Una mirada global hacia la lucha contra la contaminación ambiental

El mundo se enfrenta al deterioro de la calidad de aire, causado, entre otros elementos, por el aumento de las emisiones de carbono. Este agravamiento supone un impacto directo en la salud humana, el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la contaminación y los desechos en los países de ingreso bajo, medio y alto (Organización Mundial de la Salud - OMS).

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GENTILEZA

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De acuerdo con últimos estudios dados a conocer por el mismo organismo, el 99% de la población mundial respira aire insalubre, es decir, que supera los límites de contaminación atmosférica previstos por la OMS y provoca alrededor de 7 millones de muertes prematuras cada año. Sobre este último punto, aproximadamente el 37% de estas fueron por cardiopatías isquémicas y accidentes cerebrovasculares, el 18% obedece a enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, el 23% a infecciones respiratorias agudas, y el 11% a cáncer de las vías respiratorias.

A modo de precisar y de acuerdo con “ecologistas en acción” el material particulado respirable presente en la atmósfera de nuestras ciudades en forma sólida o líquida (polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento y polen, entre otras) se divide, según su tamaño, en dos grupos principales. A las de diámetro aerodinámico igual o inferior a los 10 µm o 10 micrómetros (1 µm corresponde a la milésima parte de un milímetro) se las denomina PM10 y a la fracción respirable más pequeña, PM2,5. Estas últimas están constituidas por aquellas partículas de diámetro aerodinámico inferior o igual a los 2,5 micrómetros, es decir, son 100 veces más delgadas que un cabello humano. En el caso de las PM2,5, su origen está principalmente en fuentes de carácter antropogénico como las emisiones de los vehículos diésel, mientras que las partículas de mayor tamaño pueden tener en su composición un importante componente de tipo natural, como partículas de polvo procedente de las intrusiones de viento del norte de África (polvo sahariano), frecuente en nuestras latitudes.

El PM2,5 representa la mayor amenaza para la salud y a menudo se utiliza como métrica en las normas legales de calidad del aire. Al inhalarlo, se absorbe en el cuerpo y penetra en el torrente sanguíneo, asociándose con enfermedades como: accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas, enfermedades pulmonares y cáncer que genera mayor afectación a la población vulnerable, niños, adultos mayores y mujeres. Estimaciones del Banco Mundial refieren que a nivel mundial los impactos económicos de la contaminación atmosférica ascienden a US$ 8,1 billones al año, lo que equivale al 6,1% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial.

Pese al esfuerzo mundial basado en el impulso de políticas de vigilancia de la calidad del aire, en el 37% de los países no existe requisito legal alguno, lo cual marca una considerable brecha entre las naciones comprometidas con la lucha contra la contaminación atmosférica y las que se han adherido a acuerdos medioambientales, pero sin ponerlos en práctica.

En línea con lo anterior es de recordar que, en septiembre del año 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Los pilares se desprenden en la meta 3.9 (reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades producidas por productos químicos peligrosos y la contaminación del aire, el agua y el suelo), 7.1 (garantizar el acceso universal a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos) y 11.6 (reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y de otro tipo).

En palabras de Alexandre Caldas, jefe de la División de Difusión, Tecnología e Innovación de la División de Ciencias del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), “La vigilancia de la calidad del aire y el acceso transparente a los datos a través de plataformas como la ‘World Environment Situation Room’ son fundamentales para la humanidad, ya que nos ayudan a entender cómo la contaminación del aire afecta a las personas, lugares y el planeta. Con estos datos, los gobiernos y los países pueden identificar los puntos críticos de la contaminación del aire y tomar medidas específicas para proteger y mejorar nuestro futuro y el bienestar humano y ambiental”.

En los últimos años, Paraguay ha tenido una importante participación en las agendas globales de lucha contra el cambio climático y ha diseñado, así como adoptado –de manera gradual– una serie de políticas en pos del mencionado compromiso. Ello, se ha visto reflejado en la mejora que ha logrado el país en el ranking de vulnerabilidad (el Índice de Países ND-GAIN), pasando del puesto 118 en el año 1995 al 94 en el 2019.

En la presente edición se abordan los avances que ha tenido Paraguay en la implementación de normativas enmarcadas dentro de la política contra la contaminación ambiental.

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