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Países como China han sabido aprovechar el período para el fortalecimiento de sus economías y convertirse en potencia mundial, con el proceso de transformación e innovación económica. En contrasentido, otros países como los de renta baja no supieron hacer uso de su fuerza laboral, debido a la incapacidad de los gobiernos para generar empleos productivos.
De acuerdo con el Banco Mundial (BM), más del 90% de la pobreza en el mundo se concentra en estas naciones, que tienen poblaciones jóvenes de crecimiento rápido y cuyo bono demográfico, se estima, aumentará de modo significativo. No obstante, las malas condiciones laborales y la escasa inversión en capital humano han restado las oportunidades de expansión en estos países.
América Latina es un claro ejemplo de la inexistencia de políticas para el aprovechamiento de su bono demográfico. Este grupo, que cuenta con la capacidad para trabajar, ahorrar e invertir, en unos años, comenzará su proceso de decaimiento. Ante esto, durante la “I Conferencia Internacional de Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe”, se había hecho un llamado urgente sobre la necesidad de invertir en los jóvenes, es decir, en programas de educación, no solo teórica sino práctica, así como en políticas de inserción en el mercado laboral.
Con los significativos efectos negativos de la pandemia, las acciones, en post de este segmento, ya no están atadas al futuro sino al presente. Los números de la crisis sanitaria son alarmantes, pese a que aún sean preliminares.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) refiere que el promedio del desempleo juvenil estaría en niveles superiores al 26%. Esto, a pesar de la inexistencia de datos diferenciados por edad confiables, pero basándose en la proporción que ha caracterizado los mercados laborales de América Latina, en los cuales la tasa de desocupación juvenil es de al menos el doble de la tasa general. Esto significa que más de la cuarta parte de los y las jóvenes que forman parte de la fuerza laboral estarían buscando activamente un trabajo, pero no lo pueden conseguir en una situación de profunda crisis como la actual.
Población juvenil con secuelas por pandemia
Conforme al estudio de la OIT, la población juvenil padece las consecuencias de la pandemia en varios ámbitos. Entre ellos se destacan la interrupción de sus programas educativos o de formación; la pérdida de empleo; el descalabro de sus emprendimientos. Además, la caída de sus ingresos y la perspectiva de enfrentar mayores dificultades para encontrar una ocupación en el futuro.
Por tanto, el escenario y el panorama de corto y mediano plazo para este grupo está seriamente comprometido. Y los efectos se trasladan y se seguirán replicando desde lo social hasta lo económico.
Capital humano: Clave en el proceso de desarrollo económico
El reciente informe del Banco Mundial (BM) muestra los nuevos datos del Índice de Capital Humano (ICH). Este indicador comprende los conocimientos, las habilidades y la salud que las personas acumulan a lo largo de su vida y que les permiten desarrollar su potencial como miembros productivos de la sociedad. De esta manera, es posible analizar la productividad de toda una próxima generación.
El reporte resalta que, en todo el mundo, un niño nacido en el año 2020 puede llegar a ser 56% más productivo cuando sea mayor de edad, siempre y cuando pase por un proceso de educación completa y salud integral.
Al desagregar los datos, en su mayoría, los países asiáticos y nórdicos ocupan los primeros diez lugares con un promedio de 81%. Y al observar las cifras para la región de América del Sur, la métrica de capital humano señala un 59% de productividad. En este caso, Chile, Perú y Colombia son las naciones de mejores rendimientos en esta zona del continente.
En cambio, Paraguay se encuentra relegado en el indicador general y en todos los demás, menos en el de crecimiento saludable. Los números del país señalan un fuerte rezago en cuanto al capital humano (educación y salud) de la población que incidiría en las próximas generaciones en el caso de no tomarse políticas correctas para atender a estas áreas.
La situación se endurece aún más en tiempos de pandemia, ya que este rezago observado actualmente podría ser mayor una vez que se vuelva a la normalidad como consecuencia de los efectos indirectos producidos por el coronavirus. Es por eso que, si se busca crecimiento sostenido y desarrollo a largo plazo, es necesario empezar a poner estos temas sobre la mesa para mejorar tanto el bienestar como la productividad del país.
Estructura del mercado laboral en Paraguay
Para comprender la situación de la población juvenil en el mercado laboral local y los desafíos, es necesario recoger algunos datos del pasado.
De acuerdo con la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC), en 1950, la población infantil en dependencia (0 a 14 años) representaba el 43,8% de la población total, la población en edad productiva activa (15 a 64 años) el 52,5% del total, y la población adulta mayor en dependencia (65 años y más) el 3,7% del total. Para el 2012 pasaron a representar 31,9%, 62,5% y 5,6%, respectivamente. Con esto, la pirámide poblacional al 2012, período del último Censo Nacional, definía a Paraguay como un país joven, cuya población está principalmente concentrada en la edad activa, es decir, entre los 15 y 64 años de edad.
En las últimas semanas, la DGEEC dio a conocer los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC) del segundo trimestre 2020. Este boletín, que contempla los impactos de la pandemia en materia laboral destaca por la importante caída observada en la tasa de la fuerza de trabajo (TFT). Este indicador se calcula dividiendo la suma de dos grupos (Ocupados+Desocupados) respecto a la población de 15 y más años, o la población en edad de trabajar (PET).
Reducción de fuerza laboral: la más baja en los tres últimos años
Al considerar los meses de abril, mayo y junio de 2020, la tasa de la fuerza de trabajo a nivel nacional fue de 66,7% sobre la población total del país, es decir, 3.390.555 personas integran el grupo. Esta cantidad representa la más baja registrada en los últimos tres años (período 2017 al 2020).
Desde la DGEEC precisaron que, en el comparativo 2019-2020, la reducción en la fuerza de trabajo fue de alrededor de 165.000 personas, mientras que, con relación al primer trimestre de 2020, la disminución se tradujo en 216.000 personas. En este contexto de disminución de la fuerza laboral, las mujeres de áreas urbanas fueron las más afectadas. Ello, considerando que el sector terciario es uno de los más golpeados por la pandemia y donde alrededor del 60% de los empleados son mujeres.
Como se mencionaba anteriormente, Paraguay se caracteriza por su alta población joven. De hecho, representa el 27% del total país, si se consideran las edades comprendidas entre 15 a 29 años. Por tanto, este segmento ha sido sufrido las consecuencias de la crisis sanitaria, que trajo consigo la inactividad económica, la suspensión o cierre de empresas, por ende, despidos de miles de trabajadores y una caída de los ingresos.
Principales indicadores de la población juvenil
En tal sentido, los principales indicadores de la población juvenil revelan la complicada situación de este grupo, que antes de la pandemia ya se enfrentaba a una baja oferta laboral y que en la actualidad se ha traducido en una casi nula oportunidad de inserción.
De la población total paraguaya (7.159.305 personas), existen alrededor de 2.000.000 de personas dentro del grupo etario considerado joven. Las mujeres son el 51,2% (989.457) de ese total y el restante porcentaje está constituido por hombres (941.921).
En el desglose por grupo de edad de hombres, la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos muestra que el 36,3% tiene entre 15 a 19 años; el 32,8% se encuentra entre 20 a 24 años y las personas de 25 a 29 años de edad representan el 30,8%. En el segmento de las mujeres, los números revelan que el grupo de edad de 20 a 24 años constituye la mayoría en el país (34,2%), en tanto que las mujeres entre 15 a 19 años y 25 a 29 años, representan el 32,9%, respectivamente.
En lo que respecta a las condiciones de estudio y trabajo, los datos oficiales muestran que, de 587.393 jóvenes entre 15 y 19 años, el 46,8% solo estudia, el 20,2% únicamente trabaja. Mientras que los jóvenes que no estudian ni trabajan representan un 7,8%, y estudian y trabajan el 25,2% dentro del grupo de edad.
19,3% de jóvenes estudian y trabajan
En la franja etaria de 20 y 24 años y donde se encuentran 646.139 jóvenes, el 9,4% solo estudia, el 55% solo trabaja y el 16,4% no estudia ni trabaja, pero 19,3% sí realiza ambas actividades.
En el segmento comprendido entre las personas de 25 a 29 años, los que solo estudian no revelan datos suficientes para considerarla como tal y el 71,2% solo trabaja. Mientras que el 14,7% no estudia ni trabaja y el 11,9% sí lo hace.
Con los datos expuestos se confirma que un alto porcentaje (48,3%) de los jóvenes se dedica únicamente a trabajar. Muchos de estos habrían cumplido una educación básica, restando al capital humano del país y en un porcentaje menor (19,9%) se dedica exclusivamente a actividades académicas.
Además, el 19% de esta población comprendida entre 15 a 29 años lleva adelante ambas actividades, la de trabajar y estudiar. Una situación que solo es posible para determinadas carreras con un nivel de exigencia media a baja. Y lo más llamativo, por ende, preocupante es la condición de 221.736 jóvenes que no realiza actividad alguna, es decir, no está en proceso de instrucción y menos insertado en el mercado laboral. Dentro de este grupo existirían varias condiciones, pero indistintamente, el importante nivel revela la desidia estatal en política de asistencia para una fuerza que podría contribuir significativamente al desarrollo del país.
Al observar los indicadores del mercado laboral en Paraguay y que abarca el periodo de la pandemia (segundo trimestre 2020), los números son preocupantes. De una población de 15 a 29 años (1.929.399), el 59,7% representa la fuerza de trabajo, y el nivel de ocupación llega a 51,3%. En tanto que el 21,5% cae dentro de los considerados desocupados (desempleo abierto) y subocupación por insuficiencia de tiempo de trabajo (subempleo visible). Por consiguiente, en Paraguay existen 376.092 jóvenes entre desocupados, subocupados e inactivos circunstanciales debido a la pandemia. En este grupo, las mujeres también figuran como las más afectadas, ya que 196.975 se encuentran fuera del mercado laboral frente a los 179.117 de los hombres.
Así como desde la Organización Internacional del Trabajo abogan por la promoción de mayores y mejores oportunidades de trabajo para los jóvenes, en Paraguay se necesita de políticas de mayor impulso académico, de preparación y capacitación acordes a la demanda laboral, así como la generación de suficiente oferta en el mercado de trabajo que reclute a más personas de este grupo, uno caracterizado por su potencial productivo, energético y creativo.
La pandemia aceleró el futuro y hoy estos jóvenes son el presente y la clave para la reactivación económica del país. El trabajo coordinado entre el sector público y privado abriría una serie de canales para la inserción de este segmento de la población en el reimpulso del engranaje económico del país.
De la población total paraguaya (7.159.305 personas), existen alrededor de 2.000.000 de personas dentro del grupo etario considerado joven. Las mujeres son el 51,2% (989.457) de ese total y el restante porcentaje está constituido por hombres (941.921).
A nivel local existen 376.092 jóvenes entre desocupados, subocupados e inactivos circunstanciales debido a la pandemia. En este grupo, las mujeres también figuran como las más afectadas, ya que 196.975 se encuentran fuera del mercado laboral frente a los 179.117 de los hombres.
Nuestro país necesita de políticas de mayor impulso académico, de preparación y capacitación acorde a la demanda laboral, así como la generación de suficiente oferta en el mercado de trabajo, que reclute a más personas de este grupo, uno caracterizado por su potencial productivo, energético y creativo.