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El Presupuesto de Gastos tiene directa relación con la existencia del Estado y del Gobierno de turno, de sus funciones y, por tanto, se encuentra en estrecha referencia con la economía, la filosofía y la política. Sin este trípode de áreas de conocimiento no se podrá comprender al ser humano en cuanto a su ingreso a la sociedad organizada políticamente.
Sin duda que una sociedad organizada requiere de recursos, al menos si consideramos que la organización política y jurídica denominada Estado será parte de la vida de los seres humanos. Y no necesariamente debería ser así, pues personalmente creo que alguna vez podríamos deshacernos de un Estado tal como hoy lo tenemos para avanzar hacia ello, pues sin duda pasará un tiempo ya que la cultura y los valores prevalecientes tienen influencia en ese debate de ideas.
Ahora bien y volviendo al tema presupuestario, reconozco el esfuerzo de muchos buenos técnicos en la materia. Sin embargo, el tema aquí abordado es más que un mero tecnicismo, el Presupuesto no puede ni debe ser visto ni analizado ni puesto en práctica como la mera determinación técnica de los gastos autorizados y su financiamiento. Si se parte de esta idea, pues entonces el resultado será la preeminencia del sector estatal sobre el privado, del gobierno –cualquiera sea– sobre los individuos, las familias y las empresas.
Considero que esta es una de las primeras premisas a tomar en cuenta. Si el Gobierno constitucional se convertirá en un gobierno de técnicos, pues entonces no estamos ante “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo” (frase de Abraham Lincoln para definir la democracia en su discurso que pronunció en 1863 en el lugar donde se produjo la batalla de Gettysburg, durante la guerra civil de los Estados Unidos, entre el norte y el sur).
Estamos ante lo que hoy se llama tecnocracia, una línea de pensamiento que sustituye a la democracia liberal republicana con economía de mercado por una conformada por gerentes y técnicos bien preparados cuyo propósito final es otorgar poder a las corporaciones conformadas por empresas poderosas de altos ingresos, pero con fuertes influencias en el sector estatal vía presupuestaria, impositiva y de préstamos para el endeudamiento.
De nuestra Constitución y la economía
Nuestra ley fundamental dice en su artículo 176 acerca de la política económica del Estado que la misma tendrá como fines la promoción del desarrollo económico, social y cultural; expresión laxa en términos lingüísticos, pero que deja entrever que el desarrollo viene a ser finalmente su propósito.
El citado artículo de nuestra Constitución Nacional (CN) es muy claro en cuanto a que el objetivo de la política económica se centra en el desarrollo. Sobre lo que dice la CN puedo estar en desacuerdo, sobre si dicha disposición puede ser expresada de otra no estoy de acuerdo, es una expresión laxa, generalista que se presta a interpretaciones que terminan en extralimitaciones por parte del poder político.
El desarrollo y hasta el progreso mismo como se ha venido expresando en la historia de las ideas y en su vigencia práctica ciertamente ha venido evolucionando, motivo por el cual no tiene ciertamente una definición única. Lo que sí sabemos es que cuanto más libertad económica exista adosada de Estado de Derecho, los países y sus habitantes gozan de mejores condiciones de vida no solo económicas sino también políticas y hasta educativas en general.
Libertades civiles y económicas
Sin embargo, en lo que sí y definitivamente sí podemos concluir es que lo expresado en nuestra CN significa un proceso por el cual una comunidad determinada (Paraguay) progresa y crece hacia mejores estadios de condiciones de vida, ya sea en términos económicos, sociales, educativos y políticamente. Si progreso igualmente significa que mis ingresos provenientes de mi trabajo, talento, disciplina, ahorro e inversión (no interesa si es poco o mucho lo que gano) no tiene resguardo ni certidumbre ni seguridad jurídica, entonces eso no puede llamarse ni desarrollo ni progreso, es apenas una burbuja a explotar en cualquier momento.
A lo que voy para terminar este ensayo es que estamos por un mal camino. Tenemos que preocuparnos y ocuparnos de que las libertades políticas y civiles alcanzadas no podrán ser sostenibles en el tiempo sin libertad económica. Todavía más, es la libertad económica la que hace posible los derechos civiles.
Y libertad económica es la autonomía del individuo sobre la acción que ejerce el Estado cuando este se desborda en sus funciones. La libertad económica implica que las personas colaboran, ahorran, invierten, elevan sus capacidades y talentos sin dañar a otros, en el marco de la Constitución de la libertad. Pero no, aquí algo no está bien y tampoco es bueno que se siga así porque los daños provocados son graves y luego se volverán irreversibles. Y a esto es lo que llamo: el Estado está aplastando a la gente laboriosa y emprendedora, la misma que se levanta temprano para llevar el pan a sus hogares.
Importancia de los principios
Decía con acierto el fundador de la economía moderna Adam Smith, quien combinó sus ideas con la historia, la filosofía, la psicología y la ética que “No hay arte que un gobierno aprenda más rápido de otro que el de sacar dinero de los bolsillos de la gente”.
La frase es muy conocida, pero poco comprendida en cuanto a sus perversos y dañinos efectos. Una razón de esta incomprensión de perjuicios ocasionados desde el poder está en que se sigue considerando que el dinero o la riqueza se crean sin esfuerzo, ahorro e inversión. Muchos creen que se puede distribuir sin antes tomar en cuenta la producción y que al final de cuentas lo que importa es que el Estado sea el gran benefactor.
La realidad es que no es así. El progreso requiere de un orden político económico en el que se garanticen los derechos a la vida, la libertad y la propiedad privada. El desprecio por tales derechos no ha hecho más que frustrar por siglos especialmente a los más pobres y desamparados de un mejor pasar. Si se atropella la propiedad, la inversión huye y si lo hace pues caen inexorablemente el empleo, los salarios de los trabajadores y las ganancias empresariales.
Los recursos producidos por la gente laboriosa y emprendedora del país y que terminan en el Estado están y nadie lo puede negar. Mucho dinero ingresa al Estado que termina en despilfarro. Todo esto es muy dañino.
Lo que hay
Veamos primeramente de lo que se dispone desde el Gobierno. El Presupuesto de gastos no guarda relación con la economía. Y si no guarda relación es porque el gasto público no se compadece en lo más mínimo con los ingresos y menos con la producción y productividad del país. El déficit empieza a escaparse y esa es una señal de alerta que para países como el nuestro no debe ser desconsiderado.
Y si a esto agregamos que el plan del gobierno también contempla endeudamientos entonces para el año que viene terminaremos con el 50 por ciento con relación al Producto Interno Bruto (PIB).
Estamos con problemas, estimados lectores, y lo vuelvo a advertir enfáticamente. Así como se lee, en problemas. Algunos dicen que no es para tanto. Que comparado con lo que sucede con otros países no estamos tan mal. Esta afirmación tiene una respuesta y está en la remanida frase “mal de muchos consuelo de tontos”. ¡Cuántas oportunidades perdidas por esa pasiva y cómoda visión!
Mal de muchos
Los que así se expresan no solo son tontos y desde luego se hacen sino también son inútiles, ineficientes y corruptos. Y eso es el Estado mediante su gobierno. Es una maquinaria delincuencial. Y sostengo lo dicho porque si se cuenta con el dinero y se lo despilfarra, para que todos los años se siga tirando el dinero de la gente en una caja sin fondo y sin contraprestación, estamos ante un hecho punible.
Esto ha pasado de castaño a obscuro y tan obscuro que pese a su declarada ineficiencia en dotar de servicios a la gente se siguen elevando el gasto público y la deuda como si fuera algo normal y soportable.
La realidad es que no es normal ni es soportable. El Presupuesto debe ser un plan de trabajo serio y eficiente en su preparación y ejecución por una sencilla y contundente razón: el dinero que se dispone es de la gente, del pueblo, de ese hombre y mujer que todos los días se levanta para llevar el pan a su hogar, de ellos es cada guaraní utilizado por el Estado y el gobierno que lo pone en marcha.
Relación
El Presupuesto General de la Nación tiene una directa relación con la existencia del Estado y del Gobierno de turno.
Tecnocracia
La tecnocracia es una línea de pensamiento que sustituye a la democracia liberal republicana con la de una economía de mercado.
Libertad
La libertad económica es la autonomía del individuo sobre la acción que ejerce el Estado cuando este se desborda en sus funciones.
Laboriosa
El Estado está aplastando a la gente laboriosa y emprendedora, la misma que se levanta temprano para llevar el pan a sus hogares.
(*) Catedrático de materias jurídicas y en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.