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La economía necesita de la historia, del derecho, de la sociología y de la psicología, entre otras áreas del conocimiento. El ser humano desarrolla incesante tarea buscando respuestas en su permanente dinámica de hurgar en las causas y efectos de los fenómenos sociales.
Como notará el lector, aquí hago expresa diferencia entre las ciencias sociales y las llamadas duras, de modo que como ya dije en otras ocasiones, la economía y la física, por ejemplo, no pueden ser vistas ni analizadas desde igual sentido analítico. Yo puedo hacer un experimento en la física o en la química, pero no puedo hacer lo mismo con las personas.
De ahí que el llamado “experimento social” que de modo continuo leemos y escuchamos por parte de casi todas las organizaciones que tratan temas sobre economía, derecho y educación son absolutamente incompatibles con la naturaleza humana. El ser humano no es un objeto como ocurre con un astro en la astronomía, con una molécula en la química o la gravedad en la física.
Experimento social
El experimento social (en y sobre las personas) desde luego es una expresión que lamentablemente caló hondo en nuestros centros de estudios debido al positivismo surgido a inicios del siglo XIX de la mano de pensadores, especialmente Saint Simon y Augusto Comte.
Eso trajo consigo un grave problema, puesto que derivó en el cientificismo, esto es, que el individuo pueda ser visto y analizado (y luego exigido a hacer algo) como un objeto resultado de un experimento.
Por supuesto y de ahí más se sobrevaloró la falacia de autoridad en el ámbito de la investigación y el debate, pues solo es “verdad” -dicen- lo que ellos según su conocimiento científico dice que es.
Y si es “verdad” lo que algunos cientistas dicen, de ahí a un paso está el uso de la coerción mediante la legislación para que aquello que se considera cierto para unos pocos luego se convierta en una imposición para todos.
En la física, por ejemplo, las conclusiones provienen de la observación de fenómenos y se trata de entenderlas mejor mediante el uso de las matemáticas (lo que está bien) todo lo cual supone que el experimento es fundamental para ir consolidando una teoría determinada. Sin embargo, no sucede lo mismo en las ciencias sociales, en específico me refiero a la economía en esta nota.
La economía trata sobre las personas
Es igualmente común escuchar decir que la economía trata de cosas materiales debido a que ciertamente se ha multiplicado la idea de que la producción de bienes y el dinero son eso, cosas en sí mismas. Todavía más, se llegó incluso al extremo erróneo de que las decisiones que se toman en la economía dependen de lo que diga la “sociedad”, es decir, como si tuviera vida propia sin las particularidades que tiene cada persona.
Veamos el siguiente ejemplo expresado en un libro cuyos autores sin duda tienen predicamento en la comunidad educativa: “La economía es el estudio de la forma en que las sociedades deciden qué van a producir, cómo y para quién con los recursos escasos y limitados” (Stanley Fischer, Rudiger Dornbusch & Richard Schmalensee, Economía, 2ª Edición (Madrid: Mc Graw -Hill, 1989) pág. 3.
Siguiendo lo transcripto, es la sociedad y no los individuos (con intereses, diferencias y con ánimo de cooperar) la que hace la economía. ¡Esto es un error gravísimo! Es el resultado de aquel positivismo arriba mencionado de Saint Simon y Augusto Comte en el siglo XIX que llega a nuestros días y que terminó obligando a estudiar y a analizar a la sociedad y al individuo como objetos. Considero por tanto que la economía debería ser analizada y comprendida desde otra visión de ideas, las correctas, como en efecto lo hace la tradición genuinamente liberal.
Sostiene L. Von Mises en su Tratado de Economía, La Acción Humana: “La teoría económica no trata sobre cosas y objetos materiales; trata sobre los hombres, sus apreciaciones y, consecuentemente, las acciones humanas que de ellas se derivan. Los bienes, mercancías, la riqueza y todas las demás nociones de la conducta no son elementos de la naturaleza sino elementos de la mente y de la conducta humanas”.
Desde nuestra Independencia
Seguidamente, hago lugar al tema de nuestra independencia patria en ocasión de la fecha y con la expresa intencionalidad de dejar por sentado que infelizmente una línea de pensamiento contraria a libertad económica y política triunfó en nuestro país.
El Paraguay tuvo dos tradiciones. La primera de ellas fue propuesta por el Dr. Gaspar Rodríguez de Francia que enarboló la idea de Independencia o Muerte, lo que hizo que el Paraguay se aislara del mundo y así convirtió al colono de estas tierras en un agricultor soldado, proclive por tanto al autoritarismo.
Pueden servirnos de referencia la Nota del Congreso del 20 de julio de 1811 así como el bando de la Junta Gubernativa del 6 de enero de 1812. En ese entonces la Junta Superior Gubernativa estableció los delineamientos de la libertad y el patriotismo como base de la independencia. Es preciso señalar que la Junta estaba integrada en ese momento por tres miembros: Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora.
Esta correcta tradición expresada por Fernando de la Mora, Fulgencio Yegros y Pedro Juan Caballero propuso la idea de República y Libertad para el Paraguay, siendo la misma muy diferente a la propuesta francista.
Tesis autoritaria
Infelizmente y como sabemos, triunfó la tesis autoritaria derramando la sangre de casi todos nuestros próceres, entre ellos la del mismo Fernando de la Mora. Es de insistir que estas dos tradiciones se hallan en permanente puja hasta nuestros días y se posiciona en la economía y la política.
En el presente todavía vemos la animadversión de muchos dirigentes hacia la libertad política y económica, cuando que sabemos por historia que el avance y consolidación de la democracia constitucional en el mundo fue el resultado de establecer estrictas limitaciones a las funciones del Estado haciéndolo fuerte en proteger la vida, la propiedad y la libertad, para así facilitar la iniciativa individual de cooperación social que no tiene sustitutos para el progreso.
Puja
Estas dos tradiciones se hallan en permanente puja hasta nuestros días y se posicionan tanto en la economía como en la política.
Estricta
La consolidación de la democracia en el mundo fue el resultado de establecer estrictas limitaciones a las funciones del Estado.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.