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En esa línea, los gobiernos precisan más que nunca de datos acabados para un abordaje integral de las políticas contra la reducción de la pobreza, un aspecto que ha sido duramente golpeado durante la crisis sanitaria con el aumento de personas en la mencionada condición.
El director de la oficina de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Pedro Conçeicão, había manifestado que “el covid-19 es la crisis mundial más reciente, y el cambio climático prácticamente nos asegura que pronto llegarán otras. Cada una de ellas va a afectar a las personas pobres de múltiples maneras. Ahora más que nunca es necesario trabajar para combatir la pobreza –y la vulnerabilidad ante esta– en todas sus formas. Por eso es tan importante el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM)”.
De acuerdo con el organismo internacional, el IPM es un instrumento de medición que analiza otros indicadores además de los ingresos. Se basa en tres dimensiones (salud, educación y calidad de vida) que se desprenden en 10 indicadores: acceso al agua potable, saneamiento, electricidad, vivienda, bienes propios, combustible para cocinar, años de escolaridad, asistencia a la escuela, nutrición, mortalidad infantil.
El último informe dado a conocer por el PNUD y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford (OPHI) en 2020, revelaba que antes de la pandemia, la lucha contra la pobreza multidimensional registraba importantes avances. De hecho, del grupo de 75 países estudiados, 65 habían reducido de manera significativa sus niveles de pobreza multidimensional entre 2000 y 2019.
Conforme con el documento, de los 1.300 millones de personas que aún vivían en situación de pobreza multidimensional en la prepandemia, más del 80% sufría privaciones en, al menos, cinco de los 10 indicadores utilizados para medir la salud, la educación y la calidad de vida en el IPM global. Además, la carga de la pobreza multidimensional recaía de manera desproporcionada sobre los niños. La mitad de los 1.300 millones de personas pobres todavía no habían alcanzado los 18 años, mientras que 107 millones tenían 60 o más años.
La pandemia y sus innumerables impactos han puesto en serio riesgo el progreso obtenido en los indicadores de pobreza a escala global. De hecho, las estimaciones hablan de un aumento sustentadas en simulaciones realizadas para 70 países en desarrollo. Esto, a partir de los efectos anticipados del virus y siempre que no se toman las medidas adecuadas.
La medición se ha centrado en dos indicadores: nutrición y asistencia escolar, arrojando como resultado que, en tres escenarios de deterioro variable, el 10, 25 y 50% de las personas en pobreza multidimensional o vulnerables caen en situación de desnutrición, y la mitad de los niños en edad de educación primaria desertan. En consecuencia, los niveles de pobreza volverían a los de hace 8-10 años.
Con herramientas como el Índice de Pobreza Multidimensional se pueden obtener datos más precisos de las condiciones de vulnerabilidad y las limitantes de la población en situación de pobreza.
En Paraguay y de acuerdo con anuncios realizados por autoridades del Instituto Nacional de Estadística (INE), tras 22 años de experiencia en el manejo de los diferentes indicadores se presentará el informe sobre pobreza multidimensional.
En esta edición, la consultora MF Economía Inversiones describe y analiza estas interrogantes: ¿Cómo se mide el IPM? ¿Cuál es la importancia de la información no monetaria? ¿Cómo ha avanzado Paraguay en los indicadores básicos?