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Este sarcasmo o ironía fina, aclaro, tenía la simple intención de clasificar a los dos grupos antagónicos; el uno defendiendo nuestros intereses y el otro siendo funcional a los intereses brasileños. Después lanzamos otro artículo donde también se incluía a los abogados, administradores, economistas y otros profesionales de 60 Hertz.
Hoy, a 48 años de la firma del tratado, ya con las pasiones decantadas y los hechos consumados, podemos confirmar esta clasificación técnico-filosófica. Inclusive habíamos propuesto una tabla con las características de ambos estereotipos.
Pero en esta entrega quiero ir un poco más lejos. Hay una clasificación adicional a la precedente. Pero aclaro, el objetivo no es juzgar las acciones penales de los administradores de turno, sino más bien, descubrirlos en sus intenciones, muchas veces enmascaradas en los intrincados cables y números eléctricos. Para el efecto haremos un ajuste fino de las diferentes maneras de interpretar el tratado de estos grupos.
El ingeniero de 60, reitero, es aquel que piensa que en la Itaipú “todo se hizo bien”, que incluso podríamos darle la ejecución de más obras de desarrollo al grupo que se atrincheró en esta frecuencia. ¡Una barbaridad! Imagínese el lector dándole más obras a los “barones de Itaipú”. Cierren sus ojos y piensen en la remota idea de dar la construcción futura de Corpus, la electrificación del transporte, la bioceánica, la esclusa de navegación y otras obras de infraestructura a los mismos pillos que hoy están administrando las vacunas. Una locura, diría la mayoría. ¡Un país de maravilla! Dirían los oligopolios que hoy manejan los contratos y las provisiones al Estado.
El ingeniero de 60 Hertz normalmente es estatista, colorado y admirador de Enzo Debernardi y Alfredo Stroessner. Está afiliado al Circulo de Ingenieros del Paraguay, es socio de alguna empresa vialera o de construcciones, que siempre están ganando los contratos del Estado. Tal vez sea un “empresario” paniaguado, reacio a pagar impuestos y que solo combate el contrabando hormiga. Es un aventajado social que, luego de ganar fortunas entregando nuestros derechos o interpretaciones del tratado favorables al Brasil y la Argentina, se hicieron dueño de las tierras, de la soja y del ganado paraguayo.
Pero lo que nadie ha comentado hasta ahora es que entre los ingenieros de 50 Hertz también estamos clasificados o divididos en dos grandes grupos: los estatistas y los admiradores del mercado. Entre los estatistas se puede hallar a colorados y algunos socialistas. Los liberales de 50 Hertz somos minoría. Por lo menos los que abiertamente nos identificamos como tales. Creemos que Itaipú puede ser un buen negocio a partir del 2023 con una sencilla y antigua fórmula de la Economía: minimización de costos y maximización de beneficios. Estamos seguros que lo último significa la venta de nuestros excedentes al mercado o la sustitución de importaciones mediante la industria nacional.
Para este postulado se debe tomar algunas reformas estructurales en las dos binacionales. Por ejemplo, en la Itaipú se debe reducir las seis direcciones actuales, a tres: Dirección General, Dirección Técnica y Dirección Administrativa y Financiera. La Dirección Jurídica actual ¡jamás! debió pasar de una Asesoría.
Si tuviéramos un estadista que comprendiera la palabra “equidad”, jamás dejaríamos que las binacionales sean burbujas sociales donde un tractorista gane más que el presidente de la república. Y aclaro que admiro mucho más al tractorista que a nuestro actual presidente. El costo unitario de un empleado de Itaipú, y de nosotros los jubilados, es millonario. No creo que haya en Latinoamérica un mayor aventajado social. Lo digo con propiedad, estuve relacionado 40 años a Itaipú y me jubilé en ella.
Si tuviéramos un consejo de administración de 50 Hertz dejaríamos que las sesiones del Consejo, por lo menos la previa paraguaya que se hace antes de enfrentar la plenaria, sea pública como el congreso de la nación. Si no tienes nada que esconder, no tienes nada que temer. Estoy seguro que nuestros socios condóminos accederían a un pedido de transparencia paraguaya. Siempre fueron más demócratas y pluralistas que nosotros.
Entre los técnicos y analistas que defienden la posición estatista existe una creencia que solo la ANDE, una empresa plagada de clientelismo político, corrupción y negligencia culposa, puede salvar al sector energético. Se olvidan permanentemente de la pérdida del 30% en su gestión; se olvidan que esta debacle eléctrica se debe a las sucesivas administraciones cooptadas por políticos inescrupulosos y sindicatos que solo miran sus ombligos.
Los nueve sindicatos de la Itaipu están liderados por afiliados a la ANR; muchos de ellos abiertamente operadores políticos. Existen con el único fin de cogobernar, chantajear y ubicar a sus parientes en el cuadro propio de la entidad. Siempre se manejaron con las amenazas de huelgas e intrigas. La nominación de sus “gerentes” y “directores” amigos, además de sus altos niveles salariales son sus tarifas. Además, siempre estuvieron del lado de los “significativamente corruptos”, así como nuestra actual cámara de diputados. Y así nos va.
Conclusión: Si queremos un cambio verdadero y beneficioso para el 2023 probemos algo diferente. Vender nuestros excedentes al mercado es la mejor opción que tenemos. La minimización de costos es natural en cualquier empresa que prospera en el mercado. Solo así habrá una renta que podrá inyectarse al desarrollo nacional y no solo a una burbuja social indolente.
La mejor
Si queremos un cambio verdadero y beneficioso para el 2023 probemos algo diferente. Vender nuestros excedentes al mercado es la mejor opción que tenemos.
(*) Ingeniero agrónomo, electricista, exasesor del director general paraguayo del 2008 al 2012 en Itaipú.