Gastan ellos, pagamos nosotros; finanzas y economía complicadas

El problema del déficit (entre el 4 y 5 por ciento para este año) se ha vuelto preocupante al punto de complicado, aunque muchos técnicos del pensamiento mainstream –el prevaleciente a la fecha en economía– no lo vean de ese modo. Sin embargo, la realidad es que gastar más de lo que se recauda termina por convertirse, primero, en un ajuste en las finanzas públicas; no obstante y, segundo, sucede mucho más que eso, puesto que se está manoseando peligrosamente el orden económico del país.

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Y si hablamos de orden económico me refiero a los recursos proveídos por el sector privado en esa secuencia de ahorro e inversión. Solo la función empresarial desarrollada magistralmente por la Escuela Austriaca de Economía, la liberal por antonomasia, puede explicarlo. En efecto, las personas desarrollamos una función empresarial cuando proponemos cambiar nuestro presente para obtener objetivos valiosos en el futuro, en consecuencia, estamos ante una acción humana en la que todos estamos involucrados.

Economía e interacción social

La economía, al final y al cabo, es permanente decisión en un proceso de interacción social. Los seres humanos de manera constante buscamos nuevos fines y medios, aprendemos del pasado, vamos descubriendo y creando cosas. De ahí la importancia de entender la teoría económica para que los hechos a llevarse a cabo sean mejor visualizados y comprendidos en sus efectos a corto, mediano y largo plazo y más si nos referimos a la actividad gubernamental.

En ese sentido, la economía en sí misma y en su necesaria e importante expresión teórica no trata sobre cosas y objetos materiales, sino que aborda sobre las personas en sus apreciaciones y acciones. Lo que conocemos por ejemplo como bienes y mercaderías provienen de la mente y conducta humana, esto es, de lo que finalmente se llama libre mercado o amplio orden de cooperación social.

Infelizmente se ha venido dinamitando la teoría económica en su misma secuencia de enseñanza aprendizaje y se termina con la idea de que el déficit y hasta un “poco” de inflación no resultan tan graves sino que pueden ser corregidos en su momento por otras medidas desde ciertas políticas públicas desde el Estado por supuesto.

El error

Y he ahí el error más grave. Seguidamente pondré como ejemplo lo que pasa con el déficit fiscal. Es cierto y coincido que este déficit para el año que viene 2023 debería volver al tope de no más del 2,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), pero ocurre que así como vamos el financiamiento del saldo rojo actual se está llevando a cabo mediante emisiones de bonos.

Entonces el problema se ha vuelto, y como dije, complicado. Se emiten bonos que terminan no para inversiones, sino para pagar la misma deuda con el agravante que se deben agregar los intereses. Y si adicionan los intereses a pagar, entonces hay que financiar dichos intereses. ¿De dónde saldrá el financiamiento, el dinero? ¡De más deudas!

Luego, más deudas implica afectar el déficit. ¿Qué consecuencias tiene que el Estado mediante el gobierno incurra en déficit presupuestario? Pues un aumento exponencial de la deuda pública, que ya ronda el 40% del PIB. ¿Y quién tendrá que devolver ese dinero? No hay necesidad de adivinar: nosotros con más intereses por supuesto. Nuestros gobiernos y me refiero específicamente los que hoy se presentan como candidatos para las elecciones, la mayoría son los mismos, han normalizado el mal gasto y se dedicaron a gastar más de lo que ingresaba al erario.

¿Austeridad?

Mucho se ha hablado de la mal denominada austeridad. Sabemos que esto nunca existió. ¿Cómo se puede llamar austero a algo si se gasta más de lo que ingresa?

Puede existir un menor derroche, pero eso no significa precisamente austeridad. Hacer algunos recortes en ciertos sectores no está mal por sí mismo, pero es absolutamente insuficiente y además sin un compromiso con un plan de reformas de fondo todo quedará en lo mismo.

Resulta que lo que debe ser una regla de oro se convirtió en una excepción, en una mala excepción por cierto. Que el Estado gaste solo lo que ingrese debería ser lo normal, es lo correcto, pero no sucede de ese modo.

Otra previsión del crecimiento

Considero que el único modo de cambiar esta situación, además de iniciar las reformas de las que en su momento desarrollé en este espacio, está en considerar que la previsión de crecimiento del Producto Interno Bruto sea considerado como a la baja.

A esto hay que agregar ingresos exiguos que al final comprometan un sentido de austeridad en la administración pública de modo a evitar tentaciones aun cuando el cuadro macroeconómico se muestra positivo. Esto será un inicio que desde luego no puede supeditarse a ello sino que debe ser el detonante para un reordenamiento. Lo que haya que hacer se debe proceder a realizar para que luego y muy pronto se tenga que enfrentar problemas insolubles porque ya será tarde para resolverlos con criterios correctos de racionabilidad y sentido reformista.

La clave está en reducir el gasto público. El despilfarrador para empezar sin contemplaciones. No hay de otra. La previsión de crecimiento alto conspira contra el cambio, por ende, se requiere de modificar en su base conceptual apreciativa el modelo presupuestario por uno que desde el vamos con el PIB ya muestre que no se puede ni se debe gastar lo que no se tiene, al menos si se quiere evitar lo peor que se está viniendo: aumento de impuestos, desaceleración de la economía, más déficit y endeudamiento.

Gastan ellos, pagamos nosotros

Así como vamos, el futuro no solo de las finanzas públicas sino de la misma economía de nuestro país sucederá más pronto que tarde.

Deuda

Se emiten bonos que terminan no para inversiones, sino para pagar la misma deuda y con el agravante que se deben agregar los intereses.

Malgasto

Nuestros gobiernos han normalizado el malgasto público y se dedicaron a gastar más de lo que ingresaba a las arcas del Estado.

(*) Catedrático de materias jurídicas y en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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