Derroche de riqueza por malas ideas y prácticas corruptas

El pronóstico de crecimiento para el año que viene se ha vuelto tan incierto que del proyectado y exiguo 3,7% del Producto Interno Bruto se estaría incluso llegando a no más del 2%. Una tremenda caída que tiene explicaciones.

Víctor Pavón (*)
Víctor Pavón (*)ABC Color

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Una de ellas es la sequía que afecta en el bajo rendimiento de la soja para la cosecha 2021/2022. El agronegocio en el país representa más del 35% del Producto. Y si a esto le sumamos que cuarenta y tres mil agricultores cultivan en propiedades de menos de 20 hectáreas, se puede deducir el golpe socioeconómico directo e indirecto sobre la economía en su conjunto.

Pero no me detendré en esta ocasión en el sector agropecuario, sino en un tema al cual considero todavía más de fondo. El mismo está en el derroche de recursos que hacemos en nuestro país (mejor, lo hacen los burócratas, técnicos y políticos en general), derroche que se hace con la riqueza producida por las familias, los empresarios, comerciantes, en suma, por parte del hombre y la mujer corriente de la calle que a diario se desvela por llevar el pan a sus hogares.

Ese derroche de riquezas es inmoral, económicamente denota un desvío de inmensos recursos que se pierden lamentablemente en la corrupción sistémica del cual no se ha podido desprender el país.

Transformación

Y no se ha podido desprender nuestro país de la corrupción porque son demasiados los que le siguen dando pleitesía al Estado.

De ese modo, a los mismos gobernantes les conviene que el estatismo prosiga tal como está, que no se hagan las reformas, que las mismas sigan durmiendo en los cajones de los burócratas y políticos que no tienen el suficiente liderazgo ni las ideas claras para proponer un programa de transformación de nuestra economía. Igualmente, es preciso afirmar sin temor a equívocos que la transformación solo está referida al área de la economía. No se limita a la economía, en realidad un programa de transformación que es lo mismo de reformas de fondo implica afectar al área de la política porque cuanto menos influencia tenga el poder del Estado pues menos será también la influencia discrecional y arbitraria que se lleva a cabo desde el poder público.

De hecho, ya el Paraguay dilapidó oportunidades no solo por la dictadura sino en la misma llamada democracia. El despilfarro de los siempre escasos recursos proveídos por el sector privado productor propiciado por las malas ideas que caen muy bien a los políticos y burócratas que de ese modo siguen aprobando aumentos salariales, manteniendo los déficit de la caja fiscal y la inconsistencia en el sistema previsional en el Instituto de Previsión Social (IPS) -y solo cito a los mismos- a lo que bien puedo agregar a la Industria Nacional del Cemento (INC) y hasta la misma Administración Nacional de Electricidad (ANDE).

Se cree que no nos tocará

Pero como se cree que no nos tocará el desempleo galopante, la inflación, el estancamiento y la falta de inversiones, entonces se sigue con la misma cantinela. La de siempre. Pero cuando en un momento dado no se pueda invertir, producir, hasta inclusos comprar y vender porque la moneda va perdiendo su poder adquisitivo y se vuelve al trueque, recién en esos momentos se volverá a mencionar sobre la necesidad de hacer una transformación del sector estatal.

Sin embargo, todavía ciertamente todavía falta para que aquel lóbrego escenario aparezca en las calles. Pero no tanto. De seguir esperando que vengan las lluvias en el campo, de seguir igualmente esperando que los contribuyentes paguen sin rebelarse, que la inseguridad a la propiedad se incremente para el presente año 2022, entonces lo que parece a largo plazo puede ocurrir en un cerrar y abrir de ojos.

¡Es que la experiencia de otros países indica eso! ¿Acaso no fue Raúl Alfonsín aquí cerca en Argentina, un presidente genuinamente democrático, el que tuvo que abandonar el poder en total desesperación e impotencia?

Cuando los déficit ya no pueden ser mantenidos, pues aparecen los empréstitos estatales y la inflación y con ella la pérdida del poder adquisitivo de la moneda. Y si a esto le agregamos que se apela al endeudamiento para paliar los desequilibrios financieros, entonces la puerta del trágico destino que cayó en otros países también caerá sobre el nuestro.

¿Acaso somos diferentes?

¿Acaso se cree que Paraguay será diferente de aquellos países que tocan fondo? De ninguna manera es distinto. Si no se reduce el gasto público despilfarrador hasta extirparlo, si no se liberaliza todavía más la economía con amplios espacios de zonas libres y francas, si no se desmonopoliza el sector eléctrico como también se liberaliza o desregula el sector laboral, si no se bajan los impuestos para emitir una señal de confianza hacia dentro del país y hacia los mercados externos, lo que tendremos es un nivel de corrupción tal y de miseria que terminará en eso que se cree no pasará: ¡tocaremos fondo!

No creo que exista persona sensata que ame a su familia y a su país que desee tal situación. Supongamos que no lleguemos a tocar fondo, pero lo que sí tenemos es una gran pérdida de oportunidades que las estamos viendo pasar.

El solo hecho de existir ese inmenso y multimillonario despilfarro de un mil seiscientos millones de dólares ya es suficiente motivo de preocupación. Pero no se piense que es solo eso. La realidad es también lo que no se ve, esto es, los miles de empleos que no se crean, los salarios de los trabajadores que no aumentan en términos reales y las ganancias empresariales que pudieron haberse volcado en ahorros y más inversiones.

Entonces tenemos que conocer sobre la causa de esta situación. Aquí no hay maldición esotérica alguna o algún designio celestial. Lo que tenemos es la maldición del estatismo, de las malas ideas llevadas por malos políticos y burócratas.

Y es aquí donde tenemos que poner las cosas en su lugar, no solo en términos académicos en lo que hoy día se llama la batalla cultural sino también en términos políticos.

A esta altura de la historia de la humanidad no hay dudas de que el estatismo impide la libertad económica; esto es, imposibilita que las personas puedan disponer del producto de su esfuerzo e intercambiar con otros con mejores bienes y servicios.

De no iniciarse en breve las transformaciones de fondo, el resultado será que el poder político crecerá a expensas de la gente, un poder que desde luego tiene como objetivo hacer del Estado cada más grande e intervencionista.

35%

El agronegocio en el país representa más del 35% del Producto. Y unos 43.000 agricultores cultivan en propiedades de menos de 20 ha.

Déficit

Cuando los déficit ya no se pueden mantener, aparecen los empréstitos estatales, inflación y la pérdida del poder adquisitivo.

(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”: “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.

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