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En la misión cívico-militar del Chaco se llegó a formar una causa nacional, donde las fuerzas vivas se despojaron de sus ambiciones personales e intereses sectoriales para defender una antigua heredad nacional. Fue una de las más importantes del siglo XX y en la misma se enfrentaron dos escuelas tradicionales de guerra: la francesa y la alemana. La última batalla ocurrió en la localidad de Charagua, una población más allá del río Parapití, hasta donde las fuerzas paraguayas avanzaron.
Durante la Guerra del Chaco Bolivia movilizó a 250.000 soldados y el Paraguay a 120.000. Sucumbieron aproximadamente 60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos. Hubo gran cantidad de heridos, mutilados y desaparecidos, toda una generación perdida; la mayoría de ellos a causa de enfermedades. La falta de agua y la característica hostil del teatro de operaciones afectaron de por vida a muchos soldados, pero el paraguayo quedó fortalecido y respetado.
Hoy el Paraguay está enfermo, empobrecido y desanimado, enfrentando la mayor guerra de su historia, la falta de dignidad. Las batallas más sangrientas se libran contra el narcotráfico, el lavado de dinero y la corrupción moral de nuestros políticos. La primera mata a jóvenes de todo el mundo, la segunda forma ricos inmorales y hediondos, y la tercera mata las esperanzas de toda una nación. Es una guerra desigual, sin escrúpulos y sin honores. Y los aviones pilotados por sicarios y soldados de la cocaína siguen burlándose de los militares paraguayos. ¡Cómo nos hace falta un Carmelo Peralta, héroe nacional que derribó a muchos aviones invasores de nuestra soberanía!
En estos días también se cumplen 57 años de otra invasión a nuestra soberanía, la de Puerto Renato, territorio paraguayo sobre el río Paraná donde el ejército brasileño inició la apropiación injusta de los Saltos del Guairá y del futuro potencial energético paraguayo. La verdad que esta escaramuza fue más energética que territorial. La avidez eléctrica del Brasil se estaba volviendo insostenible para las megaindustrias de San Pablo y otros centros de desarrollo. Gracias a la intervención de los EE.UU., se pudo llegar al Acuerdo de Foz de Yguazú, donde se firmó un Acta de entendimiento hidro-energético y se estableció un precio justo por nuestros excedentes.
Por otra parte, en estas dos últimas décadas ocurrieron otras minibatallas, también con derivaciones trágicas, en defensa de la libertad individual y colectiva de nuestro país. Con la muerte de los periodistas Santiago Leguizamón, en 1991; Calixto Mendoza, en 1997; Benito Ramón Jara, en el 2000; Salvador Medina, en el 2001; Yamila Cantero, en el 2002; Samuel Román, en el 2004; Ángela Acosta, en el 2006; Alberto Tito Palma, en el 2007; Martín Ocampos, en el 2009; Merardo Romero, en el 2011; Carlos M. Artaza y Marcelino Vázquez, en el 2013; Fausto Gabriel Alcaraz, Édgar Paulo Fernández, Pablo Medina y Antonia Almada, en el 2014; Gerardo Servián, en el 2015; Eduardo González, hallado en el 2016; y Leo Veras en el 2020, tenemos la muestra que la batalla contra el narcotráfico será difícil, pero no imposible. Como la del Chaco, también saldremos victoriosos.
Si los sicarios políticos y energéticos usan nuestros espacios aéreos, nuestros ríos y embalses para enriquecer a una minoría desalmada, los hombres libres usaremos los espacios de debate, la pluma y el ciberespacio para crear otra causa nacional, la soberanía energética.
Si los entreguistas y claudicantes organizan foros para demostrar que la tierra es cuadrada, nosotros usaremos la ciencia, el sol y la luna, para demostrar que es redonda.
Si los técnicos de 60 Hertz (frecuencia brasileña) usan y abusan del humo, del embuste y la demagogia, muchos usaremos la jurisprudencia, las matemáticas y la lógica para demostrar que las 10 máquinas de 50 Hertz son genuinamente paraguayas y que, consecuentemente, toda la energía producidas por ellas son de propiedad del Estado paraguayo.
Si los pocos entreguistas prefieren los maletines, muchos paraguayos preferimos una renta nacional.
Si el Senado paraguayo ha claudicado ante los “barones de Itaipú”, que robaron a los trabajadores paraguayos durante la construcción, nosotros lucharemos para que se confisquen los bienes de estos bandidos hasta cubrir los 940 millones de dólares que estos reclaman con toda justicia.
¡Tamaña misión para nuestra cobarde Fiscalía General del Estado y la SENABICO!
“Con profunda emoción os anuncio la cesación de la lucha. En tres años de guerra habéis demostrado ser dignos de vuestros mayores, realizando una obra que las generaciones del porvenir recordarán con orgullo. Quiera Dios que ellas se inspiren siempre en vuestro ejemplo”, mensaje del General Estigarribia, conductor de la victoriosa Guerra del Chaco.
Quiera Dios que los paraguayos de bien nos inspiremos en estas inmortales palabras para el 2023, año que honraremos totalmente nuestras deudas de la guerra fría de Itaipú.
Invasión
En estos días también se cumplen 57 años de otra invasión a nuestra soberanía, la de Puerto Renato, territorio paraguayo sobre el río Paraná.
Causa
Los hombres libres usaremos los espacios de debate, la pluma y el ciberespacio para crear otra causa nacional: la de la soberanía energética.
(*) Ingeniero agrónomo, Técnico electricista. Jubilado de Itaipú.