Mburuvichá y tendotá: el estatismo que cambia para que nada cambie

Muchos, en especial los que se encuentran en el sistema educativo, en la política y en la prensa, consideran todavía que el intervencionismo estatal es el puntal desde el cual debemos partir para cambiar este estado de cosas, caracterizado por ausencia de reglas institucionales que promuevan el ahorro, la inversión, la seguridad y la producción así como una educación y salud de calidad.

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Precisamente los hechos prueban que el intervencionismo estatal es y sigue siendo la causa primigenia del alto grado de arbitrariedad, pobreza y desempleo. Para el efecto, pongamos como ejemplo nuestro devenir histórico.

Si trazamos una línea desde el año 1814 a esta parte de nuestra historia, apenas tres años después de nuestra independencia patria, notaremos que desde la dictadura temporal de Gaspar Rodríguez de Francia, la organización social se inició en su diseño y puesta en práctica desde la coerción estatal.

La dictadura del doctor Francia apeló a la fuerza de la coerción estatal para concentrar el poder gubernamental, poder concentrado en el dictador. A diferencia de Francia, fue el prócer Fernando de la Mora el que tenía las ideas liberales republicanas.

La senda destruida

Sugiero amablemente a los lectores la lectura de la Nota del Congreso paraguayo del 20 de julio de 1811 así como el Bando de la Junta Gubernativa del 6 de enero de 1812. En estos documentos se delinearon bajo el amparo de la libertad y el patriotismo nuestra independencia. Es preciso señalar que la Junta estaba integrada en ese momento por tres miembros: Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora.

Infelizmente el Paraguay cayó bajo el auspicio de contrarios a la libertad. Ni el doctor Gaspar Rodríguez de Francia ni los López permitieron prender en el sentimiento popular la idea y la costumbre de que el poder debía ser controlado con rendición de cuentas.

Eso de que el Estado debía ser limitado a los derechos individuales como ya sucedía en otras partes del mundo y le valió a los países que lo aplicaron su progreso en todas las áreas, fue dejado de lado aquí en Paraguay porque a los autoritarios de entonces se les ocurrió imponer sus proyectos sobre los de la gente.

La libertad y la ciudadanía expresada en la Constitución recién fue intentada con la Constitución de 1870. Desde el mismo tampoco se pudo lograr el cometido de la libertad debido a las fuerzas autoritarias que aún sobrevivían.

Desde luego para el Paraguay no fue fácil levantarse de sus cenizas luego de la Guerra Grande. Fuimos literalmente destruidos y adrede. La geopolítica se impuso sobre los deseos de un pueblo que solo deseaba progresar, mediante individuos educados y responsables tal como lo deseó en su momento Fernando de la Mora, cuya vida como la de otros próceres quedó a merced de las órdenes criminales del dictador.

Del mburuvichá al tendotá

La Constitución de 1870 pretendió cambiar en términos de normativas expresadas en la ley fundamental la idea y el deseo de seguir con el mburuvichá y el tendotá. Fue una tarea infructuosa. Los partidos políticos Centro Democrático y Asociación Nacional Republicana, ambos surgidos en 1887, tampoco pudieron deshacerse de aquella tendencia.

El problema no solo era de orden normativo constitucional, también fue de carácter cultural. Cuando la conducta humana no está dispuesta al orden de la libertad, pues prefiere el orden de la coerción. Si en vez de la Ley que le pone limites al poder y se prefiere a la autoridad –aunque esta se vuelva incluso arbitraria-, prevalecerá esta última.

El paternalismo estatal que se pretendió acabar no pudo sustraerse de una cuestión fuertemente arraigada. Si el mburuvichá era el jefe en la cultura política de los guaraníes. Dirigía la defensa y la guerra de entonces que luego mutó hacia el tendotá, el jefe político.

El tendotá desde luego es el que manda, no el que gobierna. No necesita de contar con asesores, si los desea los llama pero cuanto más lejos se encuentren, mejor. Es la concentración del poder ejecutivo, legislativo y judicial.

El tendotá no soporta el control de sus actos. De hecho, si cruzamos hacia el otro lado del océano, las monarquías inglesas antes de la Carta Magna del año 1215 y sobre todo la Gloriosa Revolución de 1688 muestran esa forma de accionar, así como lo ocurrido en 1789 con la Revolución Francesa. El “Estado soy yo”, frase del Rey Sol pronunciada en 1655 ante el Parlamento de París no está muy lejos de nosotros.

Un gran paso

Recién con la puesta en marcha de las revoluciones de y por la libertad es que se puso en vigencia la sociedad de individuos libres. Por estas tierras del Paraguay como Latinoamericana, no fue fácil la revolución. Ocurrió que a muchos les sedujo la idea de sacar el yugo de la Colonia pero para ellos –los libertadores– convertirse en los nuevos amos. Es el reemplazo de los antiguos por nuevos verdugos.

Muchos de los llamados defensores del pueblo en realidad deseaban y así terminaron en convertirse en feroces victimarios de los derechos del hombre libre y ciudadano, situación que por cierto persiste a la fecha en pleno siglo XXI.

Los tendotá paraguayos fueron varios. El dictador Francia, los López, Morínigo y Stroessner. Todos ellos propiciaron la sociedad de la coerción sobre la libertad, el de la sumisión antes que la del disenso.

Por fortuna, el Paraguay fue bendecido con la puesta en práctica del gobierno limitado y controlado, capaz de lograr el gran paso hacia la libertad y la justicia como fundamento del progreso. Aparecieron figuras deslumbrantes que a la fecha deberían ser tomadas como ejemplo por las nuevas generaciones, en especial de aquellos quienes desearían ocupar cargos públicos.

Eligio Ayala y Eusebio Ayala

Son los representantes de la época luminosa de la filosofía de la libertad. Cuidar celosamente el dinero del pueblo como una virtud expresada en hechos desde el republicanismo liberal no es algo que debamos tomar como una simple anécdota, así como también resulta fundamental un gobierno que enfrentó y salió victorioso de una guerra que nunca quiso ni propició, mediante el ejemplo de institucionalidad y fortalecimiento del poder civil como servidor público.

En estos tiempos, las políticas intervencionistas de endeudamiento, mal gasto, corrupción, monopolios, malas leyes, despilfarro y pronto de más impuestos que ya caen y recaerán todavía más fuerte sobre las espaldas de los individuos, las familias y las empresas, son el resultado de ideas erróneas que tenemos que desechar para acometer con éxito el camino del desarrollo del país en todas las áreas.

A la fecha aún subsisten entre nosotros muchos mburuvichá y tendotá. Son los garantes del estatismo que cambia para que nadie cambie.

Causa

Hechos prueban que el intervencionismo estatal es y sigue siendo la causa primigenia del alto grado de arbitrariedad, pobreza y desempleo.

Coerción

Tendotá paraguayos fueron: el dictador Francia, los López, Morínigo y Stroessner. Todos propiciaron la sociedad de coerción sobre la libertad.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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