No es la cultura ni la raza ni la religión

Paraguay es un país pequeño y mediterráneo. No contamos con altos recursos tecnológicos y con grandes inversiones de capitales. Durante demasiadas décadas se enseñoreo en su historia el autoritarismo. Perdimos muchas oportunidades para encontrar y seguir la senda del desarrollo.

Víctor Pavón (*)
Víctor Pavón (*)ABC Color

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Pero, mucho también logramos en estos años. En los sectores primario, secundario y terciario, mediante la obra de los agricultores, productores, trabajadores en general comerciantes y empresarios, se concitó una transformación.

El crecimiento, producto de la inversión y el riesgo empresarial, nos hicieron avanzar, al punto que países vecinos y otros se fijan en nosotros como un potencial territorio de reinversión de capitales.

De hecho y como en efecto lo demuestran países como Hong Kong – una insignificante roca de 100 mil hectáreas así como Singapur, por citar algunos, no requirieron de mucho territorio y de abundantes recursos naturales para constituirse en lo que hoy son, poderosos enclaves de prosperidad logrados luego de pasar por el desempleo y hasta las hambrunas.

Denominador común

Si se analiza a los citados países a los que bien podríamos agregar a Corea del Sur, cuyos habitantes huían de su país para radicarse muchos aquí en el nuestro, notaremos un denominador común. Para lograr el camino del desarrollo no importa si se es de tal cultura, religión o raza. ¿Acaso Venezuela no debería hoy día ser un país desarrollado, tomando en cuenta su territorio lleno de petróleo?

De ninguna manera ahí está la explicación. Lo que importa es la libertad económica, sinónimo de la autonomía del individuo ante el poder del Estado para que pueda producir, intercambiar, exportar e importar sin más trabas que la creatividad y la permanente innovación. ¿Acaso los paraguayos que fueron a Estados Unidos no progresaron? Sí, lo hicieron. Nuevamente la razón está en que ese país la libertad económica es capaz de recibir a millones de extranjeros que consiguen trabajo y salarios que en sus propios países no lo hacen.

Además, hay algo que sabemos y demasiado bien. Que las políticas de crecimiento que se basan en el gasto público, los déficits, los endeudamientos, la inflación, los impuestos o la burocracia excesiva, todos como mecanismos de incentivos para la economía finalmente no dan resultado. Lo que da excelentes resultados es que el Estado mediante su gobierno no le moleste a la gente.

Si se quiere el crecimiento

Si queremos en verdad hacer crecer la economía, aumentar los salarios de los trabajadores y las ganancias empresariales pues es necesario contar con condiciones políticas, jurídicas y económicas que formen el ahorro interno, fomenten la inversión nacional y extranjera, todo lo cual requiere de proteger la vida, la libertad y la propiedad privada.

Sin embargo, estamos ante una situación particular en este año 2021. La estabilidad monetaria y la sostenibilidad fiscal que sin duda han sido factores gravitantes para atacar la pobreza y el desempleo, se nos van escurriendo como agua entre los dedos.

De ahí mi insistencia en lo siguiente. Cada vez que se habla de la economía del país y se hacen análisis sobre lo que se viene en los próximos meses, se menciona con insistencia sobre la fortaleza lograda en la macroeconomía.

Que estamos bien en política monetaria, fiscal, en el control del déficit y otros agregados. Esto escucho a menudo y me fastidia. Además insisten en que: ¡Todo está monitoreado! Volveremos a hacer crecer la economía!

¡No es cierto! Ni todo está tan monitoreado como tampoco es cierto eso del cauce normal del crecimiento. Y no puede estar monitoreado por el Banco Central ni por Hacienda debido a la todavía persistente debilidad institucional. Si bien se fueron dando un saludable ambiente de respeto a las decisiones en cuanto a la macroeconomía se refiere, no es menos cierto que seguimos expuestos a los a hacedores de política que creen que el dinero se sustrae de los árboles.

La macro es una parte

La realidad es que la macroeconomía es una parte de algo más determinante. Las propia economía es “un amplio orden de cooperación social” como acertadamente no se cansó en advertir a los tecnócratas y políticos, el Nobel de Economía y filósofo de la libertad, Friedrich von Hayek. Si la macroeconomía está separada del análisis del comportamiento de los individuos y empresas conlleva a errores como los que se está cayendo a la fecha cuando se persiste en seguir, por ejemplo y solo por citar, con medidas de modificar las tasas de política monetaria.

Esta medida del Banco Central y del mismo gobierno que parece ser toda una innovación técnicamente bien dispuesta no es más que un placebo cortoplacista similar a lo que genera una aspirina en un cardiópata severo.

Una buena macroeconomía, es cierto, garantiza el funcionamiento en su conjunto de la economía para tener alguna certeza sobre ciertos agregados; no obstante, es insuficiente para lo que hoy se está dando en el país y para lo que se viene.

Tarea a realizar

La diferencia entre los países que prosperan y los que no lo hacen, entre los que siguen estancados debido al estatismo que conlleva corrupción y los que son transparentes, entre los que crean más empleos y los que generan desempleo, entre los que atraen inversión y los que la ahuyenta, entre los que elevan su inversión per cápita y los que se estancan se encuentra en la libertad económica.

Para acometer esta tarea se requiere fortalecer el Estado de Derecho, el respeto a la Constitución y a la propiedad privada, preservar la imparcialidad e independencia del Poder Judicial.

Debemos igualmente aprobar legislaciones reformistas que saquen de las espaldas del ciudadano el peso del Estado que pone trabas, impuestos, burocracias inservibles, endeudamientos y regulaciones absurdas. La libertad económica es el resguardo de la autonomía individual bajo el imperio de la ley.

El estatismo crea inseguridad, miseria y corrupción. Mientras no acometamos con firmeza e ideas correctas las reformas, muchos seguirán culpando a la cultura, a la raza y a la religión de los males que padecemos.

Libertad

Libertad económica es sinónimo de la autonomía del individuo para que pueda producir, intercambiar, exportar e importar sin trabas.

Estabilidad

La estabilidad monetaria y la sostenibilidad fiscal han sido factores gravitantes para atacar la pobreza y el desempleo.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros.

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