (como el caso nuestro de Paraguay que topea el 40% del PIB) y todo a cambio de votos.
El problema es el mismo de siempre. A los burócratas, técnicos y políticos formados en la usanza del pensamiento estatista de la demanda agregada donde el socialismo y luego el keynesianismo les gusta gastar, gastar y gastar, incluso aumentado los impuestos, pues lo que pasó fue que gran parte de este gasto se vio impulsado por los préstamos, con la productividad del capital acumulado, que permite que los ingresos fiscales sirvan a esta deuda.
Luego sobrevino y estamos ahora en ese momento de modo más visible que el endeudamiento y la inflación crea más pobres y como son estos –los más pobres– los que reciben los pagos de asistencia social, entonces la llamada clase media empieza a desaparecer. El despilfarro estatal está consumiendo el ahorro y el capital privado de modo implacable.
Ni tan siquiera el aumento de la productividad puede seguir dando alivio al creciente nivel del gasto, un gasto que además es sin contraprestación, sin transparencia y sin rendición de cuentas.
Sin fórmulas mágicas
En el largo discurrir de la humanidad –y de la que se conforma de las respectivas naciones– para el logro del progreso material y cultural no han existido ni existirán fórmulas mágicas. Por el contrario, es un proceso arduo de trabajo, disciplina, conocimiento, ahorro e inversión. Únicamente el individuo como tal en asociación con otros puede concitar la cooperación basada en la libertad y en el respeto de la propiedad privada y no hay otro modo.
Todo intento de coerción impulsado desde y por el Estado ha fracasado, dejando miles de muertes y miseria, donde unos pocos privilegiados pudieron sortear el infortunio pero a costa del dolor de sus prójimos.
Sabemos que la realidad social es compleja. No obstante, el desarrollo de la historia muestra con claridad que las ideas sí importan y mucho.
Se puede perder y mucho
El filósofo español José Ortega y Gasset decía con razón que “la civilización no está solo ahí - no es autosuficiente”.
Esto quiere decir que la existencia de nuestro progreso como tal en las diversas áreas no está exento de retrocesos. Esos retrocesos se pueden dar cuando las ideas correctas de la libertad son arremetidas por las ideas contrarias.
Y esto es exactamente a lo que nos exponemos cuando el Estado y sus llamados “representantes” que no son los de la gente que les paga, siguen despilfarrando nuestro dinero, nos endeudan, se alzan con riquezas mal habidas y para colmo preparan un paquete de medidas de aumento de impuestos como si nada les fuera suficiente, total es el individuo, la familia y la empresa privada los que le darán nuevamente parte de sus ingresos y ganancias.
Antes que sea tarde
El colapso del actual sistema estatista mercantilista es cuestión de tiempo, de poco tiempo. Si en Paraguay sus dirigentes no aprenden de una vez por todas que el progreso es un efecto de la libertad económica entonces el horizonte se pondrá cada vez más gris. Lo que nos sucede como país no es diferente a la latinoamericana. Si seguimos desperdiciando oportunidades debido a la incertidumbre creada por malas ideas y políticas erróneas será muy difícil cambiar el actual camino.
La acumulación de capital que se genera con el ahorro previo requiere ciertamente de la iniciativa empresarial dispuesta a arriesgar su capital, pero también e inexcusablemente necesita de gobiernos –cualquiera sea el que se encuentre ante la administración del Estado– de emitir señales claras y medidas concretas de promover espacios de libertad económica garantizando la vida, la libertad y la propiedad.
Reconozco que la mayoría de las ideas liberales y republicanas comenzaron en algún momento como teorías ridiculizadas, abrazadas solo por unos pocos, sin embargo, su posterior adopción tuvo profundas consecuencias positivas.
Gasto
El despilfarro estatal está consumiendo el ahorro y el capital privado de modo implacable. Ni alza de la productividad puede aliviar el creciente nivel del gasto.
Global
La situación actual no solo afecta a nuestro país sino que tiene ribetes a nivel global. Se caracteriza por endeudamientos sin límites.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.