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Pero lo que se deja de lado y ni se menciona, es que en contrapartida el gasto público ya llega a más del 25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y que el gasto rígido ha venido creciendo exponencialmente representando a la fecha más del 80 por ciento del gasto total. Tampoco mencionan los representantes del gobierno acerca de la contraprestación, de la transparencia y de la rendición de cuentas.
Los gastos rígidos perforan el Presupuesto en salarios, jubilaciones, prestaciones sociales y el servicio de la deuda que contempla el pago del capital y los intereses de préstamos y bonos. Esto significa no solo su afectación sobre el déficit, sino que; primero, un tremendo impacto sobre la capacidad de maniobra del Estado para financiarse sobre la base de las finanzas sanas y; segundo, sobre el ahorro privado.
De hecho, hablar de finanzas sanas donde los ingresos se balancean prudencialmente en relación a los gastos es un decir que no acaba por sorprender a cualquier contribuyente. El dinero se dirige a un barril sin fondo.
Por supuesto, para el gobierno la recaudación histórica es para enorgullecerse. ¡Se equivocan, no es así! No hay nada de qué enorgullecerse puesto que como vamos el gasto rígido seguirá creciendo al punto de volverse incontrolable, mejor dicho, “controlable” mediante políticas contrarias precisamente a lo que es la economía.
Finanzas y economía
Una cosa son las finanzas y otra la economía. Las finanzas atañe al Estado ciertamente en la recaudación y el gasto, siendo la economía la acción humana en un amplio de orden de cooperación social la que aporta para que las finanzas existan.
Pero como en el pensamiento estatista lo que interesa son las finanzas, entonces le dan suma importancia a la recaudación relegando lo fundamental que implica la calidad del gasto en esa secuencia de contraprestación y transparencia.
El gobierno en lugar de ufanarse de la recaudación debe aplaudir y reverenciar al sector privado, individuos, empresas y familias que pese a todo y sin recibir nada a cambio y menos rendición de cuentas, siguen aportando parte de su dinero al órgano llamado Estado que no debería recibir un solo guaraní más.
El despilfarro, el robo, la riqueza mal habida y todo lo que significan los peores males para un contribuyente lo expone el mismo Estado y ¡a cara descubierta!
No pasará mucho tiempo
Ya estamos en situación de alerta, sin embargo, se notará la descomposición de aquí a no más de un año cuando la economía paraguaya privada, los individuos y las empresas –las que crean y distribuyen la riqueza mejor que cualquier organización como el propio Estado– se vean arrastradas de una u otra manera por los desequilibrios estructurales estatales al punto que, por ejemplo, los déficits de las cajas fiscales, el gasto del personal ocioso y el pago de la deuda se conviertan en un problema sin una propuesta reformista de fondo.
La respuesta que vendrá si seguimos con este carnaval será el aumento de los tributos en una lamentable y peligrosa “reforma tributaria” sumado al aumento del endeudamiento.
Políticamente hablando, es cierto, resulta inviable dejar que vayan a la quiebra todas las cajas fiscales y la del Instituto de Previsión Social (IPS). Ahí se encuentran miles de familias, de maestros, policías, funcionarios en general y aportantes jóvenes a la fecha que pagan sus haberes respectivos y que se encontrarán con un problema al momento de jubilarse.
De hecho, la propia Caja Fiscal acumula un ¡déficit de más de 75 millones de dólares! Y esto es apenas la punta del iceberg.
¿De dónde sale el dinero para pagar ese déficit?
¿De dónde saldrá más dinero para pagar más déficit? Pues de las personas y las empresas que hoy pagan y son muy pocas. El Estado no tiene ni un guaraní, ni uno solo, que no haya sacado antes del bolsillo de la gente, de la que trabaja e invierte todos los días.
Importancia del otro camino
El camino que estamos transitando está mal y muy mal pese a los apologistas que siguen creyendo en la deidad del Leviatán estatal colocando en un pedestal al gobierno, cualquiera sea el que se encuentre en la administración.
Ocurre que el tema del progreso económico en términos generales ha sido planteado en términos macroeconómicos, lo que coloca en un sitial reverencial al Estado.
Los burócratas y políticos cortados por la misma tijera del gobierno omnipotente consideran con una certeza que llama la atención que las causas del desarrollo son el crecimiento económico, el aumento del ingreso per cápita, la disminución de la mortalidad infantil, la innovación tecnológica, entre otros.
Sin embargo, dichos factores no son las causas del desarrollo, sino más bien el mismo progreso. Este es el motivo por el cual el desarrollo está en otra parte. Se encuentra en una parte que permanentemente es relegada e incluso dejada a un lado, adrede, porque así le conviene a los hacedores de la pobreza, el desempleo y la marginalidad, esto es, a los que encargan de robarnos mediante el despilfarro, el mal gasto y la riqueza mal habida.
Por eso es fundamental conocer el otro camino. Lo que hoy conocemos como microeconomía, que mejor sería llamarla en términos correctos función empresarial, o lo que es lo mismo para ser todavía más precisos: la función empresarial es la fuente de las transformaciones en el mundo que concitó un avance nunca antes visto en la historia de la humanidad. Y no ha cambiado dicha fuente. Ocurre que el individuo y la empresa privada son, como dije más arriba, relegados e incluso dejados de lado por líneas de pensamientos que sostienen la supremacía estatal sobre el individuo, situación que en el presente se ha vuelto casi como una religión a imponer.
No me refiero a que la función empresarial sea solo una cuestión de negocios o de empresa. Es una tarea a la que nos enfrentamos los seres humanos y que para su ejecución se requiere de creatividad, decisión y esfuerzo; y sobre todo de un ambiente de libertad y de garantía a la propiedad privada. De manera que si se habla de recaudar más tal como el gobierno se ufana de hacerlo pues entonces el pueblo tiene derecho a decir: ¿Recaudar más? ¿Y para qué? si el robo continúa impune.
Rígidos
Los gastos rígidos perforan el Presupuesto en salarios, jubilaciones, prestaciones sociales y el servicio de la deuda.
Despilfarro
El despilfarro, el robo, la riqueza mal habida y todo lo que significan los peores males para un contribuyente lo expone el mismo Estado.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.