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En un mundo como el que tenemos, desafiante y competitivo, la capitalización de la educación es tan importante como el capital mismo y los factores de producción.
Al respecto, Gary Becquer, galardonado con el Nobel de Economía 1992, decía que “la economía explica la conducta humana”. Sus estudios resultan imprescindibles para entender temas que trascienden al mundo de los negocios.
Sabemos y es cierto que la inversión en máquinas, tecnologías, informática, fábricas etcétera o lo que se llama la acumulación de bienes de capital se encuentran en directa relación con el progreso. El capital humano se ha vuelto gravitante para el presente y el futuro de las personas y de las naciones.
La teoría del capital humano tiene por supuesto una relación directa con un enfoque económico. Ese fue el objeto y objetivo de estudios del profesor Gary Becquer. De ahí que el Nobel considera al estudiante como una actor racional que busca una inversión que se traducirá en rentabilidad en su futuro.
Los individuos vamos tomando decisiones de acuerdo a una racionalidad de carácter utilitario lo que en ningún modo significa un juicio de valor porque responde sencillamente a lo que deseamos o no, con la observación que también estamos dispuestos a aceptar las reglas de juego para igualmente acrecentar nuestros talentos y capacidades en un entorno social de convivencia mutua en base al respeto que le debemos a nuestro prójimo.
Costo/beneficio
De manera permanente hacemos o no hacemos algo de acuerdo a un cálculo de costo-beneficio, y esto no lo realizamos de manera deliberada o consciente. Todos, sin excepción, hasta el más malévolo criminal realiza de un modo u otro tal cálculo. Entonces, si el criminal sabe de la permisividad e ineficiencia del sistema de seguridad policial y en la administración de justicia, pues la tendencia será el aumento de los crímenes.
En el campo de la educación para la formación del capital humano, nuestros niños y jóvenes requieren de un modelo diferente al que tenemos para que ellos elijan en libertad y de acuerdo a sus costos y beneficios presentes y futuros, que su mejor preparación con valores les redundará ganancias económicas como culturales.
Presupuesto, instrucción y educación
Pero lograr este propósito debemos terminar con el actual modelo de instrucción que no avanza hacia la educación de calidad. Es un error creer, por ejemplo, que aumentando las partidas de dinero en “educación” tal como hoy tenemos significará elevar su calidad, pertinencia y eficiencia.
La solución no está en incrementar el presupuesto en educación tal como se insiste sin contrapartida de control, transparencia ni mejoras en la formación de los docentes. Para abrirnos con éxito hacia el mundo, además de los temas institucionales político económicos, requerimos con urgencia la formación del capital humano.
Cuando me refiero al capital humano hago especial énfasis a dos estadios anteriores para su conformación. Primero, está la instrucción y luego la educación. Esta secuencia es fundamental y si es virtuosa desemboca en el capital humano expresado como la capacidad de elevar las habilidades de una persona para su beneficio, pero no solo como un carácter técnico sino también moral.
No solo profesionalizante
Cuando me refiero a no solo profesionalizante digo que no solo conocimientos de carácter profesional-técnico sino también en valores, principios así como compromisos en la actividad a la que se dedica una persona. Esta es la perspectiva desechada a la fecha. Estamos hasta hoy embarrados en un modelo que carece de sostenibilidad como de eficiencia. El modelo que tenemos no tiene sostenibilidad porque sus fundamentos son erróneos, por tanto, no cuenta con una proyección positiva hacia al futuro.
Igualmente, el modelo que se practica a la fecha tampoco es de eficiencia, pues si no es sostenible dados sus mismos erróneos fundamentos entonces tampoco podrá ser eficiente. Y sobre esto último los datos son reveladores en todos los aspectos. Desde la lectura comprensiva y la escritura que, como indicadores en materia educativa, hasta los resultados deficientes y ni qué decir los exámenes a docentes como el informe Pisa.
El analfabetismo funcional es alto. Son muchos los que leen pero no comprenden el texto ni menos el contexto. La carencia de capacidad de abstracción de ideas en relación al contexto en que se desenvuelven los alumnos implica una distorsión directa del modelo actual que, repito, no es educativo sino instructivo.
Instrucción y educación
Para una mejor comprensión de este tema en particular en donde se hace imperativa la diferencia entre la instrucción y la educación, resulta imperioso tomar nota sobre lo que ocurrió desde un comienzo en la dictadura cubana que se volvió “revolucionaria” seduciendo a casi todos nuestros políticos, artistas e intelectuales.
En efecto, el llamado “modelo educativo” cubano nunca fue de educación propiamente dicho apelando a su genuina expresión. Fue y sigue siendo de instrucción formal. Esto al inicio se puede hacer pero no para quedarse ahí como de hecho les conviene a los que defienden el “statu quo”. Lo que se llama instrucción es una parte del proceso educativo.
Estamos embarrados en un modelo de instrucción que ciertamente permite aprender a leer y a escribir, a contar con nociones de aritmética y otros, pero que carece del sentido de reflexión y crítica. Lo que tuvo y se sigue teniendo en Cuba es instrucción pero no educación, puesto que esta última además debe durar toda la vida.
De ahí que a la fecha como una cuestión superlativa en materia educativa en el contexto de la internacionalización, se vuelve necesario hacer énfasis a la denominada educación continua que, por cierto, en muchas escuelas, colegios y hasta universidades se relegó y hasta se dejó de lado, en la consideración de la permanente actualización.
Volviendo a la educación (esta es la segunda fase luego de la instrucción si tuviéramos que darle una secuencia solo para su mejor estudio porque en realidad no es un compartimiento estanco a la educación) la misma además de durar toda la vida consiste en la formación para el desarrollo de la capacidad intelectual, pero también afectiva y moral.
Conducta y cultura
El sentido de responsabilidad, disciplina y apego por saber más tiene significado cultural. Valores de convivencia, tolerancia y respeto son parte de la misma. Lo expresado no es poca cosa debido a que al elevar el rigor intelectual también se eleva la capacidad de mostrarnos con los demás como seres humanos tolerantes como también –y esto es relevante– capaces de comprender y defender ciertos principios.
En lo expresado, la familia adquiere valor supremo. Cuando ya el niño pequeño juega, escucha a sus padres, a sus mayores, observa que los mismos leen un periódico y mejor un libro, reconociendo lo que está bien o mal, está siendo educado. De este modo se incentivan la creatividad personal y la inteligencia intelectual como emocional.
Esto implica que la genuina educación y no solo la instrucción requiere de comprender de que cada ser humano es único, irrepetible, con habilidades, intereses y aptitudes propias para así tomar decisiones respetando a los demás.
Sin embargo, y al final de cuentas, la escuela y luego los centros de estudios superiores (universidades e institutos) deben proseguir con todavía más rigor en la comprensión de los valores que hacen a la cultura, esto es, el apego hacia la reflexión, la filosofía, la historia como también y sin desmedro hacia las ciencias fácticas como la matemática, la física, química y otras de enorme influencia para lo que se viene.
Y lo que se viene con la educación es la formación del capital humano. Este es tan necesario para el crecimiento económico e insisto también cultural. Contiene valor económico porque implica acrecentar los valores y las habilidades profesionales de una persona. Bien haríamos en conocer y poner en práctica que la economía explica la conducta humana lo que es conducente para el logro de una mejor educación.
Capital
La capitalización de la educación es tan importante como el capital mismo y los factores de producción, en un mundo tan desafiante.
Expansión
Lo que se viene con la educación es la formación del capital humano. Este es tan necesario para la expansión económica y cultural.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.