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El desempeño de la economía del Paraguay se ha caracterizado por períodos de alto y bajo crecimiento en los últimos 25 años. Así, entre los años 1997 y 2002, factores adversos como un ambiente de inestabilidad financiera, unas desordenadas cuentas fiscales asociadas a un magro crecimiento económico, provocaron un importante retroceso en el ingreso per cápita del país.
De acuerdo con cálculos del Banco Central del Paraguay (BCP) y sobre un promedio de expansión económica de 0,6%, la duplicación del poder de compra se lograría en aproximadamente 116 años.
El segundo periodo considerado (2003- 2014) estuvo marcado por profundas reformas institucionales-económicas. A decir, la suscripción de un acuerdo “stand-by” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la ley de Reordenamiento Administrativo y de Adecuación Fiscal, el Código Aduanero, la ley de Contrataciones Públicas, la Caja Fiscal, por Ley Nº 2345/2003. Además, de la importante dinámica de las materias primas conocida como el superciclo de los commodities. El conjunto de factores permitió un crecimiento económico en torno al 4,6%, lo que, en un lapso de 15 años, pudo haberse producido la duplicación de la capacidad de compra.
Y finalmente, la última y tercera etapa (desde el término del superciclo a esta parte) se caracterizó por una desaceleración del crecimiento económico, que en promedio se ha situado en 2,3%. Con este ritmo se precisarán aproximadamente 30 años para duplicar el ingreso per cápita, de acuerdo con estimaciones realizadas por el BCP.
En un ejercicio de descomposición del crecimiento en sus principales fuentes, los datos presentados por el BCP muestran las contribuciones del trabajo, el capital y la Productividad Total de Factores de Paraguay (PTF).
En esa misma línea se observa en el gráfico que la variable de productividad se ubicó en niveles negativos durante el periodo de inestabilidad en la década del 90. Mientras que entre el 2004 y 2014 fue de 0,7% y en el último tramo hasta esta parte, nuevamente ha presentado un comportamiento negativo cercano al 1%.
Un informe del BCP muestra que el crecimiento potencial o tendencial de la economía y que está vinculado a la utilización plena de la capacidad de factores como la producción, el trabajo y las maquinarias, ha venido en clara disminución. Una dinámica incluso ya registrada, antes de la pandemia. Al respecto se tejen varias teorías, a decir, que los rendimientos en sectores tradicionales como la agricultura han tocado su límite o el acelerado proceso de transición del sector primario al terciario sin contar con la estructura necesaria para la explotación del sector industrial.
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Al considerar que el Paraguay es una economía de ingresos medios, los factores y escenarios presentados estarían provocando el mismo problema que enfrentan varios países, la denominada “trampa del ingreso medio”, lo que estaría explicando, a su vez, la desaceleración en el crecimiento potencial.
De acuerdo con un reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, cuando el aumento de la productividad se mantiene demasiado bajo en términos relativos, las economías de ingreso medio en América Latina y en otras regiones quedan presas en “la trampa del ingreso medio”, con un escaso crecimiento económico.
El peligro de “la trampa del ingreso medio” surge cuando los productores ya no pueden competir internacionalmente en el sector de los bienes normalizados que implican una gran densidad de mano de obra debido a que los salarios que pagan son relativamente demasiado elevados. Sin embargo, tampoco pueden competir en el sector de las actividades de mayor valor agregado a una escala lo suficientemente amplia porque su productividad es relativamente demasiado baja (Felipe, 2012; Foxley, 2012; Gill y Kharas, 2007; Lee, 2013; Ohno, 2009; Paus, 2019, 2014 y 2012).
Si bien para el organismo superar “la trampa del ingreso medio” precisa promover el aumento de la productividad, la clave para lograrlo es la innovación. Sobre el punto es de mencionar que, en Paraguay, la baja productividad está directamente relacionada a dos factores: la casi nula inversión en tecnología, debido a que el país ofrece una deficiente calidad de conexión y muy costosa, sumada a la también baja apuesta para la capacitación del capital humano, que finalmente no responden a los requerimientos laborales.
Capital humano y crecimiento económico tras la pandemia del covid-19
En esta edición se comparte un ejercicio realizado por el miembro del directorio del BCP Humberto A. Colmán C., quien había estimado el impacto de la pandemia en materia de productividad laboral. El trabajo había sido hecho a título personal.
Colmán recordaba a Adam Smith en el año 1776 cuando exponía que: “una persona educada -a expensas de trabajo y tiempo- para empleos que requieren habilidades y destrezas puede ser comparada a una máquina costosa”.
Adquirir capital humano -educación- es una inversión que vale la pena. Y como cualquier inversión de capital, los costes se pagan hoy y los beneficios se obtienen mañana. Así, mayor educación es más capital humano, más crecimiento y desarrollo económico.
A modo de poner en perspectiva lo que nos deja la pandemia del covid-19, se citan dos trabajos importantes de la economía de la educación, refería el director del BCP.
Primero, la ecuación de Mincer (1974), con la que se muestra que el capital humano explica una parte sustancial de los ingresos laborales. Ello es, estimar el retorno económico de un año adicional de educación, con lo cual se ha generado evidencia de que el capital humano puede explicar, al menos, un tercio de la variación en los ingresos de los trabajadores dentro de un país y la mitad de la variación en los ingresos de trabajadores entre países.
Segundo, las inversiones en capital humano tendrían mayor retorno económico en las etapas iniciales, de acuerdo con la famosa curva de Heckman (2006). En particular, las intervenciones tempranas -educación inicial- dirigidas a niños menos favorecidos muestran retornos superiores que otro tipo de políticas, como los subsidios para la educación terciaria.
Al respecto, un reciente informe del Banco Mundial (BM), denominado: “Dos Años Después: Salvando a una Generación”; señala que América Latina tuvo uno de los cierres de escuelas más largos del mundo y también las pérdidas de aprendizaje más altas para los primeros grados de la educación y los segmentos más vulnerables.
De acuerdo con el mencionado estudio, estas pérdidas de aprendizaje tendrían un efecto de disminución de cerca del 12% de los ingresos a lo largo de toda la vida.
Colmán remarcaba que, en el caso de Paraguay, alrededor del 50% de las entidades educativas estuvieron total o mayormente cerradas entre marzo de 2020 y marzo de 2022, conforme con el mismo reporte del BM. Además, las condiciones de migración a la virtualidad no eran las mejores, explicadas por una baja tasa de acceso a internet de solo el 25%, sin mencionar la inequidad entre áreas rurales y urbanas, entre otras dificultades.
Antes de la pandemia del covid-19, en Paraguay se tenía un promedio de 9,5 años formales de escolaridad de los trabajadores, lo cual ajustado por años de aprendizaje efectivo daba solo 7 años. El cierre de las escuelas y todo lo previamente mencionado habría generado una pérdida de años de escolaridad ajustada por aprendizaje, que para el caso del Paraguay el BM dice que sería de 1,5 años. Esto generaría una pérdida de ingresos a futuro y, por ende, un menor crecimiento de la economía.
En la misma línea, el citado miembro del directorio del Banco Central del Paraguay había realizado una estimación del retorno de los años de estudio en materia de productividad laboral, siguiendo el enfoque de Hall y Jones (1999) y aislando el efecto de otras variables, con lo cual pudo evidenciar la mayor importancia del capital humano por sobre el capital físico en el caso de Paraguay.
“Valiéndome del mismo modelo y tomando la pérdida de años de escolaridad mencionada, pude calcular el efecto sobre la productividad media de la mano de obra ocupada, la cual podría caer en alrededor del 11%. Esto podría ser un daño permanente o al menos retrasar de manera importante el desarrollo del país. Lo anterior -junto a otros efectos- resultaría hacia delante en un crecimiento económico tendencial que se reduciría y una inequidad que subiría, lo que sería un retroceso en el bienestar. La situación requiere un abordaje adecuado, idealmente mediante un plan de recuperación de la educación poscovid-19″, explicó Humberto Colmán.
Por tanto, se torna necesario seguir trabajando, con mayor fuerza, en acuerdos públicos y privados, buscar políticas que apunten a la calidad de la educación y la capacitación, ofreciendo oportunidades a un costo accesible, que ayudará a elevar la productividad de una empresa.
Humano
Adquirir capital humano -educación- es inversión. Y como cualquier inversión de capital, los costes se pagan hoy y los beneficios se obtienen mañana.
Calidad
Buscar política que apunte a calidad de la educación y capacitación, ofreciendo oportunidades a costo accesible. Más educación es desarrollo.
Ingresos
Las pérdidas de aprendizaje tendrían un efecto de disminución de cerca del 12% de los ingresos a lo largo de toda la vida, según estudios en A. Latina.
50%
En Paraguay, cerca del 50% de las entidades educativas estuvieron total o mayormente cerradas, entre marzo de 2020 y marzo de 2022 durante la pandemia.