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Paraguay es un país donde toda una generación de habitantes pasa por una “alegre primavera” en el sector energético, las crisis que eventualmente han pasado fueron siempre motivadas por la falta de infraestructura, de visión y, principalmente, de gestión; pero nunca, hasta hoy, hubo preocupación ante la posible indisponibilidad de generación.
Esta realidad fue creando una falsa conciencia de que sus dos grandes centrales constituyen fuentes infinitas de suministro. No en tanto, hoy a más de 40 años de este inicio “primaveral” ya se observa en el horizonte el error oriundo de esta apreciación –la probable crisis energética– y lamentablemente ocurre cuando las autoridades tratan de iniciar una embestida hacia el consumo masivo de energía.
Nuestra real situación
Esta visión consumista propicia nuevos retos a los que se debe enfrentar el país en el ámbito de la energía. Sin pretender agotarlos se cita, por lo menos, las siguientes grandes cuestiones asociadas: mantener la enorme disponibilidad, crear infraestructura, propiciar métodos modernos y atractivos para la verdadera liberalización y exportación, la diversificación de la hoy limitada fuente de generación, el manejo adecuado de los precios, la creciente demanda regional, los riesgos de tránsito entre países, la falta de aplicación de políticas de uso eficiente, etc. Dentro de un ámbito más amplio, los retos o desafíos planteados al país incluyen; transparencia, modernización, integración e interconexión del sistema energético nacional a los grandes mercados regionales de la energía.
Sin duda, cada una de las cuestiones citadas constituye componentes independientes, lógicamente todas integradas en un ámbito superior denominado sector energético. No podríamos aquí tratar todas ellas en forma simultánea, razón por la cual queremos proponer grandes acciones concretas referidas a los dos primeros puntos citados, es decir, mantener la enorme disponibilidad y crear infraestructura.
Con esta finalidad, inicialmente es necesario mencionar lo que el Paraguay dispone para aplicar con vistas a este objetivo:
-Posee en condominio con Brasil y Argentina el caudaloso río Paraná, que cuenta con una afluencia media superior a 9.000 m3/seg. [1].
-Posee un territorio plano, sin grandes accidentes geográficos, adecuado para la construcción de grandes líneas de transmisión.
-Está conectado a través del Itaipú a una gran conversora de frecuencia 50/60 Hz. Esta unidad está próxima a ser subutilizada, si nuestro país trae la totalidad de su energía de esta central.
-Posee gente capaz y con experiencia, que podría liderar con solvencia negociaciones binacionales.
-Está ubicado entre dos grandes mercados energéticos, con demandas cada vez mayores de energía y quienes demandarán siempre su uso, especialmente si es energía segura.
-Entre la cota aguas debajo de Itaipú y la de aguas arriba de Yacyretá existe un salto medio de 18 metros.
Igualmente se menciona a seguir, algunos aspectos constructivos asociados a centrales hidroeléctricas:
-Las exigencias medioambientales requieren hoy que las hidroeléctricas construidas inunden la menor extensión posible de territorios. Esto se puede conseguir con la utilización de turbinas Bulbo, de ejes horizontales, que demandan poco salto y grandes volúmenes de agua.
-Tanto Paraguay, como Brasil y Argentina pueden participar activamente en la fabricación de este tipo de turbinas.
-Ya están instaladas, o están en fase instalación, en el mundo turbinas con capacidad de 75 MW, que dependiendo de las características constructivas pueden demandar un flujo continuo de alrededor 200 m3/seg.
A todo esto, se puede añadir que la energía es la materia prima en casi la totalidad de los procesos industriales y es sumamente necesaria para el desarrollo y bienestar humano. Resumiendo, tendrá siempre una tendencia creciente de consumo y con valorización cada vez mayor; esto mirando desde el punto de vista económico-financiero, posiblemente la construcción de fuentes generadoras no tenga dificultad en la obtención de recursos para su implantación.
Propuestas
Tomando como base inicial todo lo antes mencionado y sin abundar mucho en cuestiones técnicas más detalladas, se propone planificar la construcción del Complejo Hidroeléctrico del Río Paraná, juntamente con los polos industriales – propuesto en entregas anteriores, la cual podría estar constituida por:
-Tres grandes centrales hidroeléctricas adicionales, equipadas, por lo menos, con 50 unidades generadoras de 75 0 80 MW cada una, montadas con turbinas bulbo, construidas en países del Mercosur.
-Cuatro líneas de transmisión de 750 KV, con capacidad de transporte de 3.000 MW cada una. Los extremos de las líneas de transmisión serán las subestaciones de Itaipú y Yacyretá.
-Las separaciones entre cada central serán de 100 kilómetros aproximadamente y todas ellas conectadas al conjunto de líneas de transmisión.
-Polos industriales próximos a las fuentes generadoras, en regiones de aguas profundas o junto a infraestructura adecuada (existente o a crear). Probables localizaciones serían, cerca de Itaipú, Yacyretá, en el norte, en el centro, en central y en el Bajo Chaco del país.
-Líneas de Transmisión en 500 kV, interconectando los polos industriales con las centrales generadoras.
Estoy seguro de que muchos opinarán que la propuesta es irrealizable, pero planificar no cuesta recursos económicos y podría constituir una hoja de ruta para futuras generaciones. Lo que sí debemos dejar de hacer son esas obras sin mucho sentido u objetivo, como construir líneas de transmisión hasta Minga Guazú, para dar la falsa impresión de que podemos retirar toda nuestra energía de Itaipú. Ni si damos energía gratis a todo ser viviente de la región no se utilizará ni el 10% de la capacidad de transporte.
Conclusión
Se afirma la necesidad de grandes obras en el sector energético nacional para continuar siendo un país con abundante energía; Itaipú y Yacyretá deben aportar la totalidad de su generación en la década del 20 y si se aguarda el inicio de la crisis para tomar acciones, se estará condenando al mercado paraguayo a una gran e indeseada recesión. Pequeñas obras, como la que se mencionaron en entregas pasadas, son también necesarias, pero las que el país necesita son grandes obras, que además de proporcionar abundante energía propician una revolución en los mercados financieros y laborales de la región. Para concluir, no podemos dejar de mencionar la imperiosa necesidad de autoridades con la visión de estadista y con mucho coraje para liderar estos grandes emprendimientos.
(*) Exdirector paraguayo de Yacyretá