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Conforme con determinados criterios se cataloga como pobreza extrema, relativa y absoluta. También figuran la pobreza infantil, rural, material, estructural, urbana y social.
En cuanto a su medición, organismos como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) recurren a una serie de indicadores que miden la pobreza como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), Índice de Pobreza Humana (IPH), Índice de Gini y brecha de pobreza.
Por tanto, contempla un análisis multidimensional, visión y perspectivas, que generalmente no es considerado en las políticas de lucha contra la pobreza.
Con respecto a la desigualdad y de acuerdo con la definición de la ONU, no se considera solo la riqueza, el patrimonio neto o de los ingresos, el sueldo bruto. También puede abarcar la expectativa de vida, la facilidad que tienen las personas para acceder a los servicios de salud, la educación de calidad o los servicios públicos. Así también, hay desigualdades entre los géneros y los grupos sociales.
Si bien ya en la prepandemia las asimetrías entre las economías desarrolladas y en desarrollo eran considerables, con la crisis, las mismas se han profundizado.
Al respecto, desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) remarcaron las importantes brechas que se arrastran en el área económica, en salud, en el combate al cambio climático y en la respuesta a la crisis.
En tal sentido, el organismo reflexiona sobre algunos indicadores. A decir, el 1% de la población posee el 50% de la riqueza mundial; con el 8% de la población, América Latina y el Caribe acumula el 32% de las muertes ocasionadas por la pandemia. Además, la región solo acumula el 8% de las emisiones, pero es una de las más afectadas por eventos climáticos extremos.
El gasto en pandemia también se ha caracterizado por importantes diferencias. Los países desarrollados han gastado US$ 14,9 billones para enfrentar los efectos de la crisis, mientras que los países emergentes solo han invertido US$ 2,7 billones (de enero 2020 a setiembre de 2021).
En palabras de Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva saliente de la Cepal “en nuestra región, la fábrica de la desigualdad es la heterogeneidad productiva, las brechas estructurales, baja innovación, inversión y productividad. La desigualdad define a la región, es injusta, ineficiente y conspira contra el desarrollo sostenible. La ‘recuperación’ económica de 2021 no ha sido suficiente para mitigar los profundos efectos sociales y laborales de la pandemia, estrechamente vinculados a la desigualdad de ingreso y de género, a la pobreza, a la informalidad y a la vulnerabilidad en que vive la población”.